El equipo tiene que salvar al club. O aliviarlo, cuanto menos, de la enorme presión que le ha inyectado la directiva con su deficiente gestión, recientemente resumible en las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor. El grupo de Hansi Flick se ve impelido brindar al Barça una victoria que apacigüe el clima que se abate sobre la entidad.
«Tenemos que aceptar las circunstancias que hay, pero eso nos da la oportunidad de apelar a la unidad y demostrar que somos un equipo», expuso Flick, lanzando un mensaje con aspersor dirigido a la plantilla, inquieta por el incierto futuro de sus compañeros, y luego a la hinchada, entre la que anida una creciente masa social contra la gestión de Joan Laporta. El presidente pasea por Arabia Saudí a la espera de acontecimientos.
Dinero presupuestado
El Barça acude, como cada año, a la cita de la Supercopa, denostada por disputarse en Arabia Saudí por cualquier aficionado al fútbol excepto por los dirigentes de los participantes, que incluyen ese ingreso garantizado en sus presupuestos. Como lo ha hecho el Athletic, un invitado infrecuente que ha bajado al desierto por su condición de campeón de Copa, y que celebra los 1,55 millones que recibirá. El Barça cobrará el cuádruple (6 millones) como segundón liguero, igual que el Madrid, a falta de que todos luchen por el premio adherido a la conquista del título. Kosmos, la empresa de Gerard Piqué, tiene asegurados 4 millones anuales por la gestión de haber trasladado el tercer torneo español.
El Athletic comparece con Ernesto Valverde, que ya habrá evocado sus anteriores visitas, todas con el Barça, y especialmente la última. En enero de 2020, tras la derrota en la semifinal ante el Atlético de Madrid (2-3) fue ejecutado por Josep Maria Bartomeu y sustituido por Quique Setién. Ni el último campeón azulgrana en 2023, Xavi Hernández, resistió a la paranoia que agita al Barça de Laporta.
El perfil bajo de siempre
Flick acude a tierras saudís con el perfil bajo en el que se ha refugiado desde que llegó. No se ha quitado el casco, ni siquiera cuando llovían los confetis sobre su cabeza en la excepcional semana –también por haber sido única– en la que arrasó al Sevilla, al Bayern y al Madrid. Mantiene el entrenador el discurso tópico del entrenador que contesta para no ser descortés, echando de vez en cuando un vistazo al manual del gestor de grupo.
Numeroso, esta vez, con 28 futbolistas, entre los que están los simpapeles Olmo y Víctor, el neoinscrito Andreas Christensen, culpable indirecto de la desdicha de sus compañeros aunque sin el alta médica. Tampoco la tiene Lamine Yamal, lesionado en el tobillo derecho en el penúltimo partido de 2024 y a quien se le auguró un mes de baja el 15 de diciembre, ni Ferran Torres ni mucho menos la tiene Marc Bernal, que había pedido participar continuar su rehabilitación bajo el calor saudí. Marc André ter Stegen, por contra, se quedó en Barcelona.
Cuatro entrenamientos y al campo
Pero Lamine Yamal va a reaparecer tras haber sumado cuatro entrenamientos con el grupo, a no ser que se resienta de la última sesión en Yeda. Su amigo Nico Williams era la gran duda que distraía a Valverde mientras se vestía con el disfraz de víctima. «No somos favoritos, al Barça le veo muy bien, con un ritmo muy alto”, dijo el técnico rojiblanco, algo que no rebatió Flick. El alemán retomó las palabras de la derrota ante el Atlético que cerró el 2024.
«Jugamos muy bien y sólo nos faltó el resultado», repitió, afirmando que toda la plantilla «está preparada» para el duelo frente al Athletic. Aunque no juegue Nico. Agradeció con una sonrisa al periodista que le comunicó que no se había entrenado con todos. «Hablamos de equipos, me gusta hablar de equipos, no de jugadores», se corrigió inmediatamente. Raphinha trataba de ilusionarse con la proximidad del primer título del curso. «Nos daría mucha confianza para el resto de la temporada», opinó. Y mucha tranquilidad para este mes.