El Barça de Flick tiene un problema, un serio problema en la Liga. Ya es oficial. No solo lo dicen los números (cinco puntos de los 18 últimos posibles) sino también su juego, gris, plano, insípido y sin ideas. No hay respuesta del técnico alemán a esa caída de su equipo a la que no se le adivina fin.
Al menos en España porque es capaz de ofrecer una imagen solvente y poderosa en Europa con su triunfo sobre el Dortmund para luego, cuatro días más tarde, desfigurarse de manera repentina ante el Leganés, quedándose sin ideas. Ni recursos teniendo, al mismo tiempo, la preocupación que deja el maltrecho tobillo derecho de Lamine Yamal.
Cada derrota (y son ya cuatro en la Liga) contenía un mensaje. Y en ningún caso ha sabido descodificarlo el equipo con la inteligencia y entereza que requería la situación, incapaz como es de aprovechar los tropiezos del Madrid, dándole vida -¡y qué vida!- al renacido Atlético de Simeone, al que tiene a su lado, justo ahora que visitará el próximo sábado Montjuïc.
«Estamos en dificultades en la Liga. No hemos tenido la concentración necesaria en los primeros minutos. Es parte del proceso y días así son difíciles de aceptar»
«Estamos en dificultades en la Liga. No hemos tenido la concentración necesaria en los primeros minutos. Hemos concedido un gol y luego creamos muchas ocasiones, 20 si no me equivoco, con cinco o seis muy claras», ha reconocido Marcus Sorg lamentando la falta de eficacia de su equipo. «Es parte del proceso y días así son difíciles de aceptar», ha añadido el ayudante de Flick.
El Barça ha perdido el hilo en la Liga. Y no tiene manera de encontrarla, teniendo en cuenta, además, que Montjuïc se ha convertido en un escenario asequible para cualquier equipo. El sábado, además, viene el Atlético de Simeone. «Claro que echamos de menos y más en partidos como hoy el apoyo de los aficionados», ha precisado Flick sobre la ausencia de la Grada de Animación, que está enemistada con la junta de Laporta.
Derrotas sin coartada
En Pamplona, el Barça se agarró a la coartada de una masiva rotación. En San Sebastián descubrió que se quedó seco -ni tiró a puerta ante la Real- augurando tiempos lúgubres. Peor fue la caída en su casa ante Las Palmas porque se detectó que no reaccionaba a esos estímulos negativos.
Y más frustrante resulta esta cuarta, y de momento, última derrota en Liga con el Leganés, al que le bastó un gol en el minuto 4 de Sergio González, a la salida de un córner, horriblemente defendido por los azulgranas. Tuvo más de una hora para responder. Pero no lo hizo, cayendo primero en las manos y pies de Dmitriovski y luego ahogándose en su propia ineficacia.
Más de lo mismo le ocurrió al Barça como si Las Palmas y Leganés estuvieran unidos por un invisible hilo que le desnudó. Y Flick, que volvió a prescindir de sus estrellas (quitó a Lewandowski y Dani Olmo, sacó hasta a Lamine Yamal para protegerlo porque había sufrido un golpe en su maltrecho tobillo derecho), no da con la tecla. Cambia, pero el Barça no cambia, mortecino en su rostro liguero, dejando una profunda sensación de inquietud.
Ni rastro del equipo coherente, sólido y atrevido que triunfó en Dortmund. Los titulares salieron, como luego confesó Pedri, “un poco dormidos” al encuentro dando por hecho que el triunfo llegaría por si solo. Más bien ocurrió todo lo contrario dejando esa victoria en la Champions como un paréntesis.
«Tenemos que entrar mucho mejor a los partidos», añadió uno de los capitanes del equipo, mientras Raphinha se refugiaba en la soledad del centro del campo. Abandonaba la gente Montjuïc desconsolada -los 39.523 espectadores certificaron la peor entrada de la temporada- y el brasileño miraba al infinito buscando explicaciones.
Un ejercicio de impotencia
No llegaban desde ningún sitio esas explicaciones que necesitaba el Barça. Quedaba todo certificado en esa imagen de terrible impotencia de la segunda parte donde su delantero más peligroso terminó siendo Koundé. ¿Y Lewandowski? Volvió a ser sustituido después de consolidar su mal momento en los últimos encuentros.
No jugó en Mallorca y en los tres últimos choques (Betis, Dortmund y Leganés) se marchó al banquillo con un paisaje complicado para el Barça. Pero Sorg, el ayudante de Flick que ejercía de entrenador, ejecutó la decisión de su jefe. Lleva el polaco solo un gol en sus cuatro últimos partidos -no jugó en Mallorca ni un minuto- echando por la basura su espectacular arranque.
En el rostro apagado del ‘nueve’ se reflejan mucho de las dificultades que angustia al Barça, a quien Flick no le dio la solución adecuada a pesar de que removió a toda la estructura ofensiva. Solo Raphinha se quedó en el campo.
Además, el equipo se quedó a oscuras. No tuvo luz porque en esta caída a la que no se le adivina fin en la Liga, a pesar de que sigue siendo el líder, no encontró la puerta para salir de la encerrona en que se había metido. En sus dos últimos partidos (Las Palmas y Leganés) solo ha marcado un gol. Poco. Demasiado poco para un equipo que volaba en los tres primeros meses de la temporada, pero ahora vuela hacia abajo.