No se podía escatimar en ropa de abrigo en el Johan Cruyff este domingo. Erik, de 5 años, se puso la camiseta azulgrana con el nombre de Lamine Yamal a la espalda por encima del plumas. No paraba quieto, grada arriba, grada abajo, aunque no por el frío. Estaba nervioso, con ganas de ver a sus jugadores favoritos. La magia de las primeras veces. Y también de las que pueden ser las últimas. Si Joan Laporta no consigue in extremis su inscripción, el entrenamiento de este domingo puede ser la última vez que los aficionados azulgranas vean a Dani Olmo con el escudo azulgrana en el pecho.
Esa era la inquietud que planeaba en el ambiente festivo del estadio. El futbolista fue de los primeros en salir al campo, tras Hansi Flick, que lideraba la expedición. Erik se los miraba desde su asiento en tribuna, con los ojos bien abiertos. Pese a que su jugador favorito no saltó al césped (Lamine Yamal se ha estado recuperando en Dubai de su lesión en el tobillo derecho sufrida el encuentro contra el Leganés de hace unas semanas), su ánimo no decayó. Era la primera vez que los veía más allá de la pantalla. «Hemos intentado por todas las vías ir al campo algún día, pero las entradas son muy caras para los partidos. Aquí hemos pagado 9 euros cada uno y por fin hemos podido venir», cuenta su padre, que lleva el brazalete de capitán con la senyera en el brazo. La foto para el recuerdo es imprescindible.
Sujetando fuerte su pancarta, miraba cómo los futbolistas empezaban una vuelta de honor de calentamiento. En el primer entrenamiento tras las vacaciones de Navidad, la intensidad fue incrementándose paulatinamente. Al trote suave y saludando a los aficionados, Araujo lideró la comitiva que recorrió el césped bajo la mirada de Hansi Flick, plantado en el círculo central del campo. Unos pocos ejercicios de calentamiento dieron paso a los rondos, que la afición vivió como auténticas jugadas de peligro en pleno partido. Los gritos y los aplausos sonaron en cada acrobacia para pasar el balón.
Como Erik, decenas de niños con los anoraks del Barça ocupaban parte del lateral. Adolescentes de unas 20 nacionalidades forman La Masia Winter Camp, con futbolistas en etapa formativa de diferentes academias del Barça por el mundo. Francia, Eslovaquia, Gran Bretaña, Italia, Ucrania, Rusia, Dubai, México, Chile, Australia… Todos ellos en ascuas esperando hasta que los jugadores del Barça empezaron la parte final del entrenamiento de puertas abiertas y se dividieron por grupos para ejercitarse en diferentes estaciones en cada uno de los córners.
Tras un par de carreras campo a través, todos se reunieron en el centro del campo. Empezaba el runrún en las gradas segundos antes de que Lamine Yamal apareciera por el túnel de vestuarios. Los decibelios subieron inmediatamente en el Johan Cruyff. Con las botas negras puestas, salió el primero sobre el césped. A su estela, los otros 3 ausentes en la sesión: Ferran Torres, Marc Bernal y Héctor Fort. Con ellos sobre el verde, se dio por terminado el entrenamiento y llegó el momento más esperado. Los balones abandonaron el campo y volaron hasta las gradas, donde padres y niños se peleaban por recolectarlos. También hubo firmas, muchas fotos y saludos a lo lejos. La flamante mascota blaugrana, Cat, escoltó a los futbolistas durante el entrenamiento y se unió a las fotografías y autógrafos del final.
Carreras a lo largo de las gradas para conseguir ni que fuera un saludo de sus ídolos. El tradicional entrenamiento de puertas abiertas volvió a ser un día muy especial para los más pequeños, que llenaron las gradas del estadio con 4.851 espectadores y que colgó el cartel de todo vendido. El dinero recaudado irá íntegramente para los proyectos de la Fundación del Barça.