Kamala Harris no ha aconseguido arrastrar a la sociedad norteamericana hacia un lugar más amable que la ‘preposidencia’ de Donald Trump que nos viene. No es un error. Va a ser una presidencia prepotente, insoportable para muchos. Un juego de palabras quizá malo, pero hasta un chiste malo es mejor que la realidad.
Nos habíamos ilusionado con la idea de que Harris pudiera convertirse, aunque por poco margen, en la primera presidenta de los Estados Unidos. Mujer y negra. Francamente, fantaseamos por encima de nuestras posibilidades. Y quizá lo estemos haciendo también pensando que Harris volverá a ser la candidata del Partido Demócrata en las próximas elecciones. Las mujeres que llegan a cargos de responsabilidad suelen tener solo una bala. ‘One shot’, dirían los americanos. Se prueba con una mujer y si no acierta en un puesto de responsabilidad, la reacción social suele ser más dura o exigente, y la inmensa mayoría de veces se escoge a un hombre como sucesor por la percepción, consciente o no, de que un hombre podrá corregir el rumbo. Lo de confiar en las mujeres para cargos de máxima responsabilidad demasiadas veces continua siendo una especie de aventura que tiene que confirmarse exitosa a la primera. Esto pone a las mujeres en la difícil posición de demostrar su capacidad bajo circunstancias más desafiantes y con menos margen para errores. Como le ha pasado a Harris, escondida durante cuatro años y súbitamente en la palestra, a cuatro meses de las elecciones, para cubrir la deficiente gestión de la falta de futuro de Joe Biden. Rescatar el contexto es fundamental para valorar el éxito o el fracaso en todos los casos.
En su primera intervención después de perder las elecciones Harris admitió que «a veces la victoria tarda en llegar, pero eso no significa que no acabemos ganando». Sirve para lo de Trump y para lo de las mujeres en general. No le pasó a Hillary Clinton, que a la primera derrota ya fue sustituida por un candidato varón, Joe Biden. Clinton ni se presentó en 2020 a las primarias. Muchas veces las mujeres acusan ese plus de exigencia apartándose del camino. Veremos qué pasa con Harris.
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