El partido ni existió. No hubo derbi catalán porque el Girona, guiado por la delicada zurda de Bryan Gil (un gol y dos asistencias), sometió al Espanyol a una tortura de tal calibre que lo dejó destrozado.
Lo atropelló con un fútbol eléctrico, fiable y, sobre todo, eficaz donde encontró el tesoro en la banda izquierda. Ya mira hacia Europa el equipo de Míchel, mientras el conjunto perico se hunde en la ciénaga de la penúltima posición de la Liga.
Allí, en esa banda izquierda, Miguel y Bryan tejieron una sociedad maravillosa para que Miovski, negado ante el gol (no había marcado en la Liga hasta que topó con el Espanyol), se destapara con una tarde nunca vista antes en Montilivi. Cuatro disparos a puerta y cuatro goles. No se había llegado ni tan siquiera a la media hora de un encuentro que no existió.
Goles de todo tipo. Al contragolpe fue el 1-0 creado por la intuición de Asprilla, quien detectó a Miovski y este asistió con precisión a Bryan Gil. El 2-0 nació de un agresivo robo de balón de Oriol Romeu que precipita otra incursión de Bryan Gil por la banda izquierda. Y al segundo centro consecutivo encontró al renacido delantero macedonio.
En el 3-0 la jugada llegó a través de una exquisita pared entre Miguel y Bryan Gil para que este, endemoniado como estaba, le regalara otra golosina a Miovski. Aún faltaba otro recurso del catálogo de Míchel, en este caso en una jugada de pizarra porque fue a balón parado. Y apareció en el 4-0. Saque de esquina servido por Asprilla, peinado con la cabeza por Van de Beek y rematado por Krejci, un central que se unió la fiesta de Montilivi.
Desfigurado Espanyol
Goles de toda condición para aplastar a un desfigurado Espanyol, que ni siquiera compareció en el hogar de su rival, que registró la cuarta mejor asistencia de la temporada. Se le esperaba a las seis y media de la tarde, hora oficial citada por la Liga para que arrancara el derbi. Pero no llegó a tiempo. Ni siquiera reaccionó a la adversidad.
Iban cayendo los tantos del Girona como si estuviera paseando tranquilamente por el Barri Vell de la ciudad y el equipo perico no contestaba a los desesperados mensajes que le enviaba su entrenador desde la banda. Manolo González cambiaba, pero sin éxito alguno, el dibujo táctico de su desorientado equipo, sintiendo el vértigo de la caída al abismo, hundido en la penúltima posición de la Liga. Sintiendo su entrenador el enorme alboroto que se generará en torno a su figura.
A la media hora del derbi que no existió, el Girona tenía un 90% de posesión. Una posesión dictatorial que devastó al Espanyol, un equipo herido en Montjuïc cuando se midió al Barça. Recibió un 3-0 cuando se metió en el vestuario acabada la primera mitad. En Montilivi fue todavía mucho peor. No solo por el 4-0 sino por la desoladora imagen de impotencia que trasladó en cada una de sus acciones.
El plan perfecto de Míchel
A Míchel, en cambio, le salió el plan de partido perfecto. Ha tenido más de una semana para prepararlo y, además, en el camino ha recuperado hasta ocho jugadores. Ordenó una línea de tres centrales (David López en el flanco diestro; Blind, en el zurdo; Krejci en el eje) para llenar el mediocampo con dos laterales que son una delicia. Arnau era en muchos momentos un director del juego ofensivo.
¿Y Miguel? Pasan los partidos, transcurren las semanas, incluso los meses y no se percatan los entrenadores rivales de que no es lateral izquierdo. Ni extremo zurdo. Ni volante. O interior. Es todo en uno, indetectable para el Espanyol. Invisible como fue para los defensas pericos.
Montilizi hizo la ola
Mientras, Blind, a lo suyo. O sea, un ejercicio de inteligencia futbolística ordenando una salida limpia del balón desde atrás. Los años no le pesan. A la mente, menos aún. Y Míchel, que ya tenía antes del derbi la sonrisa de saber que había recuperado jugadores de enorme calidad, se sintió feliz en Montilivi. Pudo cambiar el ataque por completo en la segunda mitad donde no pasó nada trascendente. Ni el gol de Puado, estéril e inútil porque no minimiza en nada el desastre de los primeros 27 minutos, sirvió algo.
Del Asprilla-Miovski-Bryan Gil pasó el técnico al Tsygankov-Stuani-Danjuma, teniendo hasta Iván Martín minutos de calidad para ir recobrando la forma.
Tras semanas de pobreza de recursos en su vestuario porque había más gente en la enfermería se pasó a la abundancia de una goleada que lleva al Girona a la zona noble de la Liga, al mismo tiempo que envió al Espanyol a la lona.
En Montilivi se terminó haciendo la ola porque su equipo durmió quinto en la Liga tras encadenar una serie de tres triunfos consecutivos: 4-3 al Leganés, 0-1 en Getafe y 4-1 al Espanyol.