Madrid y Barça se miden en el Bernabéu ocupando la cabeza de la tabla, casi una tradición, después de cuajar dos partidazos en la Champions frente a dos rivales alemanes, Borussia Dortmund y Bayern de Múnich. El Barça de Hansi Flick desafía al doble campeón de Liga y Champions con un espíritu rejuvenecido, como su plantilla, y un juego que encandila.
LA PORTERÍA: LUNIN-PEÑA
Los suplentes guardarán las porterías
Ni Courtois ni Ter Stegen. Sin el número uno saltarán al césped Madrid y Barça. La portería queda emplazada al acierto de sus respectivos suplentes. No será algo novedoso para Andriy Lunin, que el año pasado ya participó en los dos clásicos. Las victorias blancas ocultaron sus mejorables actuaciones.
El internacional ucraniano, revalorizado en el mercado, renovó el contrato pese a saberse condenado a la suplencia. Otra lesión de Courtois, esta muscular, le ha devuelto a los palos. Jugó frente al Villarreal, no lo hizo en la Champions, y repetirá la experiencia de la temporada anterior.
Más dudas despierta Iñaki Peña, que disputó 17 partidos la pasada campaña sin disiparlas. Ter Stegen ha caído otra vez, de mucha mayor gravedad, y la perspectiva de toda la temporada, impulsó al Barça a fichar un tercer portero. Flick no ve motivos para cambiarlo.
Wojciech Szczesny vivirá su primer clásico pero desde el banquillo. Peña lo hará desde césped, como siempre soñó, protegido por una defensa a distancia que le obliga a estar atento para salir corriendo del área.
LA DEFENSA: RÜDIGER-CUBARSÍ
Dos centrales que encarnan dos épocas
No podían ser más diferentes Antonio Rüdiger y Pau Cubarsí. Encarnan la representación de centrales que corresponden a los dos arquetipos del defensa que confluye en el fútbol actual.
Rüdiger (31 años) es la esencia del fútbol físico, la intimidación, la victoria del duelo con el delantero por el contacto y la experiencia. Poderoso más en el juego aéreo que le permite marcar goles en la estrategia que en el manejo de pelota. Ancelotti no le pide pases ni mucho menos de los que rompen líneas. Quiere que defienda con fiereza el área.
Las virtudes de Cubarsí, de menor envergadura física, tienen que ver más con la astucia, con la lectura del juego, lo que le confiere un enorme valor tratándose un adolescente de 17 años. Harry Kane comprobó que a Cubarsí no le incomoda salir de su zona, acostumbrado toda la vida a vivir en el alambre de la defensa adelantada del Barça también en la cantera, y que sacude si es necesario. A Pau se le piden pases desde atrás, y no se ve a nadie como él en el fútbol español en esta faceta.
EL CENTRO DEL CAMPO: VALVERDE-PEDRI
La influencia en el juego desde la discreción
Federico Valverde ha dado un paso adelante. El futbolista uruguayo ha adquirido jerarquía en el Madrid, retirado Toni Kroos y a punto de despedirse Luka Modric. Los años (26), la antigüedad y la regularidad en el rendimiento, frente a Camavinga y Tchouaméni, le han impulsado a desempeñar un papel capital en el centro del campo blanco. Relegado antes a labores de acompañamiento cuando no de erosión, el internacional uruguayo domina todos los resortes en el funcionamiento de la maquinaria blanca. Y se lo cree.
Se lo cree Pedri en la medida que puede ejercer por fin su papel con frecuencia. Todos los partidos, los de Liga y los de Champions, ha disputado Pedri, el mismo Pedri que el año pasado sufrió cuatro lesiones musculares y que ahora, toquemos madera, disfruta de continuidad. Los números de esfuerzo y kilómetros desmienten la aparente debilidad física. Sea de mediocentro o de mediapunta, a los 21 años, Pedri manda en el juego. A través del balón, por supuesto, el medio por el que Flick quiere que se despliegue su vertiginoso Barça.
LA DELANTERA: VINICIUS-LAMINE YAMAL
¿La continuación de la saga Cristiano-Messi?
Vinicius viajará el lunes a París para acudir a la gala del Balón de Oro. Se ha comprado el traje de ganador para subir al escenario del Teatro de Châtelet. Lamine Yamal también podría volar a París. Es otro de los 30 nominados. Sin posibilidades esta vez pese a ser campeón de la Eurocopa, le penaliza un Barça sin títulos. Reanudan los dos extremos la larga pugna que mantuvieron Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, que se extendía de los clásicos a la alfombra roja.
Los siete años de diferencia que les separan (Vinicius tiene 24 años y Lamine Yamal ha cumplido 17) se reducen en el análisis de los números y, sobre todo, en la trascendencia de sus acciones en el campo. El Madrid depende más de Vinicius que el Barça de Lamine Yamal, pero la elegancia y la fantasía del juvenil no admite comparación, del mismo modo que el azulgrana no tiene le aceleración del blanco. Son insustituibles para sus entrenadores. Son emblemáticos para sus hinchas.