“A mí me gusta este Barça”, escuchó Deco del primer candidato con el que se entrevistaba para ser entrenador del Barça. Le gustaba el Barça en toda su extensión: la plantilla, la forma de jugar, el espíritu futbolístico, la idiosincrasia del club, el proyecto. No veía ninguna necesidad de grandes cambios, costosas inversiones ni mucho menos una revolución ideológica.
Con la serenidad de los 59 años y el sentido común de la experiencia, aquella tarde del 22 de mayo, en Londres, Hans Dieter Flick (Heidelberg, 24 de febrero de 1965) iniciaba la transformación del Barça. Sucedió ese encuentro, el primer encuentro, en un hotel del centro de la capital inglesa. Estaban tres personas alrededor de una mesa, mientras ardía la Barcelona culé. Tenía que ser un viaje secreto, pero cuando aterrizaron en Inglaterra lo sabían todos. Incluso Xavi Hernández.
Esperar el momento
Hubo un día en que el director deportivo del Barça Anderson Luis de Souza, creyó llegado el momento de buscar entrenador. Desde el 27 de enero sabía, supo, por sorpresa, como todo el mundo, que Xavi renunciaba a seguir a partir del 30 de junio. No sabía nada Deco de los planes del entrenador, de una decisión que decía haber tomado “con antelación”, y que manifestaba esa fría noche de enero después del cataclismo frente al Villarreal (3-5) ante la cúpula del club.
Dejó pasar el tiempo Deco, sin tomar decisiones activas para que no se filtraran y que la figura de Xavi, leyenda del barcelonismo, no se viera erosionada con cinco meses de competición por delante, con la Champions en juego y remotas posibilidades en la Liga. Sabía que debía buscar entrenador si tomaba por cierta la palabra de su antiguo compañero, aunque poco a poco, y cada día que pasaba, Xavi reabría de nuevo la puerta a la continuidad.
Xavi vuelve sin haberse ido
Los nombres de futuros candidatos estaban en la cabeza de Deco. Era un secreto a voces en el mundo del fútbol, sin embargo, que había un puesto de trabajo vacante en el Barça. Hasta que Xavi se desdijo por completo, habló con Joan Laporta y le expresó su convencimiento de que podía ser campeón con esa plantilla el próximo año. Estaba a punto de terminar abril, y lo que había terminado era la posibilidad de que el Barça conquistara un título, vapuleado en casa por el París Saint-Germain (1-4) y vencido en el Bernabéu (3-2).
Laporta creyó a Xavi en la cena de su casa (el famoso pacto del sushi), y tan convencido quedó que al día siguiente el club montó una rueda de prensa para escenificar el reencuentro de un divorcio aplazado verbal. La reflexión del presidente empezó después, y tardó en darse cuenta de que el plan de Xavi era irrealizable, porque el propio técnico verbalizó que sería campeón cambiando a medio equipo titular, y eso era irrealizable. El calendario había avanzado hasta la segunda quincena de mayo.
Candidatos inviables
Había llegado el momento en el que Deco debía explorar otras opciones después de que la primera que se le ocurrió, la de Luis Enrique, se hubiera volatizado instantáneamente. Ni tan siquiera llegó a hablar con él. Era inviable. Como ha recordado recientemente el propio Luis Enrique, siempre cumple sus contratos. Apenas llevaba meses en el PSG. El director técnico tomó un avión hacia Londres, junto a Bojan Krkic, coordinador del área de fútbol, y se reunió en un hotel con Flick. Un nombre que escuchó en la crisis de enero, y que Laporta almacenaba en la memoria.
Era uno de los candidatos del presidente en “la vía alemana” que pretendía seguir en la campaña electoral de 2021. De hecho, era el primero de su lista, inalcanzables Jürgen Klopp (Liverpool) o Julian Nagelsmann, este por caro. Tenía una cláusula en el Leipzig de 20 millones de euros que abonó luego el Bayern de Múnich.
Uno de Bartomeu, otro de Font
Pero Flick era inviable, siendo como era el seleccionador de Alemania. Lo fue hasta septiembre de 2023, después de haber sido también coordinador y director técnico de la federación alemana. A su edad tenía una larga carrera técnica. Laporta había tenido que quedarse con Ronald Koeman –nunca fue su entrenador, fichado antes por Josep Maria Bartomeu- y eligió a Xavi, que era el elegido de Víctor Font, el candidato que perdió las elecciones de marzo de 2021.
Pero en la crisis de enero que atería la montaña de Montjuïc, Flick estaba en el paro y el puesto de entrenador del Barça iba a quedar vacante. Nadie tuvo que decirle que podía surgir la oportunidad de recalar en un equipo al que soñaba dirigir. Un club fascinante, quizá tan o más enrevesado como el Bayern al que convirtió en único. O el segundo único, a decir verdad, con el sextete que le emparentaba al Barça de Pep Guardiola.
Un departamento físico
Deco y Flick se encontraron ese 22 de mayo en Londres. Los dos acudieron preparados. Deco tenía en la cabeza la remodelación del departamento del preparación física. Un proyecto de club, ajeno al inquilino del banquillo. Lo sabía Xavi y lo supo Flick, que se desplazó para escuchar y para hablar. Tenía ya la dirección deportiva ese grupo con Julio Tous (trabajó con Rijkaard) como responsable máximo junto a Pepe Conde (venía del Sevilla) y Rafa Maldonado (venía de la Real Sociedad) y Germán González (procedente del Udinese italiano).
Deco expuso a Flick la delicada realidad del Barça y el contexto económico concreto que desconocía el técnico alemán: las limitaciones del fair play para invertir, despedir y fichar y las ideas originarias sobre el futuro de algunos futbolistas de la plantilla.
“A mí me gusta este Barça”, dijo Flick a Deco. El entrenador alemán veía potencial en aquella plantilla y su opinión no ha cambiado. La composición fundamental es la misma.
Se han marchado los cedidos (João Cancelo, João Félix, Oriol Romeu), y quienes acababan contrato (Sergi Roberto y Marcos Alonso). Todos iban a tener un recambio porque lo que necesitaba el equipo era reforzarse, no debilitarse. Aunque los relevos imaginados eran canteranos. Héctor Fort, Ansu Fati, de regreso del Brighton y Marc Bernal en los tres primeros casos; la polivalencia de Marc Casadó le convertía en el recambio del multiusos Sergi Roberto y Gerard Martín sería el segundo lateral izquierdo. La mayor novedad ha sido el fichaje de Dani Olmo para reforzar de gol y la polivalencia el ataque. Fue entonces cuando se liberó a Ilkay Gündogan.
El Barça cubrió todas las bajas con canteranos: el objetivo era reforzar el equipo, no debilitarlo.
Un mensaje en el móvil
La reunión discurría fluida pese a que eran tres personas que se acababan de conocer. Hablaban tranquilamente en inglés, mientras en Barcelona subía el ruido y aumentaba la presión porque la cita se había filtrado. Es el Barça un club donde los paredes hablan. Ellos andaban a lo suyo. Hasta que esa cumbre, que se prolongó cerca de tres horas, Flick recibió un inesperado mensaje en su teléfono móvil. Era un whatsapp de un conocido de Barcelona, que le preguntaba con quién estaba reunido. El técnico alemán no lo contestó; lo haría Deco por él a su regreso a la ciudad.
La charla profundizó sobre el fútbol. Flick tenía una carpeta de cada futbolista del Barça. Y de cada uno del Barcelona Atlètic, subrayados los nombres de Marc Bernal, Marc Casadó y Pau Víctor. No tenía ningún trabajo cotidiano en Alemania, pero tampoco permanecía ocioso. Invirtió el tiempo por si algún día le llamaban desde el Camp Nou. Mantuvo discretas reuniones con gente del universo Barça. Se marchó a Manchester para hablar con Pep Guardiola. Tuvo una larga cena con Domènec Torrent, que había sido ayudante de Guardiola en el Barça, el Bayern y el City.
Flick se encontró con Deco con mucho trabajo hecho: había elaborado una carpeta de cada jugador del Barça y del Barcelona Atlètic.
El grupo trabaja
Se empapó de la cultura azulgrana escuchando a los que más sabían. Y lo que sabía Hansi, como todo el mundo, es que Xavi no iba a seguir, que ese equipo no tenía un entrenador y que si le llamaban deseaba estar preparado. Con sus colaboradores Marcus Sorg (58 años, a quien conoció y asumió de ayudante en la selección) y Toni Tapalovic (43 años, expreparador de porteros en el Bayern Múnich) iba a asumir el reto. Al grupo se le sumaría Heiko Westerman (41), que ayudaría en el trabajo defensivo y en el idioma español por su pasado en el Betis. Pronto detectó la necesidad de convencer a Thiago Alcántara para que le abriera las puertas del vestuario. Aunque fueran solo un par de meses durante el verano. Tal vez regrese pronto Thiago.
El modelo de juego de Flick era muy próximo al ideario implantado en el club azulgrana, como se ha observado. El estilo del Barça es fácilmente reconocible y encierra unas consignas clarísimas, evidentes, a ojos de un entrenador de máximo nivel. El reto, la dificultad, es enseñarlas y ejecutarlas, porque contravienen el estándar convencional de seguridad.
Flick apareció con un trabajo previo hecho y eso le ayudó a acelerar los plazos de adaptación. Antes de pisar Barcelona conocía lo que había en el primer equipo y en el filial. Sabía más de la Masia que lo que mucha gente pensaba.
La defensa adelantada, aplicada hasta límites insospechados, es el matiz más llamativo respecto a los últimos años. La perfecta implantación para desactivar a los rivales, prueba, además, la exigencia del trabajo y las horas invertidas desde el primer día de pretemporada. Como la velocidad en la construcción del juego de ataque, característica, por otra parte, de aquel Bayern demoledor del sextete.
Una semana tardó Flick en volar hacia Barcelona, prueba de la predisposición del club y el entrenador por juntar sus caminos. El 29 de mayo, tres días después de que terminara la Liga, siete del encuentro de Londres, posaban Flick y Laporta tras firmar un acuerdo por dos temporadas. El presidente ya tenía al entrenador que siempre quiso porque .Koeman era de Bartomeu y Xavi ‘pertenecía’ a Víctor Font. Flick es ‘suyo’. Y el Barça es ahora un equipo que gusta a todo el mundo.