Debía ser Julián Álvarez la nueva ilusión del Atlético. O quizá Alexander Sorloth, incluso Conor Gallagher, cromos dorados para embellecer la colección de esta temporada. Pero, en la zozobra, en un otoño plagado de ‘bugs’ que no terminan de corregirse en el equipo rojiblanco, Simeone ha encontrado la alegría en su propia sangre. Porque Giuliano, el tercero de sus hijos, llamado a tener un rol residual tras un año encallado por una grave lesión, es quien eleva los modestos niveles de entusiasmo en el Metropolitano.
Desde el carril derecho, crece y crece a cada partido Simeone Jr., desde este domingo ya goleador con la camiseta rojiblanca. Suyo fue el primer tanto (el segundo fue de Sorloth) con el que el Atlético ganó a la UD Las Palmas, en un partido que no pasará a la historia del club, pero que le reporta al equipo una victoria imprescindible para no perder (todavía) más comba en la clasificación liguera. Y para encarar la visita del miércoles al París con otro ánimo, que buena falta le hacía. Para los de Diego Martínez, un frenazo a su rehabilitación desde la UCI, tras ganar sus dos últimos compromisos ligueros.
Solidaridad con Valencia
Lo importante del día en el Metropolitano, no obstante, ocurrió antes de que empezara el partido. La afición del Atlético respondió de manera masiva a la llamada a la solidaridad por las víctimas de la DANA en Valencia. Beatriz Espejel, esposa del capitán Koke, y Óscar Mayo, director general de operaciones del club, recogían los centenares de bolsas de ayuda llevadas por los seguidores colchoneros.
Los detalles continuaron durante el partido, con los jugadores del Atlético sujetando las banderas de las peñas rojiblancas de Paiporta y Utiel, dos de las localidades más golpeadas por el desastre, durante el emocionante minuto de silencio previo. También en la celebración del gol de Giuliano, en la que el joven argentino levantó junto a Koke una camiseta del Atlético en la que se leía «Força i ànims», «Fuerza y ánimos».
Pero antes de llegar a ese punto, en el minuto 37 del partido, el Metropolitano asistió a un espectáculo sin chispa ni gracia, en el que la emoción la había puesto un posible penalti de McKenna por mano que De Burgos Bengoetxea, tras una larga revisión en el monitor del VAR, decidió no sancionar.
El gol de Giuliano
La UD Las Palmas absorbía gran parte del tiempo de posesión, pero lo hacía sin inquietar a un Atlético que no tenía reparos en replegarse cuando no le funcionaba la presión alta de sus delanteros, esperando con paciencia su oportunidad. Y esta llegó en un gran pase largo de Nahuel Molina hacia un desmarque también excelente de Giuliano. Remontó el hijo de Simeone las yardas que le restaban hacia la portería de Cillessen y marcó su primer gol con la camiseta del Atlético, 30 años menos dos días después de que su padre hiciera eso mismo.
El Atlético absorbió a partir de entonces el control del partido, con Griezmann estrellando en el larguero un balón justo antes del descanso, del que ya no volvieron el renqueante Barrios ni Samu Lino. Gallagher y De Paul fueron llamados a filas para meter más músculo al centro del campo y posteriormente salieron Correa y Sorloth para refrescar el frente ofensivo.
El susto de Cillessen y la sentencia de Sorloth
Mientras tanto, el portero Cillessen tuvo que retirarse inmovilizado en camilla, parte del protocolo, tras recibir una patada fortuita de Nahuel en la cabeza. Un frenazo al ritmo del partido que, en realidad, no cambió nada, pues el choque se fue amodorrando, con el Atlético acumulando alguna llegada tímida, con la UD Las Palmas sin recursos para encontrar el empate.
En ese contexto, el Atlético logró atar la victoria en el minuto 82, en una jugada muy similar a la del primer tanto. Esta vez ejerció De Paul de preciso asistente y Sorloth de goleador, busca el desmarque, la carrera a campo abierto y finalmente la definición en el mano a mano. Allí se finiquitó un partido que quizá nunca debería haberse jugado y en el que lo importante, en realidad, ocurrió antes siquiera de que empezara.