En un desastroso inicio de la segunda mitad, el Madrid aplastó al Girona y aprovechó el tropiezo del Barça en Sevilla. Condensó y apretó el equipo de Ancelotti la lucha por el título de Liga la noche en que se derritió el conjunto de Míchel tras abandonar el vestuario en el descanso. Regresaron al césped aturdidos aún por el gol inicial de Bellingham, que precipitó la derrota dejando en evidencia la ineficacia de su rival, que tuvo la pelota. Y nada más.
El Madrid es, de nuevo, dueño de su destino porque está a dos puntos del Barça y con un partido menos, el que tiene aplazado en Mestalla para inicios de enero de 2025. Permitió, además, el Girona que Mbappé, ubicado en la posición de ‘nueve’, liberado de cualquier tarea defensiva, se reencontrara con el gol cerrando unos minutos caóticos del equipo de Míchel.
El partido se acabó, en realidad, con el gol de Bellingham, justo cuando el Madrid no había tenido influencia alguna en el encuentro. Tampoco lo necesitó. Una secuencia de fallos del Girona abrió la puerta para la derrota, que sitúa, al mismo tiempo, en una delicada posición al Barça de Flick. En el triunfo, Ancelotti tiene, en cambio, motivos para estar preocupado porque perdió por lesión a Bellingham y Mendy estando la cita con el Atalanta en Bérgamo a la vuelta de la esquina de la Champions.
Era el mundo al revés. O no. Extraño es que Gazzaniga, en una suicida acción que puso a prueba la salud cardíaca de Montilivi y, por supuesto, de Míchel decidió regatear a Mbappé. No se conformó con hacerlo una vez. Hasta en dos ocasiones lo hizo el meta argentino mientras el público, que llenaba el estadio en una fría noche pero no gélida, se echaba las manos a la cabeza. Y el técnico de Vallecas se giraba hacia el banquillo para ocultar –era imposible- su tremendo enfado.
El gol que cambió todo
Así andaba el partido, cuya personalidad inicial quedó luego aplatastada por el Madrid, donde Ancelotti removió la pizarra en busca de la solución a los problemas que le persiguen desde hace meses. Tenía el balón y la clarividencia para usarlo con inteligencia, simbolizado en ese central zurdo, elegante él, con una jerarquía en su fútbol, que tiene cautivado a Míchel. Y a toda la gente que presume de orgull gironí.
Hubo una jugada, llena de riesgo y hasta pánico, cuando Bellingham rasgó a la defensa para dejar solo a Mbappé ante Gazzaniga. O sea, el orden natural. Pero cuando el delantero francés armaba su cuerpo para disparar llegó ese imponente central checo, con pinta de que durará poco en Montilivi, para quitarle el balón con una acción defensiva soberbia. Y la gente se puso en pie, festejando esa anticipación.
El partido, transcurrida la media hora, comenzó a cambiar de tono. Y todo por un par de errores decisivos en la salida del balón del Girona. Una pérdida de Van de Beek provocó un furioso disparo de Brahim, repelido felinamente por Gazzaniga. El prólogo del 0-1 firmado por Bellingham, quien aprovechó un par de fallos. El primero nació en el origen de la pérdida y le tocó asumirlo a Iván Martín. Brahim cabalgó por el flanco izquierdo y otra mala decisión –el despeje de Miguel pareció más una asistencia al inglés- desencadenó el tanto del Madrid.
Un Girona sin remate
Después, todo volvió a la ‘normalidad’ .El Girona pagaba su ineficacia. Creaba mucho juego, sobre todo a través de Bryan Gil, pero cuando llegaba a la «zona 3», como dice Míchel, se le apagaban las luces. La zona 3 es el último tramo del campo, allí donde el Girona es estéril y el Madrid, en cambio, es fértil, capaz de sacar provecho de la tierra aunque no lo trabaje demasiado. Miovski no es Dobvyk. Nada nuevo, por cierto. Y los extremos (Bryan y Asprilla) caracolean, insinúan, se ofrecen, van y vienen, pero no tienen puntería. Amenazan, pero no golpean. Golpean al aire.
En la segunda mitad, el Madrid ya estaba tan cómodo que con un par de pases (Modric a Bellingham) dejaron solo a Arda Güler en el área de Gazzaniga, soltando un preciso zurdazo tras ganarle una carrera a Miguel. Y el 0-2 no era lo peor porque Mbappé, con un excelente desmarque, batió al meta argentino. Tal vez la jugada más difícil porque tenía poco ángulo, aunque el suficiente para abatir al Girona.
Y en Montilivi se acabó silbando a Asencio, el central que salió en los minutos finales, involucrado en un presunto delito por la difusión de un vídeo sexual.