ay un lugar en el mundo en donde en menos de 4 kilómetros de distancia ya se puede ver al país del lado, y al mismo tiempo a otro continente. Este es el caso de las islas Diómedes, en el estrecho de Bering.
Son dos islas hermanas, pero una pertenece a Rusia y la otra a Estados Unidos. Aunque la distancia que las separa es parecida a la que hay entre Bogotá y Tenjo, tienen una diferencia horaria de 21 horas.
Dos mundos diferentes
Aunque estas islas están relativamente cerca, son dos mundos diferentes. Entre los cayos, pasa la línea internacional de cambio de fecha, es decir, tienen una diferencia de 21 horas.
Así, mientras en la Diómedes Mayor, perteneciente a Rusia, son las 4 de la madrugada del jueves, en la Diómedes menor, de Estados Unidos, son las 7 de la mañana del miércoles.
Específicamente, están ubicadas entre el mar de Chukchi y el mar de Bering.
Cuando es invierno y el mar se congela, las islas quedan unidas por el hielo, por lo que se podría cruzar caminando, en moto de nieve o en esquís. Sin embargo, no se puede cruzar, ya que es ilegal debido a la ausencia de aduanas.
¿Quiénes viven allá?
Antes de 1876, en estas dos islas vivía un solo pueblo de esquimales Iñupiat. La zona fronteriza no existía para ellos. Pero todo cambió cuando Estados Unidos compró Alaska a la Rusia Zarista, que vivía problemas por falta de liquidez.
Aunque eran de dos países diferentes, las personas seguían cruzando las islas con normalidad, hasta que en 1948 cerraron la frontera.
Todo empeoró con el conflicto de la Guerra Fría, ya que Rusia impuso un decreto para trasladar a todos los habitantes de Diómedes Mayor a Siberia para que no se “contaminaran” de las costumbres de occidente.
Dejaron solamente la estación naval y los satélites para vigilar al enemigo.
Actualmente, solo se encuentra habitada la parte estadounidense, en donde vive una pequeña población nativa de alrededor de 160 personas.
El pueblo se encuentra ubicado en una zona estratégica de la isla en donde las olas y el viento no los molestan. En ocasiones, las olas alcanzan los 10 metros de altura.
Ahora, las personas del lado americano tienen la esperanza de algún día volverse a encontrar con sus familiares, con quienes perdieron contacto cuando colapsó la Unión Soviética. Pero la crisis de Ucrania y la escalada militar en la región nublaron esa posibilidad.
La vida en la isla
Los habitantes de la pequeña Diómedes viven de la pesca de salmón y cangrejos. Asimismo, viven de la caza de osos, focas y morsas, pues tienen permitida esta actividad por ser una comunidad indígena.
El islote tiene una escuela, tienda de comestibles, oficina de correos y un centro comunitario en donde se celebran las danzas tradicionales.
Estos lugares tienen acceso a internet durante unas horas, por lo general a la salida del colegio de los niños para que se diviertan jugando online.
Por causa del calentamiento global, las aguas se congelan cada vez más tarde, la capa de permafrost se descompone y el deshielo llega antes.
Esto ocasiona que la mayor parte de la pista de aterrizaje para avionetas no se pueda utilizar, por lo que la única comunicación que tienen es por medio de helicóptero o barcaza que lleva suministros periódicamente.
Todo en la isla es muy caro: un tarro de detergente puede costar alrededor de 198 mil pesos colombianos.