Primero el Liverpool y segundo el Barça. Pocos habrían apostado por el liderato de los ingleses en la sexta jornada de la nueva Champions (ni en la primera, seguramente), y nadie se habría jugado un céntimo por los catalanes, con un entrenador nuevo y una plantilla de juveniles. El Liverpool cumplió en Girona (0-1) y el Barça se consagró un Dortmund, en un escenario imponente donde ningún equipo europeo había ganado en tres años.
Siempre había salido vivo el Barça en sus anteriores visitas. Las había saldado con dos empates, y a la tercera se llevó un triunfo extraordinario, de mucho mayor valor en términos de prestigio exterior y de generación de confianza interna que por las consecuencias clasificatorias. Habría seguido dependiendo de sí mismo el cuadro azulgrana para terminar entre los ocho primeros, algo que ya acaricia cuando faltan dos jornadas, que quedan aplazadas hasta enero, mientras otros grandes del torneo purgan en la mediocridad echando cuentas por entrar entre los 24 supervivientes.
Quinta victoria seguida
Salió reforzado el Barça con una formidable victoria que mereció de principio a fin y que vio peligrar cuando el Borussia Dortmund supo contrarrestar las dos primeras ventajas azulgranas. No le quedó tiempo para aniquilar la tercera después del golpe que propinó Ferran Torres, autor de un doblete después de sustituir a Robert Lewandowski. Una catarata de críticas amenazaba con llover sobre Flick por las sustituciones que operó para el tramo final, y dos de los recambios, Fermín y Ferran, aportaron el plus de fuerza y entusiasmo que necesitaba un Barça que había agotado el depósito antes de hora.
Lo que salió mal en Sevilla no tenía por qué fracasar también en Dortmund, así que Flick usó la misma pizarra del Villamarín, sin borrar ningún nombre. La pinta del equipo no fue ni mucho menos la misma, sino una versión muy mejorada, tan distinta que el once del Villamarín no se pareció en nada al del Villamarín. A punto estuvo de repetir el empate. Lo evitó Ferran El Tiburón, con su cuarto gol en tres partidos y blindar el quinto triunfo consecutivo en la Champions.
Nada que ver con el Betis
La puesta en escena, que era el punto de partida, no tuvo nada que ver. Tampoco la conclusión. La aparición del Barça bajo el griterío alemán y el humo catalán de las bengalas fue la propia de la que se supone del equipo local. En tres minutos Lamine Yamal, Lewandowski y Raphinha no llegaron a centros paralelos en el área de meta, y el brasileño repitió de nuevo disparando fuera solo frente a Kobel. Tan intenso salió el Barça, tanto se vació, que perdió gas y se puso en peligro al no saber aguantar su propio ritmo con pérdidas que alimentaron al Borussia.
Siete veces remataron los azulgranas al marco alemán en la primera mitad y ninguna acertaron, lo que invitaba a presagiar que quizá habría que lamentar tanto error más tarde, como así fue. El Dortmund remató menos y falló menos. Pactaron acertar en el segundo tramo, concentrando los cinco goles en 33 minutos.
Las intervenciones de Iñaki Peña a bocajarro se iban anulando por los repetidos fueras de juego, pero encendieron puntualmente los ánimos a una hinchada que se iba apagando al ver que solo era el Barça el que cenaba y el Dortmund debía conformarse con recoger las migajas del suelo. Las tomó. Los goles legales que marcó Guirassy encendieron el volcán.
El joven Barça de Flick aprendió otra lección. El equipo se hace mayor más deprisa de lo esperado.
Otro lucimiento en Alemania
Volvía Lamine Yamal a Alemania seis meses después de su consagración en la Eurocopa, y quiso lucirse, igual que Ferran, en una ciudad que no visitaron en su camino hacia el título. Aunque Bensebaini quiso intimidarle con un pisotón por saludo, el extremo se prodigó en pases y regates, lo que contrastó con sus deficientes tiros. En el otro costado, Raphinha se aburría por sus intermitentes intervenciones, lo que subsanó tras el descanso abandonando la banda izquierda.
En su primera carrera el capitán marcó el 0-1 e inauguró el frenético segundo parcial. El estadio no aplastó a los culés, que aguantaron en pie ante cada contratiempo. Otra lección aprendieron. El equipo se hace mayor más deprisa de lo esperado.