Reporteros sin Fronteras (RSF) deja de considerar a Pablo González como un periodista bajo su protección y proclama que «toda la evidencia apunta a que era un espía ruso». La organización internacional de defensa de los derechos de los periodistas carga contra él por haber «abusado de los derechos que dan las democracias».
Pablo González Yagüe (de nombre ruso Pável Alekséyevich Rubtsov) fue liberado tras un intercambio de presos de alto nivel entre Rusia y países occidentales. Estuvo detenido más de dos años en Polonia acusado de espiar para los servicios de la inteligencia militar rusa (GRU). Ahora vive en Moscú, tras haber sido acusado formalmente tras su liberación por la Fiscalía polaca.
«El hispano-ruso Pablo González ha abusado de los derechos que otorgan las democracias a los periodistas«, se titula la nota de la ONG. «Como espía ruso, Pablo González ha sido excluido del mandato de RSF desde el intercambio de prisioneros. Ha puesto en peligro a la profesión periodística», añade Pavol Szalai, de RSF.
La organización resumen algunos de los indicios que se han ido acumulando sobre su culpabilidad. «Toda la evidencia apunta a que Pablo González era un espía ruso«. La última se conoció a finales de noviembre, el medio The Insider, identificó a uno de los hombres que recibieron y abrazaron a González tras su llegada a Moscú como Oleg Sotnikov, un alto cargo de la inteligencia militar rusa, en busca y captura por Estados Unidos.
«Desde su llegada a Rusia, Pablo González se ha comportado alineado con los intereses del Kremlin. Solo ha dado entrevistas a los medios de propaganda rusa a pesar de haber recibido peticiones de medios independientes», se lee en el texto en inglés de la organización con sede en París. «Al canal estatal ruso Perviy Kanal le ha dicho que las fuerzas rusas, que ocupan Ucrania, son ‘protectores’ y se ha jactado de haber practicado su apretón de manos en el aeropuerto con Vladímir Putin para asegurarse de que era ‘firme’. Todo, mientras surgen nuevas revelaciones sobre sus actividades de espionaje». El diario El Mundo reveló que había colaborado en el espionaje del opositor ruso muerto en extrañas circunstancias en la cárcel Alexéi Navalni. El medio ruso en el exilio Agentstvo aseguró que espió a Zhanna Nemtsova, hija de un disidente ruso, y que viajo con agentes del GRU.
Miembros de la organización Free Pablo, que contó con el apoyo de personas del mundo de la cultura y el periodismo en España, siguen dudando de la culpabilidad de Pablo. Apuntan a que Polonia esperó a hacer la acusación formal días después de su intercambio, y que este también incluyó a un periodista estadounidense de origen ruso Evan Gershkovich. ¿Por qué no puede considerarse a González tan periodista Gershkovich?, se preguntan. Retan a Varsovia a hacer públicas las presuntas pruebas en su contra.
¿Por qué pidieron la liberación de Pablo González?
Organizaciones como la Federación de Asociaciones de Periodistas de España y la propia Reporteros sin Fronteras pidieron a Polonia que liberaran a Pablo González. Tras el intercambio por prisioneros de alto nivel e interés para Rusia (espías y asesinos a sueldo), fueron criticadas por haber estado defendiendo a quien parecía cada vez más un espía.
RSF argumenta que no podía no pedir la liberación de un presunto periodista contra el que no se conocen pruebas. «Nuestra pasada posición en el caso estuvo alineada con el principio del Estado de derecho, incluida la presunción de inocencia y el derecho de los prisioneros a un juicio justo», añade Pavol Szalai.
«Conscientes de los riesgos que se derivan de que los servicios secretos recluten a miembros de los medios, continuaremos guiándonos por los estándares de derechos humanos y por la lucha de los derechos de los periodistas», aporta Alfonso Bauluz, presidente de RSF España.