La muerte de otro niño de 7 años en una carrera de motos: ¿Merece la pena el riesgo?


Cuando sólo tenía 3 años, Jorge Lorenzo se montó por primera vez en una moto que le había fabricado su padre, Chicho, por aquel entonces mecánico y ahora director de una prestigiosa escuela de pilotaje en la que utiliza el método que le llevó a conseguir que su hijo fuera una estrella. Un año más tardó en hacerlo Marc Márquez, al que le regalaron su primera moto de gasolina con 4 años. Ambos se convirtieron, con el paso de los años, en campeones del mundo y ejemplos del valor, indudable en los casos de éxito, de la precocidad en el deporte. Figuras alabadas por una sociedad a la que, de alguna manera, queriendo o no, se le esconde el reverso. La otra cara, la menos visible y mediática, y la más dura, también existe. Y en el caso de deportes como el motociclismo, considerado de alto riesgo, puede hasta causar víctimas mortales.

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