El fútbol fue un vínculo fuerte entre David Peace y su padre hasta la muerte de este en 2022. Hablaban cada semana, cuenta el escritor por videoconferencia, y las conversaciones eran en buena medida sobre fútbol. Peace ya había escrito las novelas ‘Maldito United’, sobre el entrenador Brian Clough, y ‘Red or dead’, sobre la etapa de Bill Shankly al frente del Liverpool, y le tentaba escribir sobre el accidente de avión que sufrió la expedición del Manchester United en el aeropuerto de Múnich a su regreso de un partido de Copa de Europa contra el Estrella Roja de Belgrado. Fue el 6 de febrero de 1958 y fallecieron 23 personas, entre ellas ocho jugadores. La muerte de su padre le decidió a escribir lo que ha terminado siendo ‘Munichs’ (Contra).
«Al principio fue una manera de mantener las conversaciones con él sobre fútbol -dice Peace-. Mi padre me había contado infinidad de veces desde niño que cuando tenía 16 años, en 1953, vio jugar al Manchester United de Matt Busby contra el Huddersfield Town, su equipo, y el mío, y el de mi abuelo. Le impresionó ese Manchester United, especialmente Duncan Edwards, que tenia 17 años, casi la misma edad que mi padre. En 1958, cuando ya vivía en Londres, asistió al último partido del United antes de Belgrado. El desastre tuvo un impacto enorme en él, pese a que no era hincha del equipo. Y esto fue así para miles y miles y miles de personas. Fue una tragedia nacional y también una tragedia de la clase obrera. Casi todos los jugadores, los miembros del ‘staff’ y los periodistas que murieron tenían orígenes de clase obrera. Además de un tributo a mi padre, la novela es un intento de restaurar esas dimensiones de tragedia nacional y de la clase obrera que tuvo el desastre de Múnich».
Gesta literaria
Con su característica escritura obsesiva y torrencial, Peace teje un colosal réquiem por los muertos en el accidente. El retrato que hace del dolor de sus familiares y allegados, así como de la conmoción general, es una gesta literaria. «Consideré importante incluir tantas voces y personajes como pudiera para mostrar que afectó a mucha gente de muchas maneras diferentes -explica el novelista-. Empecé a juntar piezas y el edificio fue creciendo, porque quería incluir a todo el mundo: los jugadores que murieron y sus familias, los jugadores que resultaron heridos y sus familias, el ‘staff’, los periodistas… Intenté atrapar toda esa pena y transmitirla al lector».
Es hermoso el detalle de cómo se enteró del accidente la madre de Bobby Charlton. El hombre del quiosco de prensa fue a su casa a contárselo antes de empezar a vender los diarios
La información no viajaba a la velocidad actual, y la lupa de Peace también se detiene en el sufrimiento causado por la incertidumbre. «Puede chocar en 2024, pero muchas de las familias de esos futbolistas profesionales no tenían teléfono en casa -relata el autor del ‘Cuarteto de Yorkshire’-. Por ejemplo, la familia de Liam Whelan, en Dublín. En la calle donde vivían, solo un taxista tenía teléfono. Escuchaban la BBC y como en Inglaterra a Liam se le llamaba Billy, se agarraban a que era otra persona la fallecida. Me parece hermoso el detalle de cómo se enteró del accidente Cissy, la madre de Bobby Charlton. El hombre del quiosco de prensa fue a su casa a contárselo antes de empezar a vender los diarios».
Jimmy Murphy, el héroe
Peace usa los puntos de vista múltiples de manera frenética en la dramatización del accidente de avión. «Me interesa cómo las personas recordamos la misma cosa de formas distintas -indica-. Incluso una persona puede tener recuerdos distintos de la misma cosa. Por ejemplo, Bobby Charlton ofreció recuerdos distintos del accidente. Somos así».
Sin la excepcional fortaleza de carácter de Jimmy Murphy, no sé qué habría sido del United
‘Munichs’ es una novela radicalmente coral. Sin embargo, Jimmy Murphy tiene especial relieve. No iba en el avión porque había sido el entrenador de Gales ante Israel, en un partido de clasificación para el Mundial de Fútbol de 1958. «Mientras investigaba, me asombró todo lo que hizo en esa crisis -expone Peace-. Estaba consumido por el sentimiento de culpa por no haber ido en el avión y por el dolor por la muerte de jugadores que eran como hijos para él y de periodistas que eran sus amigos. Fue la persona que hizo que el Manchester United superara el ‘shock’. Ayudó a los supervivientes, ayudó a los familiares de los muertos y montó un equipo para seguir adelante mientras Matt Busby [el entrenador] se recuperaba en el hospital. Sin su excepcional fortaleza de carácter, no sé qué habría sido del United».
Odio terrible
El Manchester United de Busby había ganado la Liga en las temporadas 1955-56 y 1956-57. Era el equipo del momento, y eso también tenía sus inconvenientes. «Busby fue al Manchester United después de la Segunda Guerra Mundial -expone Peace- y construyó un primer equipo con el que ganó una Copa [1947-48] y una Liga [1951-52]. Después tuvo que construir otro equipo, y este fue el que sufrió el accidente, los ‘Busby Babes’. Eran jóvenes y muy famosos, las primeras celebridades del fútbol inglés. Eran como los Beatles antes de los Beatles y la juventud intentaba copiar sus cortes de pelo y sus ropas. Todos los futbolistas jóvenes del norte de Inglaterra querían jugar en ese equipo. Por ejemplo, Duncan Edwards debería haber jugado en los Wolverhampton Wanderers, pero quiso ir al United, y Bobby Charlton debería haber ido al Newcastle, pero fue al United. El apodo del club era ‘Hollywood United’ y en el norte había envidia y resentimiento hacia él. Después del desastre, no faltó quien dijo: ‘¿Por qué hay que darle un trato especial al Manchester United?’ ‘¿Por qué ahora todos tenemos que amar al Manchester United?’. En la investigación, me sorprendió descubrir que ya en 1958 se gritaban en los partidos cosas terribles a esos jugadores, en plan: ‘¡Deberías haber muerto en Múnich!’
Peace escribe en una nota final que la expresión ‘Munichs’ «a veces se usa a modo de burla o insulto contra los seguidores del Manchester United». «Uno de los propósitos de titular la novela ‘Munichs’ es encarar eso de frente -prosigue-. Reto a cualquiera a leer esta novela y luego volver a utilizar ‘Munichs’ como ofensa».