Cuánta razón tiene Laporta


No era difícil intuirlo, pero ya hay en la junta directiva del Barça quien tuerce el morro cuando habla de Hansi Flick. Que si hace los cambios al tuntún, que si no ha sabido gestionar bien los esfuerzos, que si no tiene plan B (ésta es un clásico), que si De Jong cobra mucho para estar calentando silla, que si aquello de la trampa del fuera del juego tiene ya el mismo efecto que el que monta una mesa de trilero del Ikea en plena Rambla… Porque, claro, siempre resulta más fácil señalar hacia abajo que hacia arriba. Hacia abajo se mira para blasfemar, hacia arriba, para aplaudir. Y allí, aposentado en su atalaya, Joan Laporta va camino de cumplir cuatro años de una segunda era cuyo único hilo argumental no ha sido la precipitación, sino la imprudencia. No sería lo mismo.

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