El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, exigió este viernes a la Unión Europea compensar su enorme desequilibrio comercial con EEUU mediante compras «a gran escala» de petróleo y gas para evitar la imposición de aranceles. «Le dije a la Unión Europea que deben compensar su tremendo déficit con los Estados Unidos mediante la compra a gran escala de nuestro petróleo y gas. De lo contrario, ¡¡¡se aplicarán ARANCELES!!!», afirmó Trump a través de su perfil en la red Truth Social.
La UE se ha mostrado dispuesta a fortalecer su cooperación con Estados Unidos en política energética, pero ha advertido al magnate neoyorquino de los riesgos de una guerra comercial. Bruselas esperaba una segunda Administración Trump con un importante componente transaccional, aunque algo más impredecible que la anterior. A juzgar por las primeras amenazas del presidente electo de EEUU contra Europa, eso es exactamente lo que tendrá.
«Existe un alto grado de complementariedad entre la UE y EEUU en términos de nuestra relación comercial y económica», dijo el portavoz de la Comisión sobre comercio, Olof Gill, «estamos dispuestos a discutir con el presidente electo Trump cómo podemos fortalecer aún más una relación ya robusta, incluyendo el debate de nuestros intereses comunes en el sector de la energía».
Esto no es nuevo. Ya en la cumbre informal de noviembre, en la que los líderes se despertaron con la clara victoria de Trump, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, abrió la puerta a aumentar las compras de gas a EEUU. «¿Por qué no sustituir [el gas ruso] por gas natural licuado estadounidense, que es más barato para nosotros y abarata nuestros precios energéticos? Es algo que podemos discutir, también en lo que respecta a nuestro déficit comercial», dijo entonces Von der Leyen. Trump no ha dejado pasar la oportunidad.
Ya en 2018, Trump impuso aranceles del 25% y el 10% respectivamente a las importaciones de acero y aluminio, desatando una guerra comercial que no ha llegado a resolverse del todo bajo la Administración Biden. Porque lo cierto es que aunque en diferente grado, las políticas proteccionistas no son exclusivas del republicano. Entonces, el aumento de las importaciones de gas permitió aliviar hasta cierto punto las tensiones a ambos lados del Atlántico.
Una agenda positiva
La Unión Europea lleva meses preparándose para los efectos de una segunda Administración Trump. Incluso antes de la victoria del republicano, la Comisión ya había puesto en marcha un grupo de trabajo con una tarea clara: prepararse para afrontar cualquier escenario. La lógica era que tanto con Trump como con Kamala Harris en la Casa Blanca, la política estadounidense respecto a Europa podía cambiar.
Aunque las tensiones comerciales entre la UE y Estados Unidos son anteriores a Donald Trump, la victoria del republicano era inevitablemente un riesgo para la economía europea. En sus previsiones de otoño, aunque sin apuntar directamente a Washington, la Comisión ya advirtió de que «un nuevo aumento de las medidas proteccionistas por parte de los socios comerciales podría lastrar el comercio internacional».
Durante la reunión del Consejo Europeo del jueves, los líderes abordaron las relaciones con Estados Unidos, también desde el punto de vista comercial. Sin embargo, el foco estuvo el potencial viraje de la posición de Washington respecto a la guerra en Ucrania y cómo debe responder Europa. Solo el canciller alemán, Olaf Scholz, advirtió de la necesidad de acelerar la preparación para hacer frente a posibles aranceles en varios sectores industriales europeos.
Fortalecer las relaciones
El mensaje desde Bruselas es que las relaciones económicas y comerciales entre EEUU y la UE están equilibradas y, si acaso, el objetivo debe ser fortalecerlas. «El mensaje es claro: la Unión Europea se compromete a seguir trabajando con Estados Unidos, de forma pragmática, para reforzar los lazos transatlánticos», dijo el presidente del Consejo, Antonio Costa.
Pero también que las economías estadounidense y europea están profundamente interconectadas. Cualquier medida que pueda tener un coste importante para la UE, acabará repercutiendo inevitablemente también en Estados Unidos. Y todo lo que debilite a las economías de ambas regiones acabará beneficiando inevitablemente a sus competidores. Por eso, antes que entrar en un cruce de aranceles y represalias, es preferible negociar.
«No hay ganadores en una guerra comercial», advirtió la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, a su llegada a la cumbre el pasado jueves, «si hay una guerra comercial entre Estados Unidos y Europa, será China quien se ría a carcajadas». La prioridad «debe ser preservar una fuerte relación transatlántica», añadió Von der Leyen, aunque advirtió, sin enseñar sus cartas, que Europa está preparada para todos los escenarios posibles.