Siria es, desde hace década y media, un campo de juego de grandes intereses geopolíticos. Detrás de cada facción que lucha en la terrible guerra civil (que ha dejado más de medio millón de muertos y el país destrozado) hay un país interesado que le proporciona apoyo, armas y formación. Tras Bashar al Asad, el autócrata depuesto este domingo y huido del país hacia Moscú, estaban Irán y Rusia. Tras los kurdos que controlan la parte noreste del país, Estados Unidos. Y, tras los rebeldes del Ejército Nacional Sirio, una de las dos facciones que han liderado la ofensiva junto con los yihadistas del HTS, Turquía. Por eso es quizá este último país el que ha salido más reforzado de este vertiginoso cambio regional y del final de más de medio siglo de control de Siria por los Asad.
“Los principales ganadores son los sirios, pero el segundo triunfador sin duda es Turquía, porque ha estado apoyando a los rebeldes cuando todos les habían abandonado, y los países se lanzaban a normalizar relaciones con al Asad”, apunta desde Ankara a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Ömer Özkizilcik, analista visitante del think tank estadounidense Atlantic Council.
El experto recuerda la batalla de Idlib del 27 de febrero de 2020. Los rebeldes del Ejército Nacional Sirio se enfrentaban en una batalla total contra los soldados de Asad, apoyados “por soldados Wagner” y bombardeos rusos. Había también tropas regulares del Ejército turco. “Estaban a punto de ser derrotados y Turquía lo evitó, con sus soldados y con drones como los Bayraktar usados contra las posiciones sirias”. Al menos 34 soldados turcos perdieron la vida en aquel combate en suelo sirio.
Turquía comparte una frontera de casi 1.000 kilómetros con Siria, y alberga a 3,2 millones de refugiados de la guerra de esa nacionalidad.
“Yo creo que está claro que Turquía sale beneficiada porque va a tener influencia y capacidad de negociación. Por algo ha sido el principal apoyo de los rebeldes y el Ejército Nacional Sirio tiene su base y sede en Turquía”, abunda Javier Biosca, periodista y autor del libro ‘Sentirán el aliento de Turquía en la nuca’ (editorial Península). “Pero quizá veamos crecer las tensiones entre el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan y la administración estadounidense por el tema kurdo”.
Estados Unidos da armas, formación y apoyo a las fuerzas kurdas que han estado luchando contra Bashar al Asad y Estado Islámico, pero que también son enemigas de Turquía. En el noreste de Siria hay una zona autónoma denominada el kurdistán sirio o, más formalmente, la Federación del Norte de Siria. Se apoya militarmente en las Fuerzas Democráticas de Siria, que son a su vez una alianza de milicias kurdas, árabes, asirias y turcomanas. El problema es que la facción dominante de esa coalición militar es el grupo marxista Unidades de Protección Popular (YPG) y su rama femenina (YPJ), que para el Gobierno de Erdogan son un grupo terrorista ligado al Partido de los Trabajadores del Kurdistán turco.
Pero el YPG está siendo apoyado por países occidentales (como Finlandia o Suecia) y en su lucha contra Estados Islámico fue ayudado por Estados Unidos. Mantienen controlados en sus cárceles a decenas de miles de estos combatientes islamistas. Turquía no quiere que estas fuerzas apoyadas por parte de Occidente representen un papel relevante en el futuro Gobierno de Siria.
Conversación entre Ankara y Washington
Tras conocerse la huida de Bashar al Asad y su familia hacia el exilio en Moscú y la caída de Damasco en manos rebeldes este domingo, el ministro de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, y su homólogo turco, Yasar Güler, mantuvieron una conversación telefónica sobre Siria, según una publicación de este último en la red social X.
Ambos subrayaron la importancia de coordinarse para “evitar una escalada de una situación que es ya de por sí volátil”, aseguró un portavoz del Pentágono. “Se trata de evitar cualquier riesgo para las fuerzas estadounidenses desplegadas y sus socios y para la Misión para derrotar al ISIS”. El secretario de Defensa estadounidense “reconoció las preocupaciones de seguridad de Turquía”.
Porque el Gobierno de Erdogan se está cobrando el apoyo que ha dado a los rebeldes sirios pidiéndoles que ataquen a sus enemigos del Kurdistán sirio. “En la Operación Amanecer de la libertad, lanzada por el Ejército Nacional Sirio contra las organizaciones terroristas PKK/YPG en las áreas rurales de Alepo el 1 de diciembre, el distrito centro de Tel Rifaat fue liberado”, se lee en la agencia oficial de noticias turca Anadolu Ajansi.
Millones de refugiados sirios en Turquía
La caída del régimen de al Asad en Siria también puede beneficiar al Gobierno de Erdogan en otro aspecto importante. En los peores momentos de la guerra civil, millones de sirios atravesaron la frontera para refugiarse en Turquía, y allí viven desde entonces. En estos momentos es uno de los países que más refugiados alberga. Estas personas se han convertido en arma arrojadiza de una crisis interna, porque parte de la población y del espectro político turco les culpa de los problemas económicos o de seguridad que atraviesa el país. Erdogan quiere que regresen.
“Erdogan intentó normalizar en cierta medida las relaciones con Asad para poder devolver a los refugiados a Siria, porque eran un problema creciente y su prioridad a nivel interno”, explica Javier Biosca. “Pero Asad se vio con fuerza y pedía que salieran del norte del país, así que las negociaciones fracasaron”.
Ahora, miles de refugiados han comenzado a volver por su cuenta a Siria, ante la esperanza de que se forme un nuevo gobierno estable y sin represión. Pero si se desata el caos y otra guerra civil por el poder, Turquía podría tener que lidiar con una nueva ola de refugiados.
¿Islamistas al poder en Siria?
Oficialmente, Turquía niega tener nada que ver con la ofensiva relámpago que comenzó hace casi dos semanas. Pero todos los analistas apuntan a que es difícil de creer que ocurriera sin la luz verde de Ankara.
El ataque ha estado co-dirigido por los rebeldes sirios apoyados por Turquía y por el grupo islamista suní Organización para la Liberación del Levante (HTS por sus siglas).
El hombre que se perfila como líder de la nueva Siria es el comandante de HTS Mohamed al Golani, un ex miembro de Al Qaeda y de Estado Islámico y por el que Estados Unidos ofrece una recompensa de hasta 10 millones de dólares. Él ha renunciado al yihadismo internacional y trata de lavar su imagen acercándose a todas las religiones. Sin embargo, para Turquía la relación con el HTS es compleja. Para empezar, está catalogado como una organización terrorista, si bien Ankara ha tratado de moderarlo en esta lucha conjunta.
“Turquía se enfrenta a la incertidumbre de cómo va a evolucionar la situación. La administración Biden apoyó la normalización de Assad. Ahora, con Trump, no sabemos qué va a ocurrir. Sí que quiere retirarse de Siria”, concluye Ömer Özkizilcik. “Yo creo que habrá un gobierno de transición que espero que funcione. No creo que veamos una segunda guerra civil”.