«Gracias a nosotros ha llegado hasta donde ha llegado. Ese día tocó fondo e hizo un cambio de chip gracias a nosotros. Ya nos podría regalar alguna camiseta», bromean entre risas en el campo de fútbol de la Escola Industrial, hogar de la Penya Barcelonista Anguera. Se llaman Joan Bertran, Roger Casas, Sandro Giancola, Guillem González y Àlex Mayral y están de aniversario: el 14 de diciembre de 2014, hace diez años, celebraron un 5-0 contra el Barça que sigue siendo la mayor derrota que ha sufrido Lamine Yamal.
Ellos cinco, culés desde la cuna, fueron los cinco goleadores de aquel partido de la liga benjamina de segunda división. «Cuando veo un niño de nueve años con la camiseta de Lamine Yamal pienso que a su edad yo le gané», ríe Sandro. Tenían 9 años y Lamine Yamal y Marc Bernal, 7.
Semana especial
Era la temporada 2014-2015: la del triplete con Leo Messi, Luis Suárez y Neymar. Era la primera vez que jugaban contra el Barça y fue una semana especial. «Estábamos todos muy ilusionados y muy nerviosos «, asienten. Las gradas se llenaron de familiares y compañeros de clase. Abrió el marcador Guillem, a los seis minutos. A partir de su gol alguien empezó a grabar y el vídeo todavía se puede ver en YouTube. Dicen que las 3.500 visualizaciones que acumula deben ser suyas. «Los de la uni ya están hasta los huevos de verlo», asegura Joan. «Llevo diez años fardando de ese día, con casi cualquier persona que me encuentro», reconoce Guillem.
«No sé cómo fue mi gol porque no lo recuerdo y porque en el vídeo salen todos los goles menos el mío. Porque supongo que nadie se esperaba una victoria y empezaron a grabar después del primer gol «, añade. El 2-0 fue de Roger, de falta indirecta. «Sentí alegría. Lo celebré como un loco», admite. Corrió hacia la grada para dedicarle el gol a su primo Enric, primero con el dedo y después con un abrazo. Dicen que en ese momento perdieron el «miedo».
El 3-0 llegó a la media hora, obra de Sandro: «Yo no me lo creía, la verdad. No sabía ni como celebrarlo. Abrí las manos y ya está. Supongo que se lo había visto hacer a algún jugador». Buscó a su madre, Margarita, «pero había tanta gente que no la encontré». El Barça empezó a quejarse de la presión de los balones, manómetro en mano.
«Se lo dediqué a mi abuela»
Sandro sacó el córner que se convirtió en el gol de Joan, el 4-0. Y Àlex cerró la goleada ya al final, en el minuto 46 de 48. La pelota tocó en el travesaño, botó en el césped y entró: «Me volví loco. Se lo dediqué a mi abuela, que estaba ahí». Se llama Carme. Lamine Yamal, vestido de color salmón, con unas botas negras con el Nike en blanco, levantó la cabeza en señal de frustración y luego clavó sus ojos en el suelo. Lucía el número ’10’. «Ya era como ahora, que no sabes por donde saldrá», explica Joan. «Era muy ágil y siempre se te iba», añade Sandro.
Recuerdan poco de la fiesta del vestuario por un estado de shock, argumenta Guillem. «Tengo grabada la imagen del marcador. Solo se ponía en los partidos grandes. Era de esos que se cambian los números de forma manual y recuerdo ver el 5-0 y flipar», asiente. Admiten que el lunes fueron los cinco niños más insoportables de los colegios de toda Barcelona.
El premio de Port Aventura
Ese invierno fueron a Port Aventura. Los padres les prometieron el Tibidabo si enlazaban tres victorias o Port Aventura si encadenaban cinco triunfos. Apostaron por la segunda opción y lo lograron. Desayunaron chocolate con churros en el bar del delegado, padre de un compañero, y después disfrutaron en Port Aventura. Algunos más que otros: «Roger y yo nos pusimos papel de plata en los zapatos porque no llegábamos a la altura mínima. Pero a mí me pillaron y no me dejaron subir al Furius Baco. Recuerdo mirarles mientras me esperaba abajo con los padres»¸ dice Àlex. Ganaron la liga con nueve puntos de renta sobre el Barça, subcampeón, y con un balance de 28 victorias, un empate y dos derrotas: ante el Don Bosco y ante el Barça (7-3), el 26 de abril en la ciudad deportiva Joan Gamper.
Lamine Yamal abrió el marcador con dos goles en los minutos 3 y 6 y Marc Bernal también firmó un doblete. «Eran aviones. Hacían de todo». Dicen que eran los dos mejores junto a David Sáez, un niño con el pelo largo y rubio. «Le llamábamos Rakitic. Era muy bajito. Me dijeron que le siguiera hasta si se iba a hacer pipí», explica Àlex. Guillem marcó los tres goles del Anguera. Acabó la liga con 52 goles, pero el pichichi fue para Bernal con 58. «Pero el marcó cinco goles de penalti, eh», matiza Guillem. Lamine Yamal hizo 25.
Camiseta enmarcada
La foto de la camiseta de campeones es del partido de Sant Joan Despí. «Tengo más recuerdos del vestuario que del partido», asegura Guillem. «Cuando vimos la camilla, las aguas, las duchas y todo dijimos ‘uau'», evoca Joan. Entre tanto lujo Àlex se despistó hasta tal punto que no sale en la foto. Lo añadieron con Photoshop. Joan atesora la camiseta enmarcada y Sandro, un cuadro con la foto de ese equipo.
Solo dos continúan jugando: Àlex, que cursa un grado superior de dirección y gestión en hostelería y hace bolos de cocinero, y Joan, que estudia ADE y entrena a un alevín del club. Sandro estudia Farmacia. Guillem estudia CAFE y entrena dos equipos de fútbol sala en un colegio y Roger cursa un grado superior en administración y finanzas y trabaja de árbitro y veinte horas en un Pans and Company. Celebran y disfrutan la irrupción de Lamine Yamal: cuatro de los cinco son fijos en el Estadi Olímpic Lluís Companys.
«Todos estamos contentos de nuestro camino. Claro, ves la carrera de Lamine y piensas que podríamos haber sido nosotros, pero hemos ido haciendo nuestras vidas y no las cambiaríamos», dice Guillem. «Aquel día nos durará para siempre. Es historia. Se lo contaré a mis nietos. Es la herencia que dejaré», enfatiza. Por ahora no tiene ni novia. Todos ríen.