Kamala Harris aspira a ser la primera mujer presidenta de Estados Unidos. Para lograrlo, la candidata demócrata a la Casa Blanca ha abrazado su experiencia como fiscal general de California, una brillante carrera judicial que pretende convertir en una arma contra Donald Trump, el primer presidente convicto en la historia del país.
Estos son los cinco puntos clave que definen su programa electoral.
Durante la Administración Biden, la economía estadounidense ha remontado, con un crecimiento del PIB del 3,9% y con una reducción drástica del desempleo. Aun así, la vicepresidenta ha lamentado el impacto que la inflación está teniendo entre los ciudadanos, siendo su principal preocupación. Por eso ha prometido adoptar nuevas medidas para mitigar la subida de precios, así como impulsar la construcción de viviendas, ayudar fiscalmente a quienes quieren ser padres y recortar los impuestos a las clases media y baja, así como a las pymes. En 2019 apoyó disparar el impuesto de sociedades al 35%.
A nivel comercial, los demócratas abrazan cada vez más los aranceles como medida para proteger a la industria nacional de la competencia china. Se espera que Kamala siga el mismo rumbo que su precursor y apueste por aumentar la inversión pública en infraestructuras.
La sentencia del Tribunal Supremo que en 2022 prohibió el aborto en EEUU despertó una oleada de indignación civil que ahora Harris busca capitalizar. Como ya hizo entonces, la candidata demócrata ha censurado esa decisión y ha prometido que restaurará la protección a ese derecho y que vetará cualquier prohibición que adopten los estados. También se ha comprometido a garantizar el acceso tanto a anticonceptivos como a tratamientos de fertilidad.
Aunque en el pasado apoyó que toda la asistencia sanitaria sea pública, como candidata a la presidencia ha abandonado esa idea progresista. Durante su vicepresidencia se redujeron los costes de los medicamentos. Ahora, ha prometido acabar con la milmillonaria deuda médica de muchos estadounidenses, si bien no está claro cómo.
En política exterior, la presidencia de Harris debería seguir el mismo rumbo adoptado por Biden. La vicepresidenta ha denunciado el aislacionismo y ha apostado por reforzar las alianzas globales de EEUU, especialmente la OTAN y mantener su apoyo incondicional a Ucrania en su guerra de resistencia contra Rusia, así como la mano dura contra China.
Sin embargo, los atentados de Hamás del 7 de octubre del año pasado y la brutal respuesta de Israel en la Franja de Gaza han puesto a los demócratas en una posición complicada, obligándolos a hacer equilibrios entre su defensa sin matices del Estado judío y la condena de una campaña militar en el enclave palestino que ha indignado a su base electoral más joven. En esa línea, Harris ha sugerido que seguirá mandando armas a Tel Aviv mientras pide un alto el fuego y aboga por solucionar el histórico conflicto con la creación de un Estado palestino independiente.
Cuando ganó las elecciones en 2020, Biden encargó a Harris abordar las causas de la inmigración, un cometido espinoso. Durante los primeros años de su mandato, las detenciones en la frontera alcanzaron niveles récord. Las restricciones al asilo rebajaron drásticamente esa cifra, pero Trump sigue culpando a la demócrata de ser demasiado permisiva. Quizás por eso ha endurecido su tono en campaña. La vicepresidencia propone una reforma migratoria que allane el camino de los menores indocumentados a la ciudadanía, pero también penas severas para quienes intenten cruzar ilegalmente la frontera, limitar el asilo y dotar de más recursos a los agentes fronterizos. Biden intentó hacerlo con un acuerdo bipartidista que Trump torpedeó a principios de año con la vista puesta en las elecciones. Harris dice que lo reactivará para convertirlo en ley.
Como fiscal de California, Harris demandó a empresas petroleras por causar daños al medio ambiente. Ya en política, siempre ha abogado por incentivar el uso de las energías renovables. En los últimos años, sin embargo, se ha desmarcado del Green New Deal y ha pasado de oponerse el fracking —técnica de perforación para extraer gas y petróleo— a promoverlo. En campaña ha prometido reducir el coste de la energía en los hogares, proteger a las comunidades en «primera línea» del cambio climático y penalizar a los contaminadores.