No pudo ser. España murió en la orilla tratando de evitar el adiós de Rafa Nadal, que se dio mucho antes de lo esperado. Entre lágrimas empezaba la jornada el tenista balear superado por la emoción del momento en un Martín Carpena entregado a su figura, y entre lágrimas la cerró en el homenaje que la organización le tenía preparado.
El balear fue el protagonista desde primera hora del día con la noticia de su elección para el primer partido de la eliminatoria. Su rival, Botic Van de Zandschulp, quien ya había avisado en el US Open ante Alcaraz de lo que era capaz.
El neerlandés impuso su ritmo cortante a base de golpes potentes y efectivos en la rápida pista de Málaga ante un Nadal que admitió no haber podido encontrar el buen nivel que venía mostrando en los entrenamientos.
Doble 6-4 en contra para el de Manacor que dejaba todo en manos de Alcaraz. Al murciano se le giraba doble trabajo. Primero, en el segundo partido de individual ante Tallon Griekspoor, en el que cumplió sin titubeos. Acto seguido, en el doble junto a Marcel Granollers ante el especialista Wesley Koolhof y nuevamente, Botic.
Todo abierto y con la tensión por las nubes ante la posibilidad cada vez más cercana de saber que la vida profesional de Rafa Nadal estaba cerca de terminar. El balear sufría mordiéndose las uñas en la esquina del banquillo español, mientras veía como a sus compatriotas se les escapaba un primer set que estuvo muy cerca.
Decidió el ‘tie break’ y dejó a España al borde del abismo. Pero ni Carlos ni Marcel estaban dispuestos a dejar que Nadal se despidiera con ese sabor tan amargo y tras un resto milagroso del catalán consiguieron por fin la rotura deseada en el tercer juego y encendieron la furia española en el equipo y en las gradas.
Pero poco duró la alegría. Marcel cedió su servicio ante un Koolhof que cogió los galones de la pareja e imponiendo su destreza en la modalidad llevó al límite a los españoles. Primero Alcaraz y luego Granollers supieron sufrir en sus turnos de saque para enviar, de nuevo, el desenlace del set al ‘tie break’.
La suerte volvió a salir cruz para los españoles acabando con todas las esperanzas y poniendo punto y final a la carrera del mejor deportista español de todos los tiempos.
La emoción se desbordó en la parroquia neerlandesa mientras todas las miradas se centraron de forma fugaz en un Rafa Nadal que se abrazaba a unos abatidos Carlos Alcaraz y Marcel Granollers.
El homenaje más amargo
No se movió ni un alfiler pese a la derrota a la espera de rendir el último homenaje a Rafa Nadal. A la espera de la ceremonia, el público se arrancó con gritos de «Rafa, Rafa» a los que se sumó el equipo de Países Bajos al completo.
Arropado por todo el equipo, el balear escuchó un primer vídeo lleno de narraciones históricas de sus grandes gestas, antes de coger el micro y evidenciar de manera definitiva que su carrera había llegado a su fin. «Me he sentido un afortunado por haber sentido tanto cariño por parte de todo el mundo», arrancó el 22 veces ganador de Grand Slam.
«Ha sido un increíble privilegio y un verdadero honor haber podido compartir mi última semana como profesional con un equipo tan maravilloso como esté en el que hay muchas personas con las que he compartido muchas de mis mayores alegrías».
«Mi cuerpo ha dicho basta»
«No estoy cansado de jugar a tenis, pero mi cuerpo me ha dicho basta. Soy un privilegiado y solo me queda decir gracias por poder haber vivido de mi hobby» argumentó antes de agradecer a su equipo, su familia, sus sponsors y a los medios de comunicación.
«Solo he intentado ser buena persona y espero haberlo conseguido. Me voy con la tranquilidad de haber hecho las cosas de la mejor manera posible». Fueron sus últimas palabras antes de dirigirse a su familia por última vez sobre una pista de tenis y arrancar en lágrimas ante la ovación de un Carpena que se despidió para siempre del mejor deportista de la historia de España.