El Gobierno de Kiev quiere proteger su sistema energético de los ataques rusos, que se está viendo seriamente diezmado tras dos años y medio de guerra. En concreto, pide proteger las subestaciones eléctricas que sacan la energía de las instalaciones nucleares. Rusia no ataca las centrales, pero sí esas subestaciones. Esto pone en peligro la seguridad global del sistema. Un misil mal dirigido puede provocar un accidente.
Proponen que haya voluntarios internacionales ejerciendo de “escudos humanos” en las subestaciones, según explican fuentes conocedoras del Gobierno ucraniano. Argumentan que el riesgo no proviene sólo de una destrucción del reactor, sino de posibles accidentes derivados de las continuas paradas a las que obligan los ataques rusos contra el entorno.
“Nuestra prioridad absoluta es proteger esos sistemas críticos, y estamos negociando sobre, por ejemplo, misiones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que nos ayuden a proteger esas instalaciones”, ha asegurado Yuliia Kyian, directora general de Planificación Estratégica del ministerio de Energía, en una conversación con periodistas en la capital ucraniana, entre los que se encontraba El Periódico de España. “Los rusos saben que dependemos de la energía nuclear como principal fuente de energía. Pero también que no pueden atacar a las instalaciones nucleares directamente. Así que han decidido hacerlo contra la infraestructura que las rodea”.
Ucrania obtiene la mitad de su energía de las tres centrales nucleares que aún posee en territorio no ocupado, Rivne y Khmelnytskyi en el este y Pivdennoukrainsk en el sur.
Hasta el momento, el Ejército ruso no ha atacado directamente a las centrales nucleares. Pero ha habido combates en los alrededores de la central de Zaporiyia que tuvieron al mundo en vilo al comienzo de la invasión a gran escala ordenada por el presidente ruso, Vladímir Putin.
Zaporiyia es la mayor central nuclear de Europa y está ahora bajo control ruso. La OIEA ya tiene una misión de observación en la central.
Ataque masivo del 26 de agosto
Rusia ha incrementado los ataques a las fuentes de producción de energía ucranianas en los últimos meses. “Las instalaciones energéticas son el objetivo número uno de los ataques rusos”, dice Olena Lapenko, del think tank especializado en energía Dixi group. La de Ucrania es una guerra de desgaste, y sin energía no hay industria ni producción de armamento, y la moral de la población decae.
El pasado 26 de agosto se produjo un ataque masivo contra instalaciones eléctricas. Una lluvia de 236 misiles balísticos y drones por toda Ucrania dejó sin electricidad a siete millones de personas, según datos mostrados por el Gobierno ucraniano a este diario. En total, desde que comenzó la guerra, el sistema eléctrico ucraniano ha recibido 1054 ataques contra 862 subestaciones y líneas de transformación y distribución.
La única protección real para esas instalaciones es la defensa antiaérea. Pero no hay suficientes para los miles de sitios de relevancia del sistema eléctrico y energético ucraniano. Hay que establecer barreras físicas, como muros de cemento, que solo sirven contra drones o algunos tipos de misiles.
Todos los oficiales consultados por este diario advierten de que este, el tercer invierno de la guerra, va a ser el peor de todos. Al comienzo de la contienda generaban alrededor de 45 GW de energía; ahora solo les quedan unos 20 GW. Solo la pasada primavera han perdido 9 GW. Piden ayuda internacional urgente, en forma de energía importada barata, generadores, material de reparación y fondos financieros. Pero, sobre todo, más sanciones y presión para que Rusia cese en lo que consideran como un claro crimen de guerra.
