Las ‘guerreras del agua’ se convirtieron en las ‘guerreras de oro’ este verano en la piscina de la Défense de París tras hacerse con la máxima medalla olímpica y conseguir así cerrar un ciclo de 12 años de éxitos del waterpolo femenino español que empezó con la plata de Londres 2012 y termina ahora por todo lo alto.
Venían de ser subcampeonas en Tokio y eran uno de los equipos favoritos para estos Juegos. La racha empezó mucho antes y suma ya un total de 14 medallas en grandes competiciones. Tricampeonas continentales en 2022, 2020 y 2014, campeonas del mundo en 2013 como anfitrionas en Barcelona, bajo las órdenes de Miki Oca, las tres generaciones de waterpolistas se fundieron en un solo equipo fuerte, cohesionado y guerrero, que dio, casi 30 años después, un oro olímpico a un deporte colectivo español. No ocurría desde 1996 en Atlanta, cuando el equipo masculino de waterpolo, en el que estaba presente Oca, se hizo también con la máxima distinción olímpica.
En la última década, el waterpolo español ha visto brillar a varias jugadoras que se han convertido en verdaderas leyendas del deporte, y entre ellas, las 13 jugadoras elegidas en 2024 por Oca, todas ellas procedentes de clubes catalanes, representan etapas distintas del waterpolo español.
Una primera etapa, más consolidada y asentada, con la ‘vieja guardia’ de Maica García y Anni Espar o la histórica capitanía de Pili Peña y la eterna seguridad de Laura Ester (que anunció después su retirada a final de temporada) bajo palos, todas ellas presentes en los éxitos mencionados anteriormente; una segunda etapa iniciada con el refuerzo del equipo para los juegos de Río donde se incorporaron figuras clave como las tiradoras Bea Ortiz o Judith Forca o la boya Paula Leitón. Y una última, más reciente, con empuje y garra, representada por la nueva estrella de la portería Martina Terré, Elena Ruiz, que debutó en los Juegos Olímpicos de Tokio con tan solo 16 años y es la medallista olímpica más joven de la historia, y otras futuras promesas como Isabel Piralkova, Paula Crespí, Paula Camus y Nona Pérez.
Triple corona
Tres etapas y tres estilos que coordinados y comandados por el equipo técnico supieron llevar a lo más alto al conjunto español. Y es que el éxito de las ‘guerreras del agua’ también se ha ido gestando desde fuera de la piscina. No solo con un referente al frente del equipo de entrenadores como Miki Oca, que ha decidido poner punto y final a su etapa como seleccionador tras cumplir los sueños deportivos de su vida, sino con figuras como un psicólogo deportivo, Ricard ‘Richi’ Serrés, y una analista de vídeo, Irene Martínez, que terminarían de dar el último empujón a las campeonas. Fueron las últimas incorporaciones al proyecto deportivo del director técnico, Rafael Aguilar, que estaba destinado al éxito y que ha ido creciendo con mimo y atención desde la base.
Este primer oro en unos Juegos para el waterpolo femenino, que ya tenía dos platas, no fue más que la consecuencia de un trabajo que viene haciéndose concienzudamente desde hace más de una década y que tras el debut con sorpresa de los Juegos de Londres 2012, solo hizo que mejorar hasta conseguir la triple corona: JJOO, Mundial y Europeo.
La selección, que ya ha obtenido la insignia de oro y brillantes de la Real Federación Española de Natación y el acceso al Salón de la Fama, ha consagrado un éxito que, visto desde la óptica de la probabilidad, es algo así como un ‘milagro’. Y es que el waterpolo, en España, a pesar de tener un equipo referente mundial, sigue siendo un deporte minoritario a nivel federativo que a duras penas consiguió superar el millar de licencias federativas registradas en 2023 con un total de 1.208. Aun así, el waterpolo femenino en España ha experimentado un notable crecimiento y reconocimiento en las últimas décadas desde la creación de la Liga Nacional en 1990.
El éxito olímpico de las ‘guerreras del agua’ no ha sido más que un bonito principio para una época de bonanzas en el waterpolo español. “Tenemos España para rato, hay futuro. Van a pasar cosas grandes y muy bonitas”, afirmó Leitón poco después de hacerse con la presea.