Fue un símbolo; una muestra de lo que vendría después. Pocos días tras la huida de Bashar el Asad —el depuesto presidente sirio— y la victoria de los rebeldes, ningún líder y representante internacional había visitado todavía Damasco cuando lo hizo Ibrahim Kalin, el líder de los servicios secretos turcos.
Su viaje a la capital siria no fue escondido ni secreto: Kalin, cámaras siguiéndole, fue directo a rezar a la famosa mezquita damascena de los Omeyas, y se dejó ver en coche por la capital siria. A su lado, conduciendo el vehículo, Ahmet al Sharaa —antes conocido como Abu Mohammed al Jolani, su nombre de guerra—, el líder de Hayat Tahrir al Sham (HTS), la milicia rebelde que encabezó la ofensiva que acabó con Asad.
Semanas después, más representantes y políticos internacionales han visitado Damasco. Pero, siempre, los turcos en cabeza: el primer ministro de Exteriores del mundo en ir a la nueva Damasco fue el turco, Hakan Fidan, y la prensa anatolia, este enero, publica constantes informaciones apuntando a que el primer viaje internacional de Sharaa será, este mes, a Turquía. Este miércoles, de hecho, el ministro de Exteriores sirio, Asaad Hasán Shaibani se ha reunido con Fidan en Ankara, donde el turco ha presionado para que las nuevas autoridades de Damasco no permitan la permanencia de la administración autónoma kurda del este sirio.
«Siria, junto con Turquía, ha hecho historia. Y nuestra nueva administración cree que ya ninguna amenaza contra Turquía puede salir de nuestro territorio», ha dicho Shaibani en la rueda de prensa de este miércoles. Ankara considera a las YPG —las milicias kurdosirias del este del país árabe— como una organización terrorista.
«La relación entre Ankara y Damasco es muy buena, y Turquía es y seguirá siendo el actor extranjero más importante en Siria. Pero el nuevo gobierno en Damasco deberá ser uno representativo de la gente siria, y necesitará del apoyo económico de los demás países árabes, de la Unión Europea y de Turquía, por supuesto, para funcionar», explica el analista turco Ömer Özkicilcik, miembro del think tank estadounidense Atlantic Council.
La enemistad entre Turquía y la Siria de los Asad viene de lejos. Hafez el Asad —el padre de Bashar— hospedó en Damasco, durante más de una década, a Abdullah Öcalan, líder de la guerrilla turcokurda del PKK, en guerra contra Turquía desde los 80. Por ello —y por los constantes desencuentros con el vecino del sur—, Erdogan lanzó todo su apoyo a la oposición siria al inicio de la revolución, en 2011, y de la guerra civil en el país árabe.
Y, de hecho, el presidente turco se quedó después de 2015 como único valedor internacional de los rebeldes sirios: era Ankara quien pagaba los salarios, financiaba, protegía y comandaba a las milicias opositoras sirias, utilizadas por Turquía, sobre todo, para luchar contra las milicias kurdosirias del este del país árabe. Ahora, con la victoria rebelde, Erdogan tiene al fin un aliado en Damasco.
«Espero que a partir de ahora el rol de Turquía será probablemente el de dar apoyo político al nuevo gobierno sirio, y de proveer de conocimiento y de capacidades técnicas para reconstruir Siria a través de las empresas turcas, que tienen mucha experiencia en este campo —considera Özkizilcik—. Segundo, también espero que Turquía tenga un rol clave en reformar y adaptar la estructura de seguridad siria. Podemos esperar un rol significante de Turquía en este sector. Turquía tendrá un papel militar dentro de Siria».
Entrada económica
Esto no es todo: La dependencia exterior de Siria es tal que en las calles sirias, cada vez más, los pagos se realizan en liras turcas o en dólares estadounidenses, en vez de en libras sirias.
Qatar, gran aliado de Turquía, patrocinará en los próximos meses una subida de salario de los funcionarios públicos sirios cercano al 400% que prometió HTS el mes pasado, según fuentes anónimas. Turquía y sus empresas de construcción —famosas en todo el mundo—, esperan liderar la reconstrucción del país entero, destrozado tras 13 años de guerra civil siria.
«Turquía puede acabar estando involucrada en todo o casi todo lo que ocurra en Siria: Turquía puede ser la que se encargue de la infraestructura de las telecomunicaciones, el sistema bancario, el sistema de defensa sirio, etc. Esto por supuesto crea una gran dependencia. Estoy convencido de que en un futuro, por ejemplo, la televisión pública turca, TRT, abrirá su propio canal en Siria, en turco y en árabe», explica el analista Selim Koru, miembro del instituto turco TEPAV, que considera que el Gobierno de Erdogan intentará establecer su hegemonía cultural dentro del país árabe, que fue colonia turca —del imperio otomano—, hasta 1916.
Lo que sí es seguro es que Turquía tendrá mucho que decir en la nueva Siria. «Los tres millones de refugiados sirios en Turquía, si vuelven a su país, serán un lazo de unión permanente entre Turquía y Siria —dice Özkizilcik—. Serán los embajadores de Turquía dentro de Siria en las próximas décadas. Tener tres millones de turcohablantes en Siria tendría un impacto muy grande en las relaciones entre Turquía y Siria, tanto a nivel personal y civil como económicamente y entre países».