Los devastadores fuegos que están asolando Los Ángeles son el último ejemplo de las consecuencias del cambio climático. La combinación de fuertes vientos, el aumento de las temperaturas debido al calentamiento global y una sequía implacable han servido de catalizador de «uno de los incendios más importantes de la historia», en palabras de Ariel Cohen, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional de Los Ángeles.
Y los científicos advierten de que este tipo de fenómenos extremos va a ser cada vez más habitual. Según expertos consultados por la agencia Reuters, el riesgo de incendios en California ya no se limita exclusivamente a la temporada estival, sino que existe todo el año. «El cambio climático está reconfigurando los regímenes, los patrones característicos de los incendios forestales en la zona», sostiene Kimberley Simpson de la Escuela de Biociencias de la Universidad de Sheffield.
El condado de Los Ángeles, que abarca una parte del desierto del sur de California (Mojave), está sometido a clima cálido y seco alimentado por los conocidos vientos de Santa Ana, que soplan regularmente a través de su paisaje hacia la costa.
Estos vientos, que reciben su nombre del cañón de Santa Ana, en la intersección de los condados de Orange, Riverside y San Bernardino, suelen darse en los meses más fríos y consisten en fuertes ráfagas que soplan desde el interior del desierto hacia el sur del estado. Proporcionan un aire seco y cálido hacia la costa, en sentido inverso al aire húmedo habitual que llega desde el océano Pacífico.
Los vientos se crean debido a la alta presión sobre la Gran Cuenca, la vasta región desértica de EEUU que engloba casi todo el estado de Nevada, la mitad occidental de Utah y pequeños sectores en Oregón, Idaho y California. Este aire se va secando a medida que desciende y avanza en el sentido de las agujas del reloj hacia el sur de California, donde se topa con las imponentes cadenas montañosas que separan el desierto de las áreas metropolitanas costeras.
Al pasar sobre montañas y cañones, los vientos empiezan a ganar velocidad y se van volviendo cada vez más secos y cálidos, reduciendo drásticamente la humedad, con lo que secan la vegetación que acaba sirviendo de combustible para las llamas. En el pasado, los vientos de Santa Ana ya han alimentado algunos de los peores incendios de California. En esta ocasión, las rachas han alcanzado los 129 kilómetros por hora, llegando incluso a los 161 kilómetros por hora en algunas zonas montañosas.
Además de los vientos de Santa Ana, los científicos destacan que los actuales incendios están siendo amplificados por lo que llaman un episodio de «onda de montaña», que ocurre cuando se dan ciertas condiciones de temperatura en las cimas de una cadena montañosa y vientos que pasan sobre esas montañas. «Cuando esas condiciones se alinean perfectamente, se comportan como una ola en el océano, cuando los vientos fluyen sobre las montañas y luego se estrellan contra el otro lado», explica el científico Paul Schlatter del Servicio Meteorológico Nacional en Boulder, Colorado.
Una ‘onda de montaña’ similar ocurrió durante el incendio Marshall de Colorado, que avanzó rápidamente, el 30 de diciembre de 2021, fue avivado por vientos descendentes con ráfagas de hasta 185 kilómetros por hora y arrasó miles de hogares y negocios antes de ser apagado por la nevada de la noche siguiente. «Cualquier incendio en esas condiciones se descontrolará rápidamente», añade Schlatter.
Las tormentas de nieve de esta semana sobre las montañas de San Bernardino, aproximadamente a dos horas en coche desde Los Ángeles, podrían estar contribuyendo a la dinámica regional del viento.
A estas condiciones de fuertes vientos hay que sumar las recientes condiciones climáticas en el sur de California, que se encuentra actualmente sumida en una sequía tras dos inviernos, en 2022 y 2023, de fuertes lluvias que han Esto ha provocado que muchos árboles y arbustos estén ahora secos por la falta de agua y ardan con mayor facilidad.
Según explica el científico especializado en clima Daniel Swain a ‘The Guardian’, a pesar de que en el norte del estado ha llovido abundantemente, hay una falta «notable» de precipitaciones en el resto y partes del sur de California están viviendo uno de sus períodos más secos de los últimos 150 años.
«En este momento, es realmente una cuestión de quiénes tienen y quiénes no tienen precipitaciones y no hay perspectivas reales de que esto cambie a corto plazo», señala Swain. «Incluso a largo plazo, sigue siendo posible que este dipolo general persista durante el resto de la temporada, aunque esperemos que con una intensidad menos extrema».
Otro de los factores que está contribuyendo a agravar los actuales incendios es el aumento de la temperatura media en California. Según señala a Reuters el experto en gestión de incendios Lindon Pronto, del Instituto Forestal Europeo, desde 1980 ha aumentado en 1 grado Celsius.
«Finalmente, se produce un efecto acumulativo en el que se ve un comportamiento del fuego mucho más extremo en diferentes épocas del año… ya sea en diciembre o enero», subraya Pronto.
El paisaje urbano densamente poblado de Los Ángeles es otro catalizador del fuego, pues incluye material inflamable con cables eléctricos colgantes, postes telefónicos de madera y casas construidas con madera de acuerdo con los códigos sísmicos.