Pedro Sánchez ha dibujado este martes una foto sombría del orden internacional en su discurso en la conferencia de embajadores en Madrid, pero al mismo tiempo ha pedido a los 130 jefes de misión de España que defiendan «sin pudor» los «éxitos de la economía española» en sus misiones en el extranjero, y caso único de la transición española coincidiendo con el 50 aniversario de la muerte del dictador Franco.
En sus 45 minutos de discurso en el Ministerio de Exteriores, el presidente del Gobierno ha exhibido la posición española frente a la guerra de Gaza como un buen ejemplo del «liderazgo» de nuestro país en política exterior, que ha propiciado un buen momento con los países árabes e islámicos y el sur global. Ha subrayado que España debe seguir defendiendo la apertura comercial, cuando quedan solo unos días para que el presidente estadounidense Donald Trump vuelva a la Casa Blanca y lance, eventualmente, una guerra arancelaria.
Sánchez ha perfilado ante los miembros de la Carrera Diplomática un panorama global desolador: «Desde 1945 la humanidad no había tenido que lidiar con un número tan alto de conflictos: 56 guerras activas, 92 países involucrados de manera más o menos directa. El gasto militar se ha duplicado. Hay 12.000 ojivas nucleares del planeta, muchas en países en claro desafío al orden internacional o embarcados en conflictos», ha recordado. Son momentos «turbulentos e inciertos» y «hay una erosión creciente del Derecho Internacional y en concreto del Derecho Internacional humanitario. La impunidad y los crímenes se abren paso ante una Comunidad Internacional anestesiada frente a ellos [..] La ultraderecha que está dispuesta a usar sus 159 diputados en el Parlamento Europeo en lo que el presidente Francia ha denominado como internacional reaccionaria», ha añadido.
Se cumplen ochenta años de que se firmó la Carta de Naciones Unidas y se puso fin a la Segunda Guerra Mundial, pero también de que comenzó la era atómica con el lanzamiento de sendas bombas nucleares contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. «Ahora, se habla de rediseñar fronteras y de interferir en procesos democráticos», ha recordado Sánchez, en referencia implícita a la invasión rusa de Ucrania y explícita a los procesos electorales de «Rumanía, Moldavia y Georgia».
«Ataques híbridos»
En este contexto de un mundo «más inseguro, cerrado, anárquico», la democracia está acosada por «ataques híbridos y desinformación» y por «guerras comerciales». Ante ese panorama, ha pedido a los embajadores que España «planten cara por nuestros valores», que ha resumido en multilateralismo, apertura y paz.
«España tiene credenciales para hacerse escuchar: vivimos un momento económico extraordinario, lideramos el crecimiento y triplicamos la media europea, y tenemos niveles récord de creación de empleo: más que Alemania e Italia juntas», ha dicho el jefe del Ejecutivo. «Hay confianza exterior en España, como se ve en el stock de inversión financiera directa, que ha crecido más de un 13% respecto a antes del covid. La economía española presenta un superávit corriente del 3% de nuestro PIB, magnitudes similares a la economía japonesa».
Por todo ello, ha pedido a los representantes de España en el exterior que «hablen de nuestro éxito económico y social, sin complejo y sin ningún tipo de rubor, no para alabar la política económica que lo ha hecho posible, sino para poner en valor el talento de nuestras empresas y sus trabajadores y trabajadoras».
Política exterior «coherente»
El presidente ha contrastado la política exterior «coherente» de España, que defiende el derecho internacional humanitario por igual en Ucrania y en Gaza, con la «incoherencia» de las grandes potencias. Por eso España reconoció a Palestina como Estado. «He podido constatar la gratitud y el respeto que ha despertado en muchos países, especialmente el mundo árabe y musulmán», ha exhibido Sánchez.
Ha defendido al mismo tiempo la necesidad de que aumentar las capacidades de defensa y la de evitar «una deriva militarista». Porque, dice, de 18 países vecinos, hay cinco en guerra, 16 con grupos terroristas, seis con golpes de estado y nueve que sufren una deriva autocrática. «Europa tiene que despertar una vez, no basta con adaptarse a la realidad geopolítica sino ser capaz de defender intereses y valores. Yo no comparto una deriva militarista que nos lleve a una carrera armamentística. En ningún manual está escrito que la paz se conquiste reforzando arsenales», ha asegurado. «España cree que la diplomacia sirve para resolver conflictos».
Se ha referido a los actos del 50 aniversario de la muerte de Franco, que ha organizado el Gobierno sin el apoyo de la oposición, para pedir a los embajadores que defiendan la transición española. «Es una historia de éxito que también debe formar parte de nuestro relato en el mundo: cómo la última dictadura de la Europa occidental se convirtió en un referente de libertades, de democracia, europeísmo y multilateralismo».