Sufrió de nuevo el Barça. Esta vez ante el Espanyol (7-1) y en casa. Por el resultado nadie lo diría, pero el primer tiempo del conjunto culé levantó murmullos en el Johan Cruyff en la vuelta del derbi catalán tres años después. Necesitó Pere Romeu mover sus filas y para dar entrada a Alexia, Pajor y Graham Hansen. La capitana se apropió del centro del campo, mientras que las dos de arriba desconfiguraron al equipo perico.
En el primer tiempo, el Barça reescribió su propio guion, ese que antes hacía que los partidos transcurrieran entre goles y jugadas de escándalo. Ahora es más bien la descripción de un viacrucis. Han cambiado las sensaciones y los nuevos planteamientos no terminan de encajar. Empiezan a resonar preguntas por los pasillos del Johan Cruyff. «¿Qué está pasando?», se repite. La duda serpentea entre la preocupación y los recuerdos.
El Barça se plantó ante un Espanyol rocoso, que fue al choque y que no se amedrentó. Sabía cuál era su partido, el de frenar la progresión azulgrana, y a ello se encomendó sin reticencias. El Barça aceptó el rol dominante, pero no se sintió cómodo, y no fue por los obstáculos que les planteó el equipo de Sara Monforte. El balón iba al tran-tran, le faltaba ese plus de velocidad que les hubiera permitido superar las líneas extremadamente juntas que plantó el Espanyol. Circularon las azulgranas por las bandas, conectaron con cierta fluidez hasta que llegaban al último cuarto de campo. Ahí el Barça se aturullaba.
La frustración
Demasiados errores empezaron a penalizar al conjunto azulgrana, que empezó a frustrarse. No conseguía fluir y no hay cosa que le dé más rabia a estas jugadoras que encartonarse con el balón. Una anarquía absoluta reinó sobre el verde hasta que el Espanyol les golpeó de lleno. Simona recogió el balón dentro del área con la diestra y, tras rasparla con los tacos, la enganchó. El balón entró. El Barça se deshizo un pelín tras consumarse el tercer partido consecutivo en que el conjunto de Pere Romeu empezó perdiendo.
El técnico azulgrana movió el banquillo en el descanso y el Barça se reconoció. Con Alexia Putellas, Ewa Pajor y Caroline Graham Hansen el equipo fue otro. Recuperó la velocidad, el control y el futbol. Se gustó y llegaron los goles. Pajor firmó el primero totalmente apurada en el segundo palo y con un remate de cabeza que tumbó Romane Salvador. La polaca salió a la carrera hacia el centro del campo pidiendo a sus compañeras que la siguieran. El empate daba aire y calma a un equipo que luchaba contra el hastío.
Y apareció ella. La que siempre está. La que lleva en la sangre el futbol y te salva cuando parece que no hay respuestas a tus preguntas. La que guía el equipo, lidera y convence. Alexia Putellas. La capitana recogió un balón muerto dentro del área e hizo magia. Se cargó el equipo y la afición a la espalda y coló el esférico dentro de la portería. Ese empujón que tanto necesitaba el equipo se lo dio la futbolista que no para de agrandar su leyenda. En números, momentos y goles.
No conforme solo con poner por delante a su equipo en el marcador, Alexia buscó más. Se instaló en el área y acarició un balón que Mapi León colocó por encima de la defensa. Un sutil contacto que descorchó a un Barça que volvió en sí mismo. Claudia Pina y Aitana Bonmatí ampliaron el marcador con dos tantos más que asentaron la manita.
Mientras el curro de Alexia y Pajor deslumbraba con sus goles, había una pieza clave que se mantuvo imprescindible aunque siempre discreta. El talento de Caroline Graham Hansen es indescriptible. Las soluciones que el aporta al Barça cuando este se pierde son como una tabla de salvación. Al ritmo que ve el futbol y sus posibilidades pocas la igualan.
Dos tantos más de Pajor consecutivos, casi en el mismo suspiro, desató la euforia en las gradas del Johan Cruyff. Las culés habían sufrido sobremanera en una primera parte en que su equipo no consiguió vivir en paz. Con la sarta de goles del segundo tiempo, las buenas sensaciones y el entusiasmo se confirmaron cuando la colegiada señaló el final del partido. Un derbi que dejará muchas cosas para analizar, pero que devuelve al conjunto culé la paz.