Marcel Wust fue uno de los mejores velocistas a finales del siglo XX. En el año 2000 tuvo que dejar el ciclismo después de perder el ojo derecho en una caída durante un critérium de exhibición en Francia. Siempre explicaba que los esprinters, si quisieran, podrían subir las montañas mucho más rápido a como lo hacen en carreras como el Tour. Decía Wust que cualquiera de ellos, a máximo esfuerzo, llegaría a 10 minutos de los escaladores, pero que convenía ahorrar energías y resultaba más práctico cruzar los montes a un tiempo escandaloso de los líderes.
Mark Cavendish, nombrado sir por el rey Carlos III, confirmó en julio y en el Plateau de Beille la vieja teoría de Wust. Aquel día cuando llegó a pie de puerto Tadej Pogacar ya levantaba los brazos después de una nueva exhibición. ‘Cav’, como todos lo denominan, fue advertido de que aceleraba o llegaría fuera de control, lo que se traducía en quedar eliminado del Tour. Cavendish apretó. Ahora resulta casi imposible agarrarse al coche porque miles de cámaras instaladas en los teléfonos móviles captan la situación, absolutamente prohibida. Los móviles fotografiaron a un Cavendish que ascendía por el Plateau como si se estuviese jugando la victoria. Jamás se le había visto tan rápido por unos parajes que siempre le han resultado esquivos. Realizó un tiempo que le habría hecho llegar a la cima entre los 40 mejores de la etapa. Salvó el fuera de control y una semana más tarde acabó el Tour. Fue el último de la clasificación. Se pasó seis horas más que Pogacar encima de la bici para finalizar su última ronda francesa, en la que batió el viejo récord de Eddy Merckx al conseguir, cómo no, al esprint, la 35ª victoria en la prueba.
Cavendish para muchos observadores del ciclismo ha sido, tal vez, el mejor velocista de la historia y el heredero de Mario Cipollini, el ‘rey León’, con un carácter furibundo que nada tiene que ver con el del corredor de la isla de Man, que se retiró oficialmente del ciclismo este mes en Singapur. Allí logró su última victoria en un critérium organizado por el Tour y comunicó que 2025 será el año uno sin el corredor británico en el pelotón. A las 35 victorias en la ronda francesa se añaden las 17 logradas en el Giro y las 3 conseguidas en la Vuelta y otros éxitos de prestigio como una Milán-San Remo y un campeonato del mundo.
Y, también, ha sido la baja más sonada en un 2024 que ya hace semanas colocó el letrero de cerrado por vacaciones. Cavendish se ha retirado con 39 años; buena parte del Tour se lo pasó animado en las etapas por su mujer y cuatro hijos. “Durante casi 20 años he hecho lo que más me gustaba en un deporte donde siempre traté de marcar la diferencia”, dijo como mensaje de despedida; uno de los pocos que han llevado los jerséis amarillo, rojo y rosa de las tres grandes rondas por etapas.
Romain Bardet, el niño mimado de Francia, fue el que les hizo soñar con romper el maleficio de los 40 años que se cumplirán en julio sin que uno de los suyos ganase el Tour. Dos veces subió al podio de los Campos Elíseos (segundo en 2016 y tercero en 2017 por un segundo ante Mikel Landa). Si bien es cierto que nunca estuvo en verdadera disposición de ganarle a Chris Froome, hizo creer a los franceses que estaba en condiciones de llegar de amarillo a París. Y de amarillo acabó en julio la primera etapa, en Italia, en el que fue su último Tour. Ya en verano anunció que lo dejaba, que se retiraba, aunque de forma diferida puesto que estará en competición hasta el Critérium del Dauphiné, la ‘fiesta’ ciclista que anuncia en junio que el Tour ya está a la vuelta de la esquina.
Bardet se empieza a ir con cierta decepción y disgusto con el ciclismo contemporáneo. “Nos dirigimos hacia un ciclismo donde el interés competitivo se reduce ampliamente y te preguntas si merece la pena luchar para acabar una carrera en sexta o séptima posición”. Cautivado por el duende del gravel no acabará de colgar la bici en un ciclismo francés de incierto futuro.
Un neerlandés, Robert Gesink (38 años), y un andaluz, Luis Ángel Maté (40 años) cierran el círculo de retiradas ilustres de 2024, como dos destacados representantes del ciclismo de currantes, la segunda línea tan importante para que los grandes líderes coleccionen triunfos. Ambos -seducidos también por el gravel- anunciaron la retirada en la Vuelta. Gesink se baja de la bici de carretera con 10 Tours (quinto en 2010), 11 Vueltas (sexto en 2009 y 2012) y tres Giros después de haber sido corredor de confianza sobre todo de Primoz Roglic en los últimos años en activo.
Maté, que acabó su andadura ciclista en el Euskaltel, corrió seis Tours y 12 Vueltas, muchas veces en escapadas, con cuatro triunfos profesionales pero con un pelotón que siempre le mantuvo la admiración.