«No, no estamos planificando desplegar tropas en Ucrania tras un alto el fuego», aseguró este jueves el primer ministro polaco, Donald Tusk, ante el presidente francés, Emmanuel Macron, tras un encuentro bilateral en que ambos exhibieron su apoyo al país eslavo. «No va a haber una paz en Ucrania sin contar con Ucrania», afirmó el líder francés. Su visita a Varsovia se sabía que iba a ser rápida, pero sobre el terreno se recortó a la categoría de relámpago. Tras su llegada a la capital polaca se difundió que Macron regresaría antes de lo previsto a París para anunciar el nombre de su nuevo primer ministro.
Sobre la reunión entre el líder francés y el polaco pesaban informaciones sobre hipotéticos planes para desplegar hasta 40.000 soldados en territorio ucraniano una vez se consolide un alto el fuego. El propio Macron había insinuado esa posibilidad el pasado febrero, al no descartar un envío de tropas terrestres. Desde Berlín, en una reunión con los ministros de Exteriores de Alemania, España, Francia, Reino Unido, Polonia e Italia, la nueva jefa de la diplomacia europea, la estonia Kaja Kallas, rebajó asimismo expectativas sobre tal despliegue: «Lo primero que tiene que producirse en la paz. Después podremos empezar a hablar de tropas de paz», afirmó.
La comparecencia en Varsovia de Macron y Tusk fue breve y sin turno de preguntas. «Polonia es el país clave en la ayuda a Ucrania, asume altos costes y lo hace con plena convicción», afirmó Tusk. Polonia destina un 4,1% de su PIB a defensa, lo que la sitúa por encima de la mayoría de sus socios europeos. Dobla la partida de Alemania, país del que su canciller, Olaf Scholz, suele recordar que es el segundo contribuyente a la ayuda militar a Ucrania tras Estados Unidos.
Semestre europeísta a cargo de Tusk
La cita con Macron en Varsovia seguía a unas declaraciones de Tusk, a principios de semana, en que apuntaba a un inicio de negociaciones de paz este mismo invierno. Polonia asumirá a fines de año la presidencia de turno del Consejo Europeo y tomará así el relevo a Hungría. El semestre húngaro ha estado caracterizado por constantes desafíos a Bruselas del ultranacionalista Víktor Orbán, el más poderoso aliado europeo de Vladímir Putin. Recién inaugurado su semestre, el primer ministro húngaro acudió a Moscú para reunirse con el presidente ruso. Del europeísta Tusk se espera un giro en apoyo a Ucrania, en consonancia con el compromiso de Varsovia con Kiev y con los reconocidos temores históricos y presentes de Polonia hacia Rusia.
Tusk está llevando a cabo una intensa agenda con los países bálticos y los nórdicos, asimismo representantes del máximo compromiso hacia Kiev. En esas gestiones ha incluido Tusk a Reino Unido y a Francia, pero no a Alemania. En Berlín se ha interpretado esta decisión como una afrenta a Scholz, en parte atribuida a la negativa del canciller a entregar a Kiev los misiles de largo alcance Taurus. El líder alemán está aislado en esa cuestión tanto respecto a la oposición del bloque conservador como a sus socios Verdes, que sí darían luz verde a los misiles alemanes. Tiene a su favor, sin embargo, a la opinión pública de su país, mayoritariamente en contra del envío de los Taurus por considerarse que ello convertiría a Alemania en objetivo preferencial de una hipotética represalia del Kremlin. El radio de acción de esos misiles es de 500 kilómetros, por lo que podrían alcanzar la región de Moscú desde territorio ucraniano.
Visita a Kiev
El propósito oficial de la visita de Macron a Varsovia era informar a Tusk de la reciente reunión en París con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y el presidente electo de EEUU, Donald Trump. Tusk, por su parte, ha anunciado una próxima visita a Kiev. Con ello ha plasmado el primer ministro polaco su propósito de marcar las líneas europeas en la nueva fase que se abrirá con el regreso al poder de Trump. En su campaña electoral, el presidente electo criticó la ayuda militar de Estados Unidos a Kiev y llegó a decir que, una vez en el poder, pondrá fin a esa guerra en 24 horas. Zelenski, mientras tanto, ha suavizado algo su rechazo a cualquier fórmula de paz que implique sacrificar territorios. Se estima que desde el inicio de la invasión rusa han muerto unos 43.000 soldados ucranianos y otros 370.000 han resultado heridos, lo que implica un desgaste casi insostenible para Kiev.