De tapas negras con pretensiones de lujo minimalista, el libro de Melania Trump (‘Melania’), que se ha publicado este martes en EEUU, a un mes de las elecciones, no tiene nada de casual ni en su calendario de publicación ni en sus filtraciones. Tampoco hay nada inocente ni en el apoyo a su marido, Donald Trump, ni en una calculada salida de guion respecto a la campaña republicana con la defensa del aborto que hace entre sus páginas. La polémica sigue siendo el mejor reclamo de márketing y, diferenciarse de su marido en un tema tan candente, la prueba perfecta de independencia intelectual y una forma de ganarse credibilidad para, a continuación, blanquear la imagen del expresidente que vuelve a ser candidato.
«Restringir el derecho de una mujer a decidir si interrumpe un embarazo no deseado equivale a negarle el control sobre su propio cuerpo. He llevado conmigo esta creencia durante toda mi vida adulta», escribe Melania Trump en el fragmento más destacado de su libro. Y se pregunta: «¿Por qué alguien que no sea la propia mujer debería tener el poder de determinar lo que hace con su propio cuerpo? El derecho fundamental de la mujer a la libertad individual, a su propia vida, le otorga la potestad de interrumpir su embarazo si así lo desea». La filtración de este fragmento hace unos días ha convertido ‘Melania’ en el libro más solicitado en Amazon en la categoría de biografías el día antes de que saliera a la venta.
Aborto: desacuerdo conveniente
Que la exprimera dama defienda el acceso al aborto es destacable porque los jueces conservadores que Trump nombró al Tribunal Supremo de EEUU fueron los que anularon en 2022 la sentencia que había protegido el derecho al aborto durante cuatro décadas. Donald Trump hace desde entonces equilibrios entre atribuirse el mérito para complacer a donantes y votantes evangélicos y católicos conservadores, mientras repite el litúrgico «la decisión es de los estados», convirtiendo las restricciones en una supuesta libertad legislativa.
En este doble juego, su candidato a vicepresidente, JD Vance, ideólogo del ala más dura conservadora ha entrado a proponer –esta vez sí– una prohibición del aborto a nivel federal. Pero durante el debate con la vicepresidenta Kamala Harris, Trump negó la capacidad de Vance de hacer promesas en su nombre. En este puzzle, Melania encaja como la pieza que hace de contrapeso en el lado opuesto, colocando a Trump en un centro ficticio y confuso para muchos votantes.
Justifica el asalto al Capitolio
En inmigración, si bien pasa más de puntillas, Melania Trump también dice veladamente tener ideas propias que no cuenta al lector. «Los desacuerdos políticos ocasionales entre mi marido y yo son parte de nuestra relación, pero yo creo en abordarlos en privado en lugar de desafiarle públicamente«, se justifica. Melania llegó a Nueva York con 26 años después de que su trabajo como modelo la llevara de su Eslovenia natal, a pasarelas de Milán, París y «a todas partes en Europa», dice. Su salto a EEUU emula ese manido sueño americano: de jugar descalza en las calles de un país comunista al jet privado del hombre de negocios más famoso del momento.
Pero salvo este tema y medio (aborto, e inmigración a medias) Melania justifica a su marido en absolutamente todo lo demás. Sobre el asalto al Capitolio por parte de seguidores de Trump (animados por este) que no aceptaron la derrota ante Joe Biden, dice: «No se puede seguir contando votos durante días, que es lo que hicieron. Fue un desastre. Muchos estadounidenses siguen teniendo dudas sobre las elecciones a día de hoy. No soy la única persona que cuestiona los resultados»o.
Añade que tampoco pudo prestar mucha atención al asunto ya que estaba inmersa en uno de sus principales proyectos como primera dama: rediseñar los salones de la Casa Blanca, cometido en el que fue polémica por arrancar las rosas del Rose Garden que databan de la época de los Kennedy. Melania acusa a su secretaria de prensa de no darle información puntual para formarse una opinión sobre el asalto al Capitolio. En cambio, explica cómo le impactaron las protestas contra la violencia policial que siguieron al asesinato de George Floyd (a quien no llama por su nombre): Melania dice que tuvo que recluirse en un búnker del que destaca que no había señal telefónica, lo cual le generó frustración.
Acusaciones de plagio
Su otro gran proyecto como primera dama fue la lucha contra el ‘ciberbullying‘, que emprendió después de elucubraciones sobre si su único hijo con Trump, Barron, padecía autismo. Ella lo negó y salió al paso para pedir a las grandes tecnológicas que frenaran el acoso online. No lo logró. Pero esa faceta de madre coraje queda reforzada en la contraportada del libro, donde a modo de ‘aclamación de la crítica’, recoge la siguiente cita: «El compromiso de Melania con la excelencia empieza por su familia, a la que Barron y yo apreciamos profundamente», y debajo aparece la firma Donald Trump.
Esa cubierta negra mate con solo la palabra ‘Melania’ al frente le valió al libro su primera polémica desde antes de su lanzamiento: el diseño y la tipografía son idénticos a los de Chanel, que además la firma utilizó para el libro recopilatorio de sus diseños. Y Melania tiene antecedentes de plagio: el discurso que dio a favor de su marido en la convención republicana de 2016 se alimentó del que dio la entonces primera dama, Michele Obama, en 2008.
Melania no se ha explicado por nada de lo anterior. Salió en Fox News pero no le preguntaron por el tema del aborto, y la CNN ha hecho público que a su petición de entrevista, la agencia de Melania pidió 250.000 dólares a cambio a la cadena. El representante dijo luego que había sido un malentendido. A los Trump, las polémicas les sientan bien.