Leo Messi, a lo máximo que llegó en 17 años, fue a inventarse una, o dos, o tres, o diez gastroenteritis cuando se enfadaba con su entrenador, le molestaba que algún compañero no le hubiese hecho la asistencia de gol que debía o, simplemente, quería hacerse valer y demostrar que era el ‘puto amo’ del vestuario, del equipo, del club y del barcelonismo. A Messi nunca se le ocurrió, por ejemplo, la excusa de la plancha de papá Busquets o jamás se le pasó por la cabeza ir al estadio en bici eléctrica como Piqué.
Esas fueron las dos situaciones más esperpénticas de los 125 años del Barça, hasta que ha llegado Lamine Yamal, el heredero (dicen) de ‘la Pulga’, y se ha ido de vacaciones de Navidad a Dubai, estando seriamente lesionado de su tobillo derecho.
La perla de La Masia, el futbolista sobre el que se sustenta cualquier posibilidad de éxito del Barça de Hansi Flick, el jugador franquicia, el muchacho que tiene prohibido, por contrato, ir en bici, montar en moto o esquiar, se ha ido a Dubai a jugar con boas, cocodrilos, águilas y dar de comer a los leones.
¿Alguien al volante?
Al presidente Joan Laporta, ya le parece bien. Bueno, le trae sin cuidado. El vicepresidente Rafa Yuste hace tiempo que no cuenta. El asesor Enric Masip ha dado su visto bueno como miembro de la Comisión Deportiva. El cuñadísimo Alejandro Echevarría, que, muy probablemente, es quien ha organizado el viaje y, por descontado, quien le sugirió a los doctores que sería bueno que el chico se distrayese un poco, tiene contento a la estrella azulgrana, con la que planea, tal vez, hacer futuros negocios.
En el otro lado de la idea, aunque estén en contra de semejante disparate, aunque sospechen que no hay nadie al timón, no abrirán la boca. Flick si algo ha aprendido en los pocos meses que lleva en el Barça es que, aunque esté hasta las narices de que el cuñado se pase todo el día en la Ciudad Deportiva, no puede llevarle la contraria al hombre que lo decide todo, todo, todo en el Barça, sin ser nadie, nadie, nadie. Es evidente, que alguien le ha comentado (a Flick, digo) que Xavi Hernández empezó a estar en el alambre cuando Echevarría decidió que ya no le gustaba. Esas cosas se aprenden rápido.
A los médicos del Barça les da igual. Nunca han tenido voz ni voto. Manda el futbolista, siempre. Ya se les escapó un mes Araujo a Uruguay y ni rechistaron. Así está Araujo, que aún no ha vuelto. Es esperpéntico que Lamine Yamal, el mejor futbolista del Barça, el hombre del futuro (perdón, del presente), se vaya de vacaciones a Dubai, con su primo, su amigo del alma y, eso sí, un fisio culé, al que han dejado sin Navidades con los suyos.
En agosto, cuando el incidente del padre de Lamine Yamal, escribí que alguien debería cuidarse de ese muchacho, que no hace tanto dejó de ser un niño. Ahora ya se puede afirmar con rotundidad que llegan tarde. Se les ha escapado de las manos. Mientras sus compañeros de La Masia acuden a Montjuïc con la ropa del club, Lamine Yamal viste un anorak de Louis Vuitton, de 3.000 euros. ¿Hace falta? ¿Es necesaria tanta ostentación? ¿Es el mejor ejemplo?
A Laporta le da igual, Yuste no manda, Flick no se queja por si acaso y Mendes se frota las manos pues, cuanto más popular y famoso sea Lamine Yamal, más fácil y caro podrá venderlo cuando el Barça necesite el dinero para devolver el crédito del Espai Barça.
El problema es que ni desde el club, ¡menudo está el club como para ser ejemplo de algo!, ni desde la Ciudad Deportiva, donde no quieren que los muchachos se enfaden ni buscarse problemas con los que mandan, ni, mucho menos, desde el entorno de Lamine Yamal, le van a marcar pautas de comportamiento a la estrella de las estrellas.
Si lo hace Mbappé…
Si lo hace Cristiano Ronaldo, por qué no puede hacerlo él. Si Kylian Mbappé, también lesionado, en lugar de quedarse en Valdebebas a recuperarse, se fue a Estocolmo y por poco la lía (la justicia sueca ya ha dicho que allí no pasó nada), quién puede impedir al mejor futbolista del Barça viajar, con todo el lujo del mundo, a Dubai. Total, se pone una férula en el tobillo dañado, se entrena alguna que otra horita en el gimnasio del hotelazo con el fisio culé y, luego, a dar de comer a los osos, leones y a jugar con la gigantesca boa.
Quien sin duda, además del cuñadísimo, está detrás de esta curiosa y maquiavélica manera de recuperarse de una seria lesión de tobillo es el riquísimo Jorge Mendes, que lo único que pretende, no es que Lamine Yamal lleve la vida e imagen que llevó Leo Messi, sino que sea lo más popular posible, abra mercados tan interesantes como Dubai, Catar y Arabia Saudí y, luego, ya lo venderemos por 200 o 300 millones de euros, que buenos serán para pagar a Goldman Sachs y JP Morgan, porque de otra manera no sé de dónde van a sacar el dinero, si ni siquiera tienen para inscribir a Olmo.
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