Moldavia vivió buena parte de su tiempo como nación independiente debatiéndose enter Moscú y Bruselas. Hace unos años, en 2019, se inclinó más de lo habitual hacia la Unión Europea cuando llegó Maia Sandu a la presidencia del país junto con el PAS (Partido de Acción y Solidaridad). Y este próximo domingo los moldavos van a confirmar hasta en dos ocasiones si aprueban el rumbo a Bruselas de su pequeño país, al decidir simultáneamente a quién quieren como presidente de Moldavia y si ratifican las intenciones proeuropeas de Sandu.
Bajo su mandato se consiguió algo histórico para este pequeño país situado entre Ucrania y Rumanía: la posibilidad, en un futuro cercano, de ser estado candidato a la UE. Esto es algo que despertó algunas tensiones en el seno del país, debido a la prevalencia de posiciones prorrusas en algunos sectores de la población como la gente de mayor edad y especialmente en algunas regiones. Por otro lado, hay aspiraciones europeas de los demás habitantes del país, especialmente de los habitantes de la capital moldava, que ya han visto cómo sus hermanos de Rumanía han mejorado su nivel de vida desde 2007, cuando entraron en la UE. Es algo que, además, han podido experimentar muchos de ellos debido a que cerca de un 25% de los moldavos, aproximadamente unos 620.000, tiene pasaporte rumano, por lo que ya son técnicamente ciudadanos de la UE.
El principal rival de Sandu es Aleksándr Stoianoglo, el candidato del Partido Socialista, la formación del expresidente prorruso Igor Dodon, que gobernó el país entre 2016 y 2019. Además, hay otros candidatos como Renato Usatîi, de Nuestro Partido (Demócrata cristiano prorruso); Vasile Tarlev (apoyado por el Partido Comunista prorruso); Ion Chicu, del Partido por el Desarrollo y la Consolidación de Moldavia (demócrata cristiano proUE); Octavian Ticu, del bloque Juntos (de vocación proUE) y algunos candidatos independientes (Irina Vlah, Andrei Nastase, Victoria Furtuna, Tudor Ulianovschiy Natalia Morari).
Uno de los políticos más conocidos a nivel moldavo, el prorruso Ilan Shor, no participará en esta ocasión ni tampoco nadie de su formación. Este político es conocido por haber formado parte en el esquema del «atraco del siglo», en el que unos pocos idearon una forma de robarle más de 1.000 millones de euros a los bancos moldavos, el equivalente al 13% del PIB, algo que le costó tener que vivir fuera del país. Él mismo ofreció este septiembre dinero a aquellos que votaran en contra de la integración europea en el referéndum del domingo. No es la primera vez que ciudadanos moldavos reciben dinero por votar, pues es habitual que algunos residentes de Transnistria perciban un pago por tomar un autobús, ir a la parte controlada por el Gobierno de Moldavia y votar por un candidato prorruso.
Influencia rusa
Aunque Moldavia dejó de ser república soviética en 1991, Moscú aún quiere decir mucho sobre la política moldava. Es por ello que algunas formaciones políticas, como es el caso del Partido Socialista, muestran abiertamente sus simpatías por Rusia. El PAS ha intentado luchar contra la influencia del Kremlin con medidas como restringir algunos medios rusos para evitar su influencia.
Donde hay más simpatía por Rusia es en dos regiones: Gagauzia y Transnistria. Mientras que el primero es una región autónoma que coqueteó con independizarse, pero finalmente aceptó formar parte de Moldavia, el segundo es el paradigma de «estado no reconocido», es decir, se considera a sí mismo un país, pero no es reconocido por la comunidad internacional. Ambos comparten mucha proximidad ideológica con Moscú, algo normal teniendo en cuentra el consumo de medios rusos en estas regiones y un mayor uso de la lengua rusa entre sus habitantes, siendo el rumano prácticamente inexistente en el día a día en ambos lugares.
Mientras que el primero cuenta con el pueblo gagauzo, una minoría nacional diferente a los moldavos, el segundo tiene principalmente rusos y ucranianos étnicos en un enclave que quedó tras la disolución de la URSS que llegó a luchar por las armas contra Moldavia porque tenían miedo al nacionalismo moldavo en los años 90 y finalmente se quedó en tierra de nadie, bajo apoyo de Moscú, que mantiene tropas rusas para proteger esta franja de territorio. Tanto en Gagauzia como en Transnistria (así como entre algunos nacionalistas moldavos) se teme que la integración en la UE sea el principio de la integración en Rumanía de Moldavia.
Aunque la presencia de un territorio no controlado por Chisinau puede parecer una limitación para las aspiraciones europeas de Moldavia, no sería el primer caso en el seno de la UE, pues Chipre tiene el mismo problema con su región norte, la República del Norte de Chipre, controlado por la minoría turca del país. Desde Transnistria se prefiere estar cerca de Rusia, que es quien proporciona gas que entra justamente por esta región a precios más bajos que los que recibe el resto del país, algo con lo que Rusia presionó a Moldavia en el pasado cuando era el único proveedor de hidrocarburos de este país.
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