“Tú te compras un McLaren 750S coupé, con motor V8, por 324.000 euros, una de las últimas maravillas de los deportivos. Y, entonces, decides escribir a la Dirección General de Tráfico para que te de permiso, para que te deje, a ti solo, solo a ti, circular a 280 kilómetros por hora por las carreteras y autopistas españolas. Envías la carta y te pones a esperar. Bueno, no, peor, decides que te van a contestar a los tres días”.
Un miembro de la Liga de Fútbol Profesional, poco influyente, desde luego, me explicaba así, a media tarde de hoy, el planteamiento del Barça. El invento, la incapacidad, el caos, el lio lo ha promovido, de nuevo, Joan Laporta. Es más, el presidente sabe mejor que nadie (se lo han dicho hasta los jueces), que no podía comprarse el McLaren y que, en España, no se puede circular a más de 120 kms/h. La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) le envió, el pasado 2 de diciembre, una nota recordándole que la fecha tope eran las 23.59 horas del 31 de diciembre.
“Veamos. ¿Quieres que te cuente cómo funciona el Barça? ¿Te lo cuento?”, me comentó poco después uno de los muchos ejecutivos que ha huido de este infierno. “Pues muy sencillo: Laporta, cuya gobernanza es un insulto a la inteligencia, crea problemas continuamente para arreglarlos y, luego, convertirse en un héroe al solucionarlo. Y esta vez, como todos sospechábamos, se ha pillado los dedos. Y así un lio después de otro. O es que no has visto cómo han resuelto el caso, tan o más escandaloso que el de Olmo, de Thomas Heurtel”.
La gestión presidencialista de Laporta, con su excuñado Alejandro Echevarría como brazo ejecutor, comporta vivir siempre sobre el alambre. Es más, a la ‘gent blaugrana’ hasta le hace gracia tener un presidente tan divertido, tan de ‘pit i collons’, pero, al final, como acaba de relatar Marc Ciria, el club pasará a manos de los prestamistas. “En 2028, hay un vencimiento de casi 600 millones de euros con Goldman Sachs, que es inasumible”.
Todo es una broma, un ridículo, un cachondeo y algo que ofende al sentido común. Ya saben, «yo soy el único que tengo en la cabeza el club». Y, claro, al final ocurren estas cosas. No hay CEO, no hay director general, no hay gerente, no hay director financiero….eso sí, hay un ‘compliance officer, Sergi Atienza, exsocio y amigo del presidente que lo permite todo y, por descontado, hay un montón de familiares, enchufados y un excuñadísimo que lo decide todo, incluso este desastre (y el de Heurtel), en el FCBarcelona.
El pitido final
“Otra cosa que me parece de chiste, pero de chiste malo, de muy poca gracia”, me comentaba la misma fuente de LaLiga, “es que el Barça hable de ‘causa de fuerza mayor’. ¿Causa de fuerza mayor? Perdón, el juez acaba de decirle que usted ficho, por 55 millones de euros, que no es poca cosa, a Dani Olmo, cuando estaba excedido del límite salarial en 100 millones; lo tuvo sin jugar dos semanas porque no lo pudo inscribir; lo inscribió por lesión grave de otro futbolista y ha tenido cinco meses para presentar el dinero suficiente para reconfirmar su inscripción. Y no lo ha hecho. Punto y final. Su tiempo ha terminado. ¿Caso de fuerza mayor?, por favor, fue usted quien decidió esperar hasta el último minuto del último día y se quemó”.
«¿Quieres que te explique cómo se gobierna el Barça? Es bien sencillo, Laporta provoca el caos, genera los líos, para, luego, solucionarlos y convertirse en un héroe. Así es como se lleva el ‘mès que un club'», comenta un exejecutivo, huido del naufragio
No era el 3 de enero cuando debías presentar los contratos y los avales. Era el 31 de diciembre. Y lo sabías desde hace meses. Resulta increíble que el Barça, Joan Laporta, Enric Masip, asesor personal del presidente y miembro de la Comisión Deportiva, Rafa Yuste, Ferrán Olivé y hasta el mismo Deco, que acaba de regresar de sus fantásticas vacaciones en Portugal, no hayan dado aún la cara y hayan dejado solo ante el peligro al bueno de Hansi Flick, que ya empieza a saber dónde se ha metido.
Pero yo sé (y usted) cómo terminará esto. LaLiga no cambiará su decisión y menos siendo Javier Tebas, el vicepresidente más fuerte de la RFEF. Y menos con un montón de equipos vigilando que no cambien de criterio, especialmente el Athletic, que se acuerda (y mucho) del ‘casi Nico Williams’. Y Laporta, además de volver a recurrir a los juzgados, arrastrando, aún más, el nombre del Barça por el lodazal, volverá a culpar al “madridismo sociológico’ de todo lo que le ocurre, cuando el único que va contra dirección por la autopista es él. Y les digo una cosa: hay 30.000 culés, como poco, que dirán amén.
Aquella graciosa lona
Ya saben: nos quieren ver desaparecer; estamos resurgiendo; nos temen; ven que empezamos a ser una amenaza; nos persiguen; se han inventado el ‘caso Negreira’ para dañarnos; el Barça solo nos tiene a nosotros…por un minuto, por un momento, por un instante, me gustaría saber qué diría el propio Laporta si quien protagonizase este vodevil, esta comedia barata, fuese el Real Madrid. Si Florentino Pérez no cumpliese los plazos de entrega de documentación y avales, solicitase una moratoria de tres días (no, peor, se la inventase él) y se sentase a esperar que la RFEF y/o LaLiga le volviese a echar una mano.
No es un problema de hoy, ni de ayer, ni de mañana, porque mañana, ya verán, ocurrirá algo tan tremendo como lo de Dani Olmo, Pau Víctor o Thomas Heurtel. Es un problema de cómo se lleva el Barça, a golpe de improvisación. Hay quien parece olvidar que esto empezó mucho antes de que los socios votasen, mayoritariamente, a Laporta.
Empezó con el “ganas de volver a veros”, que era una (graciosa) puñalada al ‘madridismo sociológico’. Y así les ha ido. Empezó haciendo llorar a rabiar, a lágrima vida, a Leo Messi, al que despidieron a patadas del club de su vida, tras asegurar que él, Joan Laporta, arreglaba su renovación “con un asadito”. Empezó en la madrugada de los avales, con una directiva que no tenía un euro para avalar y la aparición de un interesado y un amigo, aportando más de la mitad del aval….empezó, empezó, empezó….y sigue, sigue, sigue.
Todo eso sí es causa de fuerza mayor para que los socios, ya no digo el propio Laporta, se planteen si, realmente, vale la pena seguir manchando la reputación del Barça y, sobre todo, continuar siendo un meme continuo, el hazmerreir de medio mundo.