El Barça confirma su repentina desfiguración


Unas horas después de que Joan Laporta fuera el dueño y señor de los fastos del 125 aniversario y se hartara a llorar en un lugar tan imponente como el Liceu, el barcelonismo se encontró con un bofetón nada romántico. El equipo de Flick confirmó su progresiva desfiguración con un derrumbe ante Las Palmas sólo interpretable a partir de la caída en Anoeta y el empate en Balaídos. Sumar un punto de nueve, con la grada de animación cerrada y ocupada por peñistas, y los jugadores mostrando síntomas de agotamiento –más psíquico que físico–, no indica nada bueno. 

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