El Real Madrid empieza cada año LaLiga, la temporada, con un montón de vidas. Es el Real Madrid. Muchas de esas vidas se las ha ganado a pulso. Nadie ha ganado más que el Real Madrid. Otras las tiene por el poder que emana. Otras le caen del cielo arbitral, sin ni siquiera tener necesidad de untar a vicepresidente alguno. Bastantes, también, le viene de la suerte y no siempre de la suerte buscada, más bien de la suerte encontrada. Y otras, como está sucediendo este año, de la incompetencia del FCBarcelona, que, antes de llegar a Navidad, ya empieza a regalar LaLiga.
Este sábado ha sido un ejemplo muy claro de cómo se puede desperdiciar, ya no solo una ventaja, sino la sensación de que, en efecto, eras el puto amo del campeonato. El Barça, en un partido horroroso, con una segunda parte patética, con unos titulares desnortados (Hansi Flick no tuvo más remedio que cambiar a Raphinha, Pedri, Lewandowski y Olmo, si quieren les repito los nombres) y unos suplentes que no dan la talla ni se les espera, se dejó dos puntos en el Benito Villamarin, ante un Betis que ya me dirán, sigue soñando con el regreso del mejor Isco.
El líder (porque, de momento, los barcelonistas siguen siendo líderes) solo ha sumado cinco puntos de los últimos 15 disputados: 1-0 en San Sebastián; 2-2 en Balaídos; 1-2 en Montjuïc ante Las Palmas; 1-5, sí, claro, en Palma y 2-2 en Sevilla frente al Betis. Los culés, aunque se pusieron dos veces por delante en el marcador, jamás, jamás, fueron dueños del partido. Nunca. Y, claro, lo acabaron empatando, gracias a las paradas de Peña y al colmillo, cómo no, de Lamine Yamal. El Betis mereció ganar por goleada.
Si, repito, a las vidas del Real Madrid le añades estas ayudas, olvídate, no te da para ganar LaLiga ni ningún otro título. Hansi Flick, que se creyó que no se iba a enfadar nunca ni con sus jugadores, ni con su presidente, ni con el entorno, ni con los árbitros, ya vive rodeado de gritos y ya lo han expulsado, pese a que él insiste que no insultó a nadie, que estaba enfadado consigo mismo.
Y debería estarlo, sí, porque ya hay mucha gente que piensa que lo normal es esto y lo sorprendente, lo fascinante, lo inesperable e inexplicable es lo que vivimos hace unos meses, ese arranque que pilló dormidos a los demás y, sobre todo, en fuera de juego.
Flick, que ya se sacó de la manga eso de que éste es un equipo demasiado joven, en formación (cosa que debió comentar, anunciar, cuando empezó la temporada, no cuando ha empezado a perder y/o empatar), ya se ha dado cuenta, antes de Navidad, de que esta plantilla no le da y que con solo Lamine Yamal, que ayer volvió a colgarse el equipo a sus espaldas, no le da para ganar títulos.
El Barça de Hansi Flick, el Barça líder, solo ha sumado 5 de los último 15 puntos disputados. Perdió en Anoeta, empató en Balaídos, perdió en Montjuïc ante Las Palmas, vapuleó, así, así, al Mallorca y acaba de empatar (lamentablemente) ante el Betis.
Flick no tardará demasiado en verbalizar la frase de Ronald Koeman y Xavi Hernández. Y, sí, el día que Joan Laporta le oiga decir que “esto es lo que hay”, el castillo de naipes sobre el que se sostiene un Barça de cartón piedra, empezará a resquebrajarse. Tras 17 jornadas, el Barça campeón de Xavi sumaba 44 puntos; el perdedor del siguiente año, 35; pues bien, el campeonísimo de Flick, suma 38. No parece que la magia de Flick sea para tanto.
Del lamentable partido de anoche, aprovechado por un Real Madrid tremendamente eficaz en Girona, solo se puede rescatar los 12 minutos en los que Lamine Yamal volvió loco a todo el Betis, hizo diabluras, asistió en el gol de Ferran Torres, inició la jugada del tanto de Lewandowski y acabó desolado en el banquillo al finalizar el partido, consciente como Flick y Laporta que no está en el equipo que merece. Y ese empieza a ser un mal síntoma, créanme. Esa carita del niño prodigio al comprobar que, por más que haga, igual no gana título alguno, puede ser hasta peligrosa (para el futuro).
Fue la rebeldía de Lamine Yamal lo que salvó al Barça en el Benito Villamarín. Un Barça que vivió desconectado de la realidad, que sigue enamorado de las goleadas al Bayern y al Real Madrid, que jugó sin personalidad, sin competir, sin saber reconectarse, sin capacidad para saber qué debía hacer y cómo debía hacerlo y sin jugadores de refresco de calidad.
El mayor problema es que, en efecto, solo se llevan tres meses y medio de competición y el Barça ya ha demostrado, en demasiados partidos, que no es de fiar. Hay ya demasiados ejemplos que conducen a pensar que la excelencia que vimos no es real, por supuesto nada sostenible y que la realidad es que habrá que aceptar con naturalidad este tipo de tropiezos,
De la misma manera que Laporta sigue engañando al socio con trucos como el ocultamiento de Sala i Martín para aprobar un balance deficitario y, ahora, se venderá los palcos VIPs de los próximos 100 años para inscribir a Olmo, Flick deberá convencer a los veteranos que esto dura 10 meses y a los jóvenes que aún no han ganado nada, nada.
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