Un día en Charleroi, el último punto en el atlas del discurso contra la inmigración de Trump


Unas 100 personas están reunidas en una sala de la Iglesia Presbiteriana de Charleroi. Son todos inmigrantes haitianos, parte de la última oleada de habitantes del país del Caribe de nuevo asfixiado por la inestabilidad política y la violencia de bandas que, gracias al Estatus de Protección Temporal que recuperó para ellos la Administración de Joe Biden, han llegado de forma legal en los últimos años a esta pequeña localidad del noroeste de Pensilvania, a una hora de Pittsburgh, transformándola visiblemente. Si en 2020 tenía una población de poco más de 4.300 habitantes según el último censo, ahora, por la inmigración, supera los 6.000. Y 700 de los nuevos pobladores son haitianos.

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