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No hace mucho, en un hotelito graciosísimo que hay en Llucalcari (Mallorca), en plena Sierra de Tramontana, entre Deià y Sòller, un lugar, créanme, celestial, me invitaron a cenar seis ricos catalanes, muy ricos. No son culés, no son barcelonistas, no son socios, no, no, que va, que va, son muuuuuucho más que todo eso. Son ricos y enfermos (socios) del Barça. De toda la vida, sí.
Doloridos, desencantados, desilusionados, ya ni siquiera pelean por intentar que el club de sus amores regrese a la senda de la honestidad, transparencia e imagen de auténtica catalanidad. ¿Saben en lo único que no han tirado la toalla? Es muy grande: solo les interesa conseguir los mejores asientos en el remozado Spotify Camp Nou, por si algún día se llega a reinaugurar.
“Los socios están, estamos, anestesiados y miles y miles de nosotros nos hemos desengañado”, me comentó uno de ellos, cuando le pregunté, tras una charla interminable pero suculenta, qué pensaban hacer. “Yo, de momento”, me contestó el más rico, “estoy tratando de hacerme amigo de Alejandro Echevarría para que me consiga las dos mejores tribunas del ‘estadi’. Y, a partir de ahí, ya veremos”.
“Yo no sé si estamos anestesiados o no, sí, sí lo estamos, yo solo sé que la manera que se aprobaron las cuentas del último ejercicio, con decenas de millones de pérdidas, aunque yo creo al auditor cuando señaló que las pérdidas eran de cientos de millones, con la ocultación de Sala i Martín en un despacho contiguo al Auditori 1899, demuestra que el ‘soci’ está dispuesto a tragárselo todo, todo. Y lo que ocurrirá, el próximo viernes, con el visto bueno al nuevo contrato con Nike, lo dice todo. Es un ‘que hagan lo que les dé la gana’”, señaló otro comensal, que no piensa mendigarle favor alguno al cuñadísimo.
Yo les dije que no deja de ser sorprendente que Alejandro Echevarría, que no es nadie, sepa cómo es el contrato de Limak, lo que cuesta, sus términos y hasta su penalización no cumplida; sepa cómo fue el acuerdo con Spotify, sus cantidades y el trilerismo que hubo con el ya famoso comisionista Darren Dein y, ahora, por descontado, conozca al dedillo los términos del contrato de Nike y, sin embargo, el ‘soci’, que es, en teoría, el dueño del club, no sepa nada. Lo sabe el cuñadísimo y no lo sabe el dueño.
“Mire”, comentó otro anfitrión de la cena, regada con tinto ‘Fora por’ y un blanco buenísimo ‘Uroo’, de la bodega Caseta Vella, en Santa Margalida, “esa actitud de Laporta respecto a no querer informar sobre el dinero de los contratos que firma el Barça es un auténtico absurdo. Desde los contratos que firma una mercería hasta los de la General Motors, lo único importante es saber cuánto cobras o cuánto pagas. Un contrato es bueno o malo en función del importe”.
La junta de Laporta, pese a que los estatutos del Barça establecen que debe ofrecerse a los socios «información amplia, veraz, completa, clara y precisa» sobre los acuerdos, no ha contado las cantidades que se manejan en los contratos de Limak y Sportify y tampoco lo hará, el próximo viernes, con el nuevo acuerdo con Nike.
“A mí”, terció el cuarto comensal, “me da igual que me pidan opinión sobre si el contrato debe ser por dos o diez años, si la camiseta será azulgrana o casi azulgrana, si la segunda equipación será negra o si se fabricará en China, India o Senegal. Yo, si de lo que se trata es de que dé el visto bueno a un acuerdo de esas dimensiones, quiero saber el montante de la operación y, por descontado, las contraprestaciones que Nike va a sacar de todo esto. Si no me van a informar de eso, que no me convoquen y sigan haciendo lo que les dé la gana”.
Hay socios, no estos riquitos, que le están dando vueltas a llevar a los tribunales al FCBarcelona, con la única intención de conocer el auténtico contenido de los contratos de Limak, Spotify y Nike. Creen que tienen derecho a saberlo. Y no lo hacen porque no tienen suficiente dinero. Bueno, porque no quieren quedarse marcados de por vida como socios que llevaron al club a los tribunales y ser pasto de las redes dominadas por los laportistas. Y, porque, en el fondo, saben que sería un proceso larguísimo. Pero pensarlo, lo han pensado un montón de veces.
Dos de los abogados que les asesoran y están en el grupo de inquietos afirman que “seríamos tachados de malos, de muy malos, pero la realidad es que esta gente solo entienden el lenguaje de las demandas, tribunales y querellas. Sería lo único que les asustaría. Lo único. Saben que ningún socio llegará a tanto y menos ahora que están anestesiados por Hansi Flick y Lamine Yamal”.
¿Y la transparencia?
Uno de estos juristas, más atrevido que su compañero pero no tan guerrero como para arrastrar (aún) al grupo a llevar al club ante los tribunales, me lee el punto ‘Transparencia’ del apartado Código Ético del FCBarcelona, de los estatutos del ‘mès que un club’: “El Club, así como el Personal que lo representa, debe mantener en todo momento el compromiso de ofrecer una información amplia, veraz, completa, clara y precisa de sus actividades a los socios y otras entidades y/o personas físicas cuya vinculación con el FCBarcelona así lo exija, como clara manifestación del principio de transparencia en los procesos de toma de decisiones, respectando siempre al mismo tiempo (éste es el truco, sí, éste es el truco) las normas de confidencialidad”.
Así pues, socio amigo, si desea saber el importe del nuevo contrato de Nike solo le queda una solución: cortejar al cuñadísimo. Igual no solo consigue la diabólica cifra que ingresará el Barça sino que, tal vez, ascienda unos puestos en la lista de espera de los mejores asientos del Sportify Camp Nou, ese estadio que lleva camino de no reinaugurarse jamás. Y sin penalización.
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