Más que importante, era un día clave. De esos en los que no se puede fallar. No había otra opción para el Atlético de Madrid que la de, como decía Luis Aragonés, «ganar, ganar y volver a ganar», y más tras el inesperado tropiezo del Barça ante Las Palmas. Y no solo se ganó, que por supuesto también, sino que se convenció, y se goleó (0-5) a un inoperante Valladolid, aumentando hasta siete la racha de victorias consecutivas, su mejor racha desde la temporada 2017/2018, y reenganchándose de lleno a la lucha por LaLiga (está a dos puntos del Barça).
Lo que funciona no se toca. O se toca muy poco. Eso es lo que debió pensar Diego Pablo Simeone, que tras la goleada del pasado martes en Praga repitió once con solo una excepción, la evidente y la que todo el mundo esperaba. Volvió Griezmann, que para eso es Griezmann, en detrimento de un Sorloth al que se le está empezando a cara de ganarse el apelativo de guadianesco. Entra y sale el noruego, que está lejos de ganarse el estatus de intocable que, por otro lado, ahora mismo parecen tener Giuliano y Llorente en el costado derecho.
Por ahí, precisamente, empezó a construir una plácida noche el equipo rojiblanco. Tras un inicio a medio gas, los de Simeone metieron una marchita más mediada la primera mitad, y con eso fue suficiente para triturar al Valladolid en cosa de 10 minutos, los que fueron del 26 al 37. Primero con Llorente llegando a línea de fondo, dando el pase de la muerte para que Lenglet se estrenara como goleador con la rojiblanca. Y luego con Giuliano desbordando y haciendo lo propio.
No le contabilizó al hijo de Simeone como asistencia, aunque poco le debería importar, porque el remate de Griezmann fue despejado por Karl Hein. Pero su rechace fue cazado por un Julián solísimo en el área pequeña, que embocó a placer para marcar su décimo tanto de la temporada en apenas 16 disparos. Efectividad total de un futbolista del que ya nadie duda, y que ha emergido en apenas unos meses con cifras, pero también siendo un motor del juego ofensivo de los rojiblancos.
Disfrutó Julián como disfrutaron todos sus compañeros en un partido a placer. A esas alturas, el choque ya era un parque de bolas para un equipo que cada vez que llegaba a la zona de finalización, encontraba a varios jugadores solos dentro del área. Y que se divertía jugando, y arrasando, a un Valladolid que se está convirtiendo en un polvorín institucional, con la grada en contra de un Pezzolano que cada vez peligra más, y de un Ronaldo que como propietario se ha convertido en el enemigo público número uno de la grada del José Zorrilla, que ve como su equipo deambula último en la tabla con solo nueve puntos.
Efectividad total de Julián
Tan desesperados estaban los aficionados del Valladolid que, tras los procedentes pitos en contra de ambos, decidieron pasarse a la ironía y aplaudir, y hasta poco menos que celebrar, los goles del rival. Lo hicieron con el tercero del Atlético, llegado en una jugada trenzada en la que Julián vio llegar, como si abriera las aguas, a un Javi Galán que ya figura en los libros del Atlético como una de las historias de la temporada.
De descartado a titular, el extremeño ha derribado la puerta como más le gusta a Simeone, trabajando mucho y callando más, y ha encontrado recompensa. Como encontró a De Paul llegando solo en el área para que remachara a placer y finiquitara, si es que no lo estaba ya, un partido en el que el Atlético se marchó al descanso con tres goles de ventaja que parecieron pocos por lo ofrecido por ambos equipos en el terreno de juego. Y que efectivamente pudieron ser más de no ser por la existencia del VAR, que anuló dos tantos por dos fueras de juego milimétricos a Giuliano y a Giménez.
Giuliano como epicentro de la goleada
No cambio el plan en la segunda mitad. El Atlético ya no regala metros a sus rivales, marca y va a por más con la confianza que dan las victorias. Así llegó el cuarto, una genialidad de Griezmann en el área que se inició con Giménez saltando a presionar y robando en medio campo. Desde ahí lanzó a Giuliano, que de nuevo galopó por la banda para combinar con un Julián que vio la llegada del francés, que resolvió tras una media vuelta y una picadita primorosa.
Ahí decidió Simeone que ya estaba todo finiquitado, y que era hora de dar descanso a sus chicos. En el minuto 60 ya estaban fuera del campo Julián y Griezmann, con la satisfacción del deber bien hecho. Dio minutos a su delantera b, la que forman Sorloth y Correa. y un Koke que por primera vez en la última década parece partir como teórico suplente. Algo que no parece molestar en exceso al capitán, que celebró con efusividad cada uno de los goles. Como lo hicieron todos y cada uno de los miembros de un equipo que hace no tanto parecía en crisis, y que ahora vuela tras un último mes y medio en el que solo sabe y lo que es ganar. Y ahora, también, golear, del minuto uno hasta el último.
En él, en la última jugada del choque, llegó el último, obra de Sorloth. De los seis de Praga, a los cinco de una Valladolid que parece un edén rojiblanco. Allí donde un día fuiste feliz, no deberías intentar volver, reza un refrán que no vale para nada en el caso de los rojiblancos. Porque en Pucela, donde hace escasos tres años tocó el cielo ganando su undécima Liga, se reenganchó a la lucha por el título y confirmó que está listo para cualquier reto que tenga por delante. Pero como siempre, partido a partido.