«En democracia, corresponde al elector decidir sobre su rumbo político futuro (…). El Gobierno y el Parlamento actuales siguen siendo plenamente operativos hasta la formación de la siguiente coalición (…). Apelo a las fuerzas políticas a posibilitar antes de fin de año la entrada en vigor de importantes proyectos pendientes»: con este mensaje informó el canciller alemán, Olaf Scholz, de la tramitación ante la presidenta del Parlamento (Bundestag), la asimismo socialdemócrata Bärbel Bas, de la moción de confianza que marcará el final prematuro de su legislatura.
Apenas tres años después de alcanzar el poder con un tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales, el propósito de Scholz es perder ese voto y precipitar la disolución de la Cámara. Entre los proyectos que pretende ver aprobados en lo que queda de año están una serie de ayudas a la familia, la prolongación de los abonos al transporte público y otras medidas que beneficiarán a millones de ciudadanos.
Pero en su breve alocución refrendó Scholz su compromiso con una «paz justa en Ucrania sin que Alemania se vea involucrada en la guerra». La frase es una alusión a su rechazo a entregar a Kiev los misiles de largo alcance Taurus, teóricamente capacitados para alcanzar desde Ucrania el extrarradio de Moscú. El rechazo de Scholz a estos envíos topa con la opinión tanto del bloque conservador de Friedrich Merz como de sus únicos aliados de gobierno, los Verdes. Sin embargo, entronca con la posición mayoritaria de sus conciudadanos. Coincide asimismo con la de los dos extremos del arco parlamentario, la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y el populismo izquierdista de Sahra Wagenknecht, ambas contrarias a todo apoyo militar a Kiev.
El canciller fundamentó su petición en el artículo 68 de la Constitución y prevé someterse al voto del Parlamento el próximo lunes, día 16. Tras colapsar su coalición de gobierno, el 6 de noviembre, sigue al frente de un Ejecutivo en minoría y se da por hecho que perderá esa votación. Al voto seguirá la disolución de la Cámara baja, para lo que el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, dispone de 21 días. La agenda ha sido pactada con la oposición de Merz y el propósito es que Steinmeier convoque a elecciones anticipadas para el 23 de febrero.
Inicialmente la intención de Scholz era acudir a las urnas un mes más tarde, tras los comicios regionales en su ‘land’ originario, Hamburgo, donde presumiblemente los socialdemócratas lograrán la victoria. De ello esperaba lograr cierto espaldarazo para la recta final. Sin embargo, aceleró su hoja de ruta a requerimiento del resto del espectro político. El detonante de la crisis y hundimiento de su coalición fueron los abismos insalvables en materia económica con el Partido Liberal del ministro de Finanzas, Christian Lindner. Posteriormente se ha revelado que los liberales llevaban meses preparándose para finiquitar la alianza de la que formaban parte.
Agenda plena
Scholz compareció ante los medios para informar de la tramitación del voto de confianza en una jornada que empezó para el canciller con una reunión del Consejo de Ministros y siguió con su intervención el foro económico de apoyo a Ucrania. Ahí refrendó su compromiso con el futuro del país ante el primer ministro ucraniano, Denys Schmyhal. Recordó su entrevista en Kiev con el presidente Volodímir Zelenski, hace una semana, y también que su país es el segundo contribuyente, tras EEUU, a la ayuda militar a Ucrania.
En paralelo a su gestión como canciller, Scholz está volcado en su campaña para la reelección. Los socialdemócratas ocupan la tercera posición en los sondeos, con un 17% de los votos, frente al 32% que se pronostica para el conservador Merz y el 19% para la ultraderechista AfD. Pese al escaso margen de tiempo, Scholz exhibe su convicción de que remontará posiciones. Algo de terreno ha recuperado desde que fue nombrado candidato por la cúpula del SPD, a finales de noviembre. La socialdemocracia ha subido dos puntos, mientras que las encuestas le sitúan empatado con Merz en cuanto a valoración ciudadana. Este indicador es hipotético, puesto que en el sistema parlamentario alemán no hay elección directa del canciller, sino a la lista de un partido.