A una semana del pleno en el que el Parlamento Europeo debería confirmar la nueva Comisión de Ursula von der Leyen, los líderes de las familias políticas de centro en la Eurocámara trataron sin éxito de desbloquear la aprobación de los nuevos comisarios, incluida Teresa Ribera, para que el Ejecutivo comunitario pueda comenzar a trabajar en diciembre.
“En es momento no hay acuerdo”, dijo el líder del Grupo Popular Europeo, Manfred Weber, a la salida de la una reunión en la que los cristiano-demócratas marcaron su posición de cara a una negociación que sigue abierta. Alrededor de la mesa se sentaban también la líder de los socialdemócratas, la española Iratxe García Pérez, y la liberal francesa Valerie Hayer. Menos de una hora depués, el encuentro concluyó sin pacto. «Seguimos», dijo la socialista en los pasillos del Parlamento. También Hayer confirmó que continuaban los esfuerzos.
El objetivo era cerrar un nuevo acuerdo de coalición y garantizar la aprobación del colegio de comisarios, en bloque, como estaba previsto desde un inicio. Weber reconocía que entre los populares sigue habiendo dudas sobre Ribera. Pero según fuentes del grupo, lo esencial es garantizar que los socialistas den su apoyo al ultraconservador italiano Raffaele Fito y candidato a vicepresidente para la política de Cohesión, y al húngaro de extrema derecha, Olivér Várhelyi. La pregunta es qué precio le pondrán los socialdemócratas a su apoyo y si será más alto que simplemente asegurar la vicepresidencia de la española.
Intercambio de cromos
Las audiencias comenzaron hace dos semanas sin sobresaltos. Todos los candidatos, con mayor o menor soltura, pasaron el examen. Sólo el húngaro, que aspira a ostentar las carteras de Salud y Bienestar Animal, tuvo problemas. El Parlamento exigió que contestara por escrito a varias preguntas extra. En particular, preocupa su postura anti-abortista y varios grupos piden que las competencias sobre salud sexual y reproductiva pasen a igualdad.
Pero los problemas llegaron el martes, con las audiencias de los candidatos a vicepresidentes de la Comisión. Entre ellos, Fito y Ribera, que llegaban ya tocados. Populares, liberales y socialistas se habían comprometido a votar en bloque, para evitar un efecto dominó. Pero el acuerdo colapsó antes de aplicarse.
Fito hizo una buena audiencia y resolvió bien las cuestiones sobre política nacional. Pero el italiano no contaba con el respaldo de las fuerzas progresistas en el Parlamento, que no comparten que Von der Leyen haya dado un puesto de peso a un candidato de una familia política que no la apoyó para su reelección.
Por su parte, Ribera se enfrentó a la audiencia más dura. Cómoda y resolutiva en las preguntas relativas a su cartera, las políticas verdes y de competencia, la vicepresidenta fue el blanco de los ataques de los populares y la extrema derecha, que la acusan de ser responsable de las consecuencias devastadoras de la DANA en Valencia.
Desde primera hora, el Partido Popular español reconocía estar maniobrando para frenar la nominación de Ribera. Al concluir las audiencias, se confirmó que la decisión se posponía indefinidamente.
Confianza rota
La situación no tiene precedentes. Las elecciones del pasado mes de junio dejaron una Eurocámara más fragmentada que nunca y, por primera vez, una mayoría alternativa a la gran coalición de centro, a la derecha. Es es el contexto en el que desde hace dos semanas, los distintos partidos juegan con sus cartas, y en el que se juega su futuro Ribera.
La elección de Von der Leyen para un segundo mandato fue posible gracias a una amplia coalición que empezaba en los cristiano-demócratas y acaba en los verdes. No hubo pactos escritos. Solo el compromiso de garantizar una mayoría estable de centro frente a la extrema derecha. Pero el cordón sanitario apenas ha durado unos meses.
Los populares han tendido puentes no solo a los ultraconservadores que lidera el Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni, sino también a los Patriotas por Europa que fundó Viktor Orban y donde se sienta Vox en la Eurocámara. Primero en una resolución para reconocer a Edmundo González como presidente de Venezuela y después para debilitar la ley contra la deforestación. La defensa de de las candidaturas de Fito y Várhelyi casi como propias y la retirada del apoyo a Ribera solo se entiende en este contexto.
Los socialistas acusaron a Weber de “irresponsable”, a los populares de usar a Ribera de “chivo expiatorio” por la gestión de los efectos de la DANA en Valencia y, al hacerlo, de poner en juego la confirmación de la Comisión. Por eso ahora piden un acuerdo de coalición por escrito, porque la confianza con los populares se ha roto.
Los líderes de los grupos se reúnen este miércoles a las cinco de la tarde con la presidenta de la Eurocámara para definir la agenda del próximo pleno. Es en ese pleno donde estaba previsto que se confirmara la nueva Comisión Europea para que pudiera arrancar su trabajo en diciembre. El colapso del acuerdo retrasaría la puesta en marcha del ejecutivo comunitario, con las crisis multiplicándose, y Donald Trump a las puertas de la Casa Blanca.
Suscríbete para seguir leyendo