Es fácil que un árbitro sea protagonista en un partido de máxima rivalidad como el Atlético – Real Madrid. Pero es difícil que se deba a una actuación extraordinaria como la de Mateo Busquets Ferrer (Palma, 1993). Que un colegiado cumpla está en el guion previsto, por eso su labor queda sin reconocer demasiadas veces. No hubo discusión a la hora de valorar la actuación de un profesional que hace dos años estaba dirigiendo en tercera categoría. Con la misma serenidad y justicia que demostró en el derbi madrileño, su «prueba de fuego», como la definen fuentes arbitrales, y que superó con nota. Desde la suspensión por el lanzamiento de mecheros hasta las jugadas más comprometidas.
La visión del árbitro que antes fue futbolista
Cuando se produjo la designación de Busquets Ferrer para el derbi madrileño, los que no están familiarizados con sus apellidos miraron de lado. Sin embargo, desde el Comité Técnico de Árbitros existía plena confianza en el balear. Los motivos principales: su seriedad y diligencia para ejercer en duelos complicados, algo que le ha caracterizado desde que empezó a dirigir en categorías modestas. Lo demostró y se aisló del ruido que le había perseguido después del Villarreal – FC Barcelona en el que se miraron con lupa las entradas sobre Lamine Yamal. «Es una persona muy disciplinada que se toma muy en serio su preparación, tanto la física como del partido en sí. Tiene un modo de ver el fútbol excelente«, comentan fuentes arbitrales.
Por eso, en su caso, la rapidez que le ha llevado a ser un árbitro de élite con 30 años es la consecuencia de un trabajo constante desde que era adolescente. «Empecé con quince años. Jugaba a fútbol y a raíz de un mal partido mi padre me lo comentó medio en broma. Al lunes siguiente fui a mirarlo y justo empezaba un curso. Me apunté con mi tío y lo fui compaginando mientras seguía jugando a fútbol. Cuando acabé la etapa de juvenil me centré totalmente en el arbitraje y hasta hoy», contaba en una entrevista con el Diario de Mallorca después de ascender a Segunda en 2022.
«Al principio era muy autoritario y no me gustaba demasiado hablar. Con el tiempo, uno tiene sus herramientas y las usa a su favor. Ahora me considero bastante dialogante«, explicaba en esta conversación, que tuvo que actualizar tras apenas una temporada dirigiendo en la categoría de plata. Para encontrar un caso de promoción tan fulgurante hay que remontarse a la temporada 1995/1996, cuando Iturralde González llegó a Primera luego de un breve paso por el segundo nivel del fútbol español.
Cuadra Fernández, mentor de un árbitro de nueva generación
«Soy consciente de que la Primera División es otro mundo, pero creo que tengo un bagaje importante en Segunda B y Primera RFEF con jugadores veteranos. Me centro en hacer bien mi trabajo más allá de futbolistas y aficionados«, explicaba antes de afrontar un reto que le ha consolidado como «el futuro del arbitraje español», según le definen los profesionales con los que trabaja. Su buen hacer le ha convertido en favorito para ser trencilla internacional, una condición de la que gozan 15 árbitros en la actualidad.
Los tres últimos en incorporarse a esta selecta nómina fueron Javier Alberola Rojas, Alejandro Muñiz Ruiz y Eugenia Gil Soriano. El primero es otro de los representantes de la nueva generación de árbitros de la que también forma parte Víctor García Verdura. Después de dirigir un derbi como el madrileño, con lo que ello supone, la siguiente gran meta para el de Palma es un ‘clásico’, «que no tardará en llegar», según los que han seguido su trayectoria. Una carrera que inició como jugador, condición que le permite leer el fútbol como nadie. Tenía buen pie, como demuestra la foto de la selección alevín de Baleares que se hizo popular antes del Atlético – Real Madrid, en la que aparece junto a Sergi Darder, actual jugador del Mallorca, entre otros.
La transición de profesión la hizo desde abajo, dirigiendo partidos en el siempre complicado contexto del fútbol modesto. Uno de sus mentores ha sido Cuadra Fernández, árbitro madrileño, paro adscrito al colegio balear. Desde joven les une un vínculo de amistad, al igual que con la mayoría de colegas de profesión que solo tienen palabras positivas de su compañero. «La edad no importa, si vales, te tienen que probar. Y así lo está demostrando en esta temporada espectacular», valoran fuentes arbitrales. Busquets Ferrer es autocrítico con su labor y es consciente de que tiene margen de mejora en cuestiones como las tarjetas.
El protocolo contra los lanzamientos del derbi
La pasada temporada, el balear fue el cuarto juez que más tarjetas amarillas mostró: 104, solo superado por Soto Grado, Pulido Santana y Sánchez Martínez. El mallorquín lideró también el apartado de rojas directas, con siete cartulinas. En lo que va de temporada, Busquets Ferrer sigue siendo el cuarto árbitro que más cartulinas amarilla muestra: 25, a lo que hay que sumar tres expulsiones. Una por doble amonestación y dos por rojas directa, como la que vio Llorente, corregida a instancias del VAR en el que estaba Javier Iglesias Villanueva.
El éxito de Busquets Ferrer fue fruto de la actuación del equipo arbitral en el que estuvieron Adrián Díaz González y Javier Martínez Nicolás como asistentes. El cuarto fue Jorge Díaz Escudero y en el AVAR estuvo Francisco José Hernández Maeso. Para el balear, el derbi madrileño fue su partido número 25 en Primera. Debutó el 3 de septiembre de 2023 en un Girona-Las Palmas. Su buen hacer en la temporada de debut ha hecho que en las ocho primeras jornadas de la temporada actual haya dirigido al Real Madrid en dos ocasiones, una al FC Barcelona y otra al Atlético.
El mallorquín fue dialogante en el derbi, donde aplicó a la perfección el protocolo. Su acta arbitral es un fiel reflejo: «Se procede a reunir en el vestuario arbitral, a capitanes y delegados de ambos equipo, directores de LaLiga, el coordinador de seguridad, y delegado federativo, para hacerles conocedores de la situación, advirtiendo que de repetirse nuevamente dichos lanzamientos se procedería a la suspensión definitiva del partido». Una demostración de su carácter directo y sin estridencias. La forma de Busquets Ferrer para lograr el protagonismo es a través de su oficio. «Aunque si por algo le recordarán cuando se retire es por ser un buen tío, que, al final, es lo más importante», sentencian desde un gremio complejo, sometido a todo tipo de críticas, pero en el que ya está dejando huella.