No había un lugar mejor para reaccionar que en la cancha del líder. El Barça detuvo su largo deslizamiento por la cuesta abajo que había emprendido desde que un día, precisamente, había sido primero, como el Mónaco ahora, con una maravillosa victoria que recuperó la mejor versión, aquella, del equipo azulgrana (84-98). Seguirá el cuadro de Joan Peñarroya en el centro de la tabla europea, pero se ganó, además de los puntos, el rearme moral que necesita para responder a las expectativas que ha ido tirando al suelo.
Darío Brizuela acunó a sus compañeros con 6 triples de 8 intentos y 4 de 6 de dos (27 puntos) en la segunda mitad, cuando reaparecían los miedos que acosan al quinteto culé. Disfrutaron los azulgranas de cómodas ventajas que, en condiciones normales, serían definitivas. No es el caso, ya que el colectivo se ha distinguido por echar por la borda victorias que parecían aseguradas. Se colocó a ocho el Mónaco (82-90), pero Brizuela encadenó cinco puntos y tres más de Abrines desataron la euforia en el vestuario culé.
Fall transmite fe
Los cuatro puntos y cuatro rebotes de Fall en los seis minutos iniciales fortalecieron la confianza del equipo azulgrana desde un principio. Poco se espera del gigante, porque poco había dado hasta ahora, pero esa productividad en un partido tan crítico transmitió al grupo que podían ser capaces de asaltar el apacible Principado. La brecha que abrió el Barça se amplió poco después sin Fall, relevado en la pintura por Metu. Lo que se ganó en puntos se perdió en intimidación defensiva y rebotes.
Al Barça no le falta capacidad ofensiva; lo que le sobra es fragilidad defensiva. Mientras fue anotando, ante el Mónaco de Vassilis Spanoulis, poco severo también atrás, concedió desahogo a los azulgranas, que se dispararon hasta los 14 puntos de ventaja (29-43). No era algo extraño ni extraordinario. Ha sucedido en muchos partidos. El drama reside en la gestión del juego, en la continuidad del equipo. Esa trabajada ganancia voló de golpe, después de un tiempo muerto pedido por el irritado Spanoulis, hasta reducirse a la insignificancia (41-45).
Remontada que se frena
Entre Fall y Motu sostuvieron el andamiaje por la ausencia de Jan Vesely, aún lesionado, y la de Willy Hernagómez, espectador en el banquillo, castigado, privado de dar un descanso y de ganarse el minutaje negado.
No pareció que hiciera falta Hernangómez en el desarrollo del encuentro. Ni siquiera cuando el Mónaco sufragó la distancia del marcador, como se temía. Matthew Stratzel enchufó tres triples seguidos para empatar y aventajar a su equipo (57-54). Metu y Brizuela, los hombres del partido, restablecieron el colchón (60-68), que ya no perdió plumas. Las iba añadiendo Brizuela, al que secundaron Punter y Abrines para fortificar el tesoro de un triunfo significativo.
AS Mónaco, 84 – FC Barcelona, 98
Mónaco: Loyd (7), Calathes (8), James (23), Brown (2), Motiejunas (2) –cinco inicial-; Papagiannis (10), Blossomgame (9), Strazel (15), Okobo (4), Tarpey (0), Jaiteh (4).
10 de 26 triples (Strazel, James, 4), 30 rebotes, 7 ofensivos (Papagiannis, 2), 13 asistencias (James, 8).
Barcelona: Satoransky ()3), Punter (14), Parker (12), Anderson (8), Fall (6) –cinco inicial-; Núñez (4), Brizuela (27), Metu (13), Abrines (11), Parra (0).
13 de 25 triples (Brizuela, 3), 37 rebotes, 9 ofensivos (Abrines, Anderson, 2), 20 asistencias (Satoransky, 6).
Parciales: 17-25; 24-20; 19-21; 24-32.
Árbitros: Ilija Belosevic, Milos Koljensic, Luka Kardum.