En las guerras hay siempre quien destruye y quien reconstruye. Y Meir Margalit (Buenos Aires, 1952) es de los segundos. Como cofundador del Comité Israelí contra la Demolición de Casas (ICAHD) organizó durante años cuadrillas de voluntarios para reconstruir las viviendas palestinas demolidas por el Ejército israelí en los territorios ocupados. Más tarde fue concejal de Jerusalén por el partido pacifista Meretz. Entre medio ha escrito media docena de ensayos y ha enseñado en varias universidades. Ahora publica ‘El eclipse de la sociedad israelí’ (Catarata), una reflexión sobre lo sucedido en la región en este último año catastrófico. «Me pidieron el libro cuando estaba absolutamente desorientado», dice este historiador emigrado a Israel hace medio siglo. «El libro me sirvió de terapia para ordenar las ideas y entender cuáles son las perspectivas. No sé dónde estaría hoy de no haberlo escrito», subraya antes de empezar.
Tras el 7 de octubre usted atravesó una crisis existencial. Llegó a replantearse el trabajo de toda una vida en busca de la convivencia y la paz. ¿Qué le sucedió?
En aquel entonces tuve la sensación de haber luchado en vano todos estos años. Si hubiera tenido que escribir una autobiografía la hubiera titulado: ‘Crónica de un gran fracaso’. Después de más de 30 años luchando por la paz, las cosas solo han empeorado. El ataque de Hamás puso de manifiesto que con Hamás no podemos hablar. Pero incluso la gente de Al Fatah, con los que llevamos mucho tiempo luchando contra la ocupación, mostró simpatías por el ataque y ni siquiera tuvo el respeto de mandarnos algunas palabras de solidaridad. Nos habíamos quedado sin socios en el otro lado.
Pero esa niebla acabó pasando…
Me di cuenta de que, si no podemos hablar, la alternativa es seguir luchado. ¿Y hasta cuándo? Es la peor de las opciones. La idea de los dos Estados o de un Estado confederado, con la devolución de los territorios ocupados, sigue siendo la más sensata. Que no tengamos ahora con quién negociar, no significa que haya fracasado. Fue Israel el que destrozó a los socios potenciales. De modo que la función del movimiento pacifista debería ser reconstruir los puentes con los palestinos.
¿No se podría decir lo mismo del bando israelí? El Gobierno de Netanyahu aborrece la idea de un Estado palestino. Y el ataque del 7 de octubre llegó tras 16 años de bloqueo carcelario sobre Gaza.
Soy historiador, entiendo el contexto. No tengo dudas de que está relacionado con el bloqueo en Gaza y la ocupación, pero esto no justifica la acción del 7 de octubre y mucho menos sus formas. Matar, violar y secuestrar a bebitos y ancianas no es una acción legítima de liberación nacional. Esta gente quiere acabar con el Estado de Israel y, si pudieran, con el pueblo judío. Sabíamos que esto iba a estallar. Nos imaginábamos una tercera Intifada, no un ataque tan sangriento de esta índole.
El libro se llama ‘El eclipse de la sociedad israelí’ ¿Qué ha pasado este último año en Israel?
Tuve muchas dudas con el título. Pensé también en titularlo ‘El colapso total de la sociedad israelí’ porque, en mi opinión, esto ya no tiene remedio. Se ha impuesto el síndrome de las tres ‘m’: mesianismo, militarismo y miedo. Es lo que hoy caracteriza la idiosincrasia israelí. El miedo viene de nuestra historia. El Holocausto se mama. Y cuando tienes miedo, todo es una amenaza, y cualquier árabe, un terrorista en potencia. El militarismo es la consecuencia de ese miedo. En su día fuimos un país con un gran ejército. Hoy somos un ejército que arrastra al país y todos los problemas se afrontan desde la fuerza militar. El mesianismo viene de la victoria en la Guerra de los Seis Días (1967), pero se ha convertido en una ideología dominante.
Explíquese…
En sus orígenes el mesianismo se basaba en la grata idea de esperar A un Mesías que trajera paz y justicia. Pero entonces algunos empezaron a preguntarse por qué no llega. Los rabinos concluyeron que, entre otras cosas, la Tierra de Israel es impura y el Mesías no tiene dónde habitar porque la Explanada del Templo está ocupada por las mezquitas de Al Aqsa y la Roca. De modo que hay gente que sueña hoy con destrozar las mezquitas para allanar la llegada del Mesías. No les importa que pueda desatar la Tercera Guerra Mundial porque piensan que el Mesías se encargará de que ganemos esa batalla. Esta idea tan loca está en manos de un grupo integrado hoy en la coalición de Netanyahu, un grupúsculo que marca el paso al Gobierno.
De lo que se deriva que los colonos mesiánicos han conquistado un poder enorme.
Esta gente tiene varios ministros en el Gobierno. Algunos creen que el 7 de octubre fue un milagro divino porque después de una catástrofe de tal envergadura, tiene que venir el Mesías. Varios rabinos sostienen que ya hemos entrado en la época mesiánica. Y lo ven como una gran oportunidad para anexionar los territorios palestinos, reconstruir los asentamientos en Gaza e incluso levantar colonias en el sur del Líbano. Este país se ha vuelto loco. Y esta es la misma gente que está amenazando a Netanyahu con hacer caer su Gobierno si no se pliega a sus demandas.
Hay quien dice que si los israelíes no tuvieran tantos enemigos externos se matarían entre ellos. ¿Cómo describiría la división interna?
Israel es un país muy heterogéneo que no ha logrado construir un tejido social que nos unifique realmente. Necesita un enemigo externo porque si no, nos comeríamos los unos a los otros. Eso explica por qué no tiene ningún interés en solucionar el conflicto. Hoy hay al menos dos países: el Estado de Israel y el Estado de Judea, que es ese país fundamentalista, homófobo, supremacista… Nunca habíamos tenido una crisis tan profunda. Se manifiesta en la postura frente a los rehenes. Están los que priorizan su liberación y los que prefieren acabar con Hamás e Hizbulá antes de todo.
Pero en Gaza no solo se está destruyendo a Hamás. Israel está arrasando con todo, de ahí las denuncias de genocidio. ¿Por qué no hay una reacción en Israel ante las atrocidades contra los civiles palestinos?
No estoy seguro de que la gente en Israel sepa lo que hemos hecho en Gaza. La televisión no muestra imágenes de lo que allí sucede. Tienes que recurrir a medios árabes o europeos, pero la mayoría no quiere hacer ese esfuerzo. Y aunque lo hicieran, no sé si cambiarían de postura. Se ha demonizado a los palestinos de forma extrema. El miedo ha inculcado la idea de que todos los gazatíes son terroristas. Y el que no lo es hoy, lo será mañana. Luego te dicen que Oslo no funcionó, ignorando que Netanyahu hizo todo por destrozar el proceso tras asumir el poder después del asesinato de Rabin.
Israel está también en guerra contra la ONU, los tribunales internacionales y el derecho internacional. ¿Por qué no respeta las reglas del juego?
El mecanismo que utiliza el Gobierno es muy sencillo. Acusa al mundo de ser antisemita y con eso cierra la discusión. Tampoco esto es nuevo, ya lo utilizaba David Ben Gurion en los años 50, pero este Gobierno lo ha llevado a niveles insólitos.
La impunidad es total, como si las normas internacionales no fueran aplicables a Israel.
Es cierto, y creo que tiene que ver con el hecho de que el mundo ha demostrado que es incapaz de protegernos. Los israelíes ven que Occidente ni siquiera ha sido capaz de proteger a Ucrania y acabar con la invasión de los rusos. Y piensan que el mundo nos hará lo mismo a nosotros.
¿No cree en realidad que es todo lo contrario, teniendo en cuenta que Israel ha podido mantener durante 56 años una ocupación ilegal sin que hubiera consecuencias?
La supuesta indefensión es una gran mentira histórica, demagogia barata. Israel manipula el antisemitismo de una forma asquerosa. Yo creo que incluso es una ofensa a los muertos en el Holocausto.
Muchos en el Gobierno ven en el momento actual una oportunidad histórica. ¿Está tratando Netanyahu de remodelar la región?
Sí, hay muchos en el Gobierno, tal vez la mayoría, que hablan de un nuevo Oriente Próximo. Dicen que Israel es la punta de lanza de Occidente en la lucha contra la barbarie islámica. A la gente aquí les gusta pensar en esos términos. Es una actitud muy prepotente.
Cuando un día se acabe esta guerra, ¿cuál cree que será el saldo para Israel?
Yo termino el libro preguntando qué será de Israel el día después. Y la respuesta es no habrá día después. Seguiremos luchando hasta la eternidad. E incluso si acabara, en esta guerra perdemos todos. Da igual que ganemos la batalla contra Hamás o Hizbulá porque acabaremos perdiendo la guerra. Un país en guerra permanentemente, que perdió la sensatez y vive sin valores éticos y morales está condenado a desaparecer. Y si no desaparece, no tiene derecho a existir. Así que yo, de alguna manera, lucho por la paz para salvar este país de sí mismo, para desactivar la bomba de tiempo que está funcionando dentro de la sociedad de Israelí.
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