El teniente general ruso Igor Kirílov, asesinado este martes a los 54 años en un atentado con bomba en Moscú cuando salía de su domicilio, era uno de los rostros más públicos del alto mando de las Fuerzas Armadas de Rusia. En su condición de jefe de las Fuerzas de Defensa Radiológica, Química y Biológica de Rusia, cargo que desempeñaba desde 2017, ofrecía regularmente comparecencias de prensa, como la que tenía prevista para este martes. Fue un ferviente defensor de la idea de que en territorio ucraniano hay laboratorios que buscan crear armamento biológico que se usaría contra las tropas rusas en el marco de la guerra entre Moscú y Kiev, y Ucrania lo juzgó sin su presencia por el presunto uso de armas químicas en el frente.
Incluso apuntó que la covid-19 podría haber salido de un laboratorio extranjero. En particular, el teniente general ruso denunciaba que Estados Unidos amplía su red de laboratorios biológicos fuera de su territorio, donde lleva a cabo investigaciones con bacterias y virus altamente patógenos. En 2023, aseguró que EEUU tenía planes de lanzar desde drones contenedores con zancudos infectados con enfermedades como la malaria para contagiar a los soldados rusos que combaten en Ucrania.
En enero de este año, afirmó que altos cargos de Estados Unidos obstaculizaron de manera premeditada la investigación de las causas de la covid-19 y manipularon la opinión pública. La víspera del atentado que le costó la vida al teniente general ruso, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) lo declaró sospechoso de ordenar el empleo de armas químicas contra las fuerzas ucranianas. «Desde el comienzo de la guerra a gran escala se han registrado más de 4.800 casos de uso, por orden de Kirílov, de munición química«, señaló el SBU en un comunicado. Con su fallecimiento deja a su esposa viuda y a sus dos hijos huérfanos. Según fuentes ucranianas citadas por la BBC «Kirilov era un criminal de guerra y un objetivo totalmente legítimo, ordenó el uso de armas químicas prohibidas contra las tropas ucranianas».
Armas químicas y lanzallamas
Ante los periodistas acusó repetidamente al Ejército ucraniano de emplear armas químicas en el conflicto en Ucrania. En agosto pasado denunció que Rusia ha detectado 400 casos de empleo de munición química por las fuerzas ucranianas. «Se utilizaron sustancias tóxicas que solo podían sintetizarse en Estados Unidos. Porque otras industrias no están diseñadas para esto y nunca las han producido», declaró Kirílov. Dos meses después, aseguró, sin ofrecer pruebas, que las tropas ucranianas emplearon armas químicas cuando irrumpieron en la ciudad de Sudzha, en la región rusa de Kursk, parte de cuyo territorio ocupan en la actualidad. Kiev protagonizó una incursión en dicha región que sorprendió a los mandos rusos y que a día de hoy sigue.
Kirílov, bajo sanciones occidentales por la guerra en Ucrania. Según fuentes británicas, él fue «un portavoz importante de la desinformación rusa». Además de ser un difusor de teorías sobre armas biológicas sin ninguna base real, participó en la creación del lanzallamas pesado autopropulsado TOS-2, que tiene un alcance de hasta 6.000 metros y es capaz de cubrir una superficie de hasta cuatro hectáreas con una andanada de sus 24 bocas. Fue galardonado con el título de Héroe de Rusia del Trabajo, entre otras muchas distinciones. Una fuente anónima del SBU, los servicios secretos ucranianos, citada por la agencia ucraniana Ukrinform, reivindicó la autoría ucraniana del atentado contra Kirílov, en él también murió su ayudante.
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