Jasikevicius acaba apalizado el día del juicio al Barça de Peñarroya


Sarunas Jasikevicius, una vez encajó los aplausos de una afición que le venera, hizo desaparecer los folios en el interior de la americana, se ajustó el cinturón, metió las manos en sus bolsillos y, serio, clavó la mirada en suelo del Palau. Quizá para asegurarse de que, al menos el parquet, seguía igual que cuando se fue. El resto ya es otra cosa. 

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