Era uno de los principales símbolos de la resistencia ucraniana frente a un invasor dotado de medios muy superiores. Durante más de dos años, los soldados de la 72 Brigada Mecanizada Separada del Ejército de Kiev habían resistido los embates de las tropas rusas en la localidad de Vuhledar, llegando a infligir graves pérdidas a sus adversarios en algunas fases de la guerra. El pasado miércoles, los mandos militares ucranianos ordenaron la retirada de la localidad ante la imposibilidad de seguir defendiéndola y el riesgo de que las tropas defensoras acabaran siendo rodeadas por el enemigo.
La etimología de Vuhledar evoca los orígenes mineros de la localidad. Las palabras, en ucraniano, ‘vugillia’ y en ruso ‘ugol’ quieren decir carbón, y hacen referencia a varias explotaciones mineras sitas en las proximidades que albergan las reservas más importantes de esta fuente de energía en todo el Donbás. Fundada en 1964, durante la era soviética, para explotar los yacimientos mencionados, en 2022 contaba con alrededor de 14.000 habitantes, más de un 60% de los cuales eran de origen ucraniano, mientras que el 30% restante eran de etnia rusa. La gran mayoría de los civiles han podido ser evacuados y en la localidad, según Vadym Filashkin, gobernador de la región de Donetsk, tan solo quedaban un centenar de personas cuyo acceso era difícil. Los menores de edad, eso sí, fueron sacados de la ciudad para evitar que fueran deportados a Rusia con el objeto de ser rusificados, como ha ocurrido con decenas de miles de menores ucranianos. Desde el inicio de la guerra, Vuhledar estaba siendo defendida por la misma unidad militar, la mencionada 72 Brigada Mecanizada Separada, ya que la intensidad de los combates no permitía la rotación en este punto del frente bélico por unidades menos experimentadas en el campo de batalla.
La posición geográfica de Vuhledar confiere a la localidad una gran importancia táctica para ambos ejércitos. La población se halla asentada en un terreno elevado que permitía a las tropas ucranianas divisar los movimientos de las fuerzas rusas desde la distancia y abrir fuego contra ellas, una ventaja con la que a partir de ahora, contarán las tropas rusas. En las proximidades de la población pasaba una línea férrea que se dirigía a Crimea y que constituía una ruta alternativa para el suministro de la península anexionada si el trayecto a través del puente que atraviesa el estrecho de Kerch se cerraba por razones de seguridad. Además, se halla en la intersección de dos frentes, el frente sur y el frente este, convirtiéndose en un punto desde el que se pueden lanzar operaciones militares en ambas direcciones.
La conquista de la ciudad constituye un paso más en la aspiración del Ejército ruso de hacerse con el control de Pokrovsk, a unos 30 kilómetros al norte, cuya caída sí comprometería seriamente la presencia de Ucrania en la región del Donbás. Según escriben Samya Kuyab y Volodímir Yurchuk en AP, el próximo paso de las fuerzas rusas en su avance hacia ese centro logístico es la localidad de Kurakhove, a unos 20 kilómetros al norte de Vuhledar. «El enemigo no logrará acercarse a Pokrovsk si no consigue expulsar a los ucranianos» de la mencionada población, asegura también a AP Iván Tymochko, presidente del Consejo de Reservistas de las tropas de tierra ucranianas.
La caída de la ciudad minera ha renovado las demandas dirigidas a los aliados, y en concreto a EEUU, tanto de la parte ucraniana como de expertos militares, para que se levanten las restricciones impuestas al uso de las armas de largo alcance en territorio ruso. Según Arsenii Prylipka, portavoz de la 72 Brigada Mecanizada Separada, las tropas rusas durante meses han logrado avanzar por los flancos gracias a los ataques de la aviación rusa: «Su táctica principal ha sido rodearnos por los flancos» debilitando las defensas mediante «bombardeos aéreos constantes; gracias a ello han conseguido agotar nuestras defensas porque no tenemos los recursos que ellos tienen».
Ucrania demanda precisamente a la Administración de Joe Biden que levante el veto impuesto al empleo de misiles tierra-tierra MGM 140 ATACMS, con un radio de alcance de 300 kilómetros, para que puedan ser empleados contra centros de control o logísticos, y también contra aeródromos militares situados en territorio ruso, que son precisamente los lugares desde donde se han lanzado esos ataques aéreos con aviones y bombas guiadas. «No podemos cambiar la dinámica, y los rusos están empujando», admitió Pável Narozhny, de Reactive Post, una organización caritativa sin ánimo de lucro que se dedica al mantenimiento de la artillería ucraniana.
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