Con la hipermercantilización del fútbol tanto intriga el marcador como el parte de lesionados. No extraña que haya más bajas que goles. El ímprobo calendario, dicen todos, incluidos, claro, los actores principales. Pero entre los futbolistas no hay voces que asuman un menor tonelaje de encuentros a cambio de una rebaja salarial. Por mucho que el fútbol sea la mayor industria de entretenimiento no hay sector que aguante una inflación creciente y menos cartelera. La ecuación no cuadra. Con tanta voracidad no hay ni pretemporadas preventivas, sino viajes ambulantes por el mundo para sacar tajadas.
El sistema es tan diabólico que las televisiones, los patrocinadores y los aficionados, principales vectores financieros, no disfrutan cuanto quisieran de las estrellas. Elocuente: en el Real Madrid, 27 lesionados en 23 partidos. En Bérgamo, Mbappé fue retirado con sobrecarga a la media hora tras un golazo y dos esprints a lo Mbappé, con turbinas en vez de piernas. Bellingham, tras muchos minutos auscultándose la trasera del muslo izquierdo y dale que dale por todos los sectores del campo -un Di Stéfano actualizado-, fue sustituido por “fatiga”, según Ancelotti. Vinicius, que volvía de una lesión, forzó hasta el límite con gestos extenuantes. Rodrygo sostuvo tras el choque que nunca había tenido tantos percances como este curso. ¿Le extraña?
La avaricia y el egómetro
Desde el duelo de este martes con el Atalanta hasta finales de enero, el Real jugará frente a Rayo, Sevilla, Valencia, Las Palmas y Valladolid en Liga. El próximo miércoles, en Doha, la Intercontinental frente a Botafogo o Pachuca. En Copa, un cruce con la Deportiva Minera. Por el camino, la Supercopa de España en Arabia Saudí: una semifinal con el Mallorca y en caso de bingo la final con Barça o Athletic. De vuelta, dos retos más de la Liga de Campeones: Salzburgo y Brest. Diez u once partidos, la mitad de los que lleva desde agosto. Menos mal que hay un parón navideño.
No es un asunto que solo remita al Madrid. Ahí está el Barça, con cadetes aún en desarrollo físico y mental. La sobrexplotación de Pedri en la temporada 2020-2021 le llevó a un calvario. Nadie tomó nota y lo mismo sucedió el pasado verano con Fermín (Eurocopa y Juegos). Cubarsí fue alineado con la cara rajada en un intranscendente España-Suiza de la Liga de Naciones. Lamine ya ha tenido que parar y Olmo es un paciente habitual.
Ante este panorama, los técnicos tiran de hojas de Excel. Unos quizá abusen, como Flick, que intervino más de la cuenta en Pamplona y en el Villamarín. Ancelotti, menos alemán, no es de los que expriman el banquillo. Luego están los seleccionadores, que no siempre tienen miramientos. Barra libre. No son sus empresas las que pagan. Yeremay, prometedor futbolista del Deportivo, fue convocado por la Sub-21 para retarse con Kazajistán y Malta en octubre. España nada se jugaba y la cita del deportivista le impedía jugar ante el Elche.
Para colmo, a los dirigentes les pueden la avaricia y el “egómetro”. Si Ceferin, mandamás de la UEFA, envida con una Liga de Campeones súper poblada con 36 equipos, Infantino, el gerifalte de la FIFA, lanza un órdago con un Mundial de Clubes en sesión continua durante un mes con 32 conjuntos en liza.
Sin algo de sensatez, lo mismo dan las cámaras hiperbáricas y el amparo de un pelotón de médicos, nutricionistas, fisios y rehabilitadores. Los jugadores caen como moscas. Eso sí, cobran como nunca y en las grandes nomenclaturas del fútbol se frotan las manos.