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El propósito del viaje sorpresa a Kiev de Olaf Scholz era expresar a Ucrania su compromiso inalterable, plasmado en un nuevo paquete de apoyo de 650 millones de euros. Mitigaría así el malestar ucraniano por su negativa a dar luz verde a los misiles de largo alcance Taurus. En lugar de buenas palabras, se encontró con un Volodímir Zelenski visiblemente molesto y dispuesto a criticarle en público. No solo porque a diferencia de Reino Unido, Estados Unidos y Francia, Alemania no autoriza su envío y uso sobre territorio ruso, sino por la reciente llamada de Scholz a Vladímir Putin.
Este tipo de acciones pueden interpretarse como un «reconocimiento de facto» y «no refuerzan a Ucrania«, advirtió Zelenski, en la rueda de prensa conjunta con Scholz, tras afear la conversación mantenida por el canciller con el presidente ruso a medianos de noviembre. «Después de una conversación (con Putin) hay una segunda, una tercera, una quinta conversación, porque a veces la gente quiere tomar el liderazgo por sí misma», añadió el líder ucraniano.
La visita de Scholz a Kiev era la primera en dos años y medio. Es decir, era la segunda vez que pisaba suelo ucraniano desde el inicio de la invasión rusa a gran escala. El canciller alemán se preocupó en recordar las múltiples veces que ha hablado telefónicamente con Zelenski, sus muchos encuentros en cumbres internacionales con el líder ucraniano, así como las asimismo frecuentes visitas de este a Alemania. «Habrá pocos líderes con los que en los últimos tres años haya mantenido tan estrechos e intensos contactos», dijo Scholz. Tras Estados Unidos, Alemania es el segundo contribuyente a la ayuda militar a Ucrania, con un monto total de 28.000 millones de euros, según cifras alemanas, principalmente en sistemas de defensa aérea.
Que Berlín brinda más apoyo que ningún otro aliado europeo es una especie de mantra que Scholz utiliza casi a diario. Su visita a Kiev fue sin anuncio previo, como suele hacerse por razones de seguridad, y seguía a la que realizaron el fin de semana, recién asumidos sus puestos, la nueva jefa de la diplomacia europea, la estona Katja Kallas, y el presidente del Consejo Europeo, el portugués António Costa.
Mensaje electoral
Para Scholz tenía, además, algo de mensaje hacia el elector de su país. El sábado, en el arranque de la campaña para las elecciones anticipadas alemanas del próximo 23 de febrero, el canciller y candidato del Partido Socialdemócrata (SPD) insistió en su apoyo cerrado a Ucrania y recordó lo mucho que ha aportado Alemania a Kiev. Especialmente en sistemas Patriot y tanques Leopard. Pero también aseveró que Alemania, bajo su dirección, no jugará a la «ruleta rusa«.
En esa consideración entra su rechazo a entregar los Taurus, los misiles de largo alcance alemanes cuya operatividad y precisión es mayor que los Storm Shadow británicos y los ATACMS estadounidenses. Pueden alcanzar objetivos a 500 kilómetros. Eso significa que, teóricamente, podrían llegar al extrarradio de Moscú, en caso de ser lanzados desde el extremo norte de Ucrania.
«Buscamos caminos para una paz justa y duradera para Ucrania», insistió Scholz en la rueda de prensa con Zelenski. «No habrá decisiones sobre Ucrania sin Ucrania ni por encima de las cabezas de los ucranianos».
La determinación de Scholz a no entregar sus Taurus topa con el parecer de los Verdes, los únicos socios de coalición que le quedan, tras romper con el tercer aliado, el Partido Liberal (FDP). La cúpula partido ecologista admitió este fin de semana que, con respecto a Ucrania, ven ahora mismo más «coincidencias de parecer» con la oposición conservadora que hacia los socialdemócratas de Scholz. Este posicionamiento de los verdes se puede interpretar como un guiño electoral u oferta al bloque conservador de Friedrich Merz, en primera posición en los sondeos para los comicios nacionales. A Scholz, sin embargo, le conviene representar el papel de un apoyo moderado respecto a Ucrania. Más de un 60% de los alemanes son contrarios al envío de los Taurus, sea por temor a represalias por el uso de misiles occidentales o por convicción.
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