El elogio en la derrota, a menudo, está mal visto. Como si toda realidad sólo pudiera ser interpretada a partir del resultado, de los puntos que se tienen en una clasificación o del gesto de pesar por encajar un gol en horas en que nada tiene ya sentido. Pero si por algo tendría que ser recordada la noche del 21 de diciembre de 2024 fue por una actuación individual de época de Pedri, ese futbolista con pose de otro tiempo cuyas marcadas ojeras son el contrapunto a un fútbol demasiado luminoso como para no ser admirado.