Kylian Mbappé es un jugador especial para el Real Madrid y recibe un trato como tal. El Bernabéu es un escenario muy crítico, como demostró al final de una victoria cómoda contra el Getafe en la que se dejó llevar. El disparo a la escuadra de Patrick y el remate al palo de Uche desataron los silbidos contra un equipo al que se le exige la excelencia.
Sin embargo, con el francés el madridismo demuestra tener paciencia y cariño. Recompensó su esfuerzo, traducido en un gol magnífico que trajo aparejado un buen número de intentos fallidos. En todos los casos, aplausos y dedicación.
Otra vez más goles esperados que anotados
«La afición entiende mejor que nadie el momento del equipo y de los jugadores. A Mbappé lo han apoyado tras lo de Anfield porque era lo justo», reconoció en sala de prensa Ancelotti. El francés anotó la ocasión más difícil de la que dispuso, con un regate y definición que son justamente lo que se espera de él. Después, falló un mano a mano y llegó tarde a remates que demuestran la falta de finura que todavía le acompaña. Otra vez los xG o goles esperados fueron superiores a los convertidos: 1,29. Pero el francés se relacionó mucho mejor con el resto, con un porcentaje de acierto en los pases que rozó el 90%.
«Ha estado activo, peligroso y ha marcado un gran gol que era importante para controlar el resto del partido. Eso es lo que queremos de él», insistió Carletto, quien no tiene la misma delicadeza con otros pesos menores en el vestuario.
El caso más flagrante es el de Endrick, al que tuvo calentando casi toda la segunda parte para no darle ni un minuto. Es más, el brasileño se quedó haciendo ejercicios después del encuentro con Antonio Pintus con un gesto desencajado. «¿Qué necesita para jugar? Necesita trabajar. No ha entrado porque Mbappé estaba siendo muy peligroso y el resto también lo estaban haciendo bien. Estará listo para el próximo partido», criticó el italiano.
Endrick solo juega más que Vallejo
El delantero sustituto del Real Madrid ha quedado reducido a la mínima expresión en su primera temporada en España. Apenas acumula 136 minutos. Tan solo Vallejo ha tenido menos protagonismo. Y en su caso es un jugador que no cuenta para Carletto ni en el fondo de las rotaciones. Parece del siglo pasado el momento en el que irrumpió en el equipo con un gol ante el Real Valladolid y otro frente al Stuttgart. El segundo, después de una contra en la que, pese a estar acompañado por Mbappé y Vinicius, decidió resolver con un arrojo de jerarca que no gustó a Carletto. «Tiene huevos Endrick, porque era una ocasión clara y ha decidido finalizar así», dijo el italiano, en lo que en principio parecía un halago, pero terminó en reprimenda.
El trabajo da preferencia a Mbappé sobre el resto y, por supuesto, muy por encima de Endrick, quien ha tenido la desgracia de ir a rebufo del fichaje más importante de la historia reciente del Real Madrid. Sus presentaciones se sucedieron en el tiempo con desigual asistencia y ahora todo el en conjunto blanco está enfocado a que triunfe el ‘9’ blanco. Precisamente, no jugando en esa posición, porque contra el Getafe volvió a formar en el flanco izquierdo, desde el que se desplazó por todos los lugares del campo. Toda libertad es poca para mimar al niño que, como hombre, cumple su sueño de jugar en este club.
O eso es lo que piensa el Bernabéu, quien dio su apoyo sin fisuras al francés. Cuando aterrizó en Madrid, después de siete años de desencuentros, se pensó que la hinchada blanca tardaría en perdonar al jugador que conquistó el relato. Mbappé se vendió como una víctima del PSG, incluso a pesar de la dorada renovación que expuso al Real Madrid como un débil negociante en el mundo del fútbol. Caló el relato de la presión y hasta la «violencia» que dijo sufrir por parte de su exequipo, al que reclama el incumplimiento de contrato.
El lanzador de penaltis
Por eso el galo supo, tras el gol, que, como mínimo debía regalarle otro al estadio que explotó tras el 2-0. No le importó que Mbappé se escondiese a la hora de tirar el penalti que sí transformó Bellingham en un ejercicio de liderazgo natural. «Cuando está Vinicius el lanzador lo deciden entre Mbappé y él. Sin Vinicius en el campo los que tenían que elegir eran Mbappé y Bellingham. Entre los dos han decidido que lo tirase Jude», explicó Ancelotti sobre una gestión de algo tan importante como la antesala de un gol que resulta difícil de entender.
De hecho, el francés encontró refugio a sus males goleadores desde los once metros en esa alternancia marcada por el brasileño. Pero después del fallo en Liverpool, que expuso su mal momento de confianza, no quiso saber nada de la negociación de la que habló Carletto. Directamente no existió. Bellingham habló con Ceballos un momento y cogió el balón para disolver las dudas desde el punto fatídico. Mbappé es el niño mimoso y mimado del Bernabéu y del Real Madrid, que ha entendido, por lo menos en su caso, que solo con cariño serán capaces de sacar lo mejor de una relación de dependencia en la que todos se necesitan. Pero, por el momento, más el delantero al resto que viceversa.