El Barça no ha vuelto de Yeda. Estaba en Montjuïc disfrutando de su primer partido del 2025 en casa. Pero era el mismo equipo que arrasó al Madrid con una primera parte de ensueño, similar a la que firmó con el Betis al que desactivó con un fútbol tan bello como eficaz. Fue una exhibición, que se prolongó luego en la segunda mitad. Y en dos partidos (Madrid y Betis), 10 goles.
Una verdadera exhibición gobernando con tiranía el balón -su posesión en los primeros 45 minutos rozó el 75%- y aplastando al conjunto andaluz con Lamine Yamal montando una tienda de golosinas en la montaña olímpica. No paró de regalar caramelos y chiches tal si estuviera jugando por las calles de Rocafonda, su barrio de Mataró, marcando dos goles (con la pierna derecha y la izquierda), uno anulado, eso sí, por el VAR.
1.- El mágico catálogo de Lamine
Nada más iniciarse el partido, y recostado en su hogar, la derecha, el joven extremo dibujó un centro con el exterior hacia Dani Olmo. No fue el único que hizo en la primera mitad. El exjugador del Leipzig no llegó al remate, pero sí entendió que estaba asistiendo a la apertura del mágico catálogo de Lamine Yamal.
Mágico en el pase. Y en el regate. Siempre en seco. Fijando con el balón y con la mirada a Perraud, a quien llevó al desastre. Firmó jugadas que no se le había visto hasta ahora por encima de esos dos centros con el exterior.
Una elástica, también con la parte exterior de su bota con la pierna izquierda, para dibujar un pase, que llevaba incluído un caño al defensa bético, antes de asistir a Koundé. Así marcó el 2-0 y hasta el 3-0, anulado luego por el VAR. Sublime, delicado, dulce y preciso fue el pase de Lamine para su socio en la banda derecha.Y así repitió otra jugada escandalosa previa al 3-0 para Raphinha. Le anularon un gol por el VAR, pero se marchó del campo firmando el quinto gol del Barça.
2.- La mano izquierda de Iñaki Peña
Tuvo un partido tranquilo, sin apenas trabajo. Venía de una semana convulsa Iñaki Peña, a quien llegar tarde a una sesión de activación le hizo caer en la condena del reloj de Flick. Fue cuando Szczesny le quitó la condición de titular ante el Athletic, por lo que le tocó vivir la final desde el banquillo. Hasta que el polaco se autoexpulsó con aquella salida a destiempo sobre Mbappé. Entró en Yeda y sin tiempo para enfundarse casi los guantes recibió el 2-5 de Rodrygo con una falta directa. Con Szczesny en la grada junto a Ansu Fati y Ter Stegen, Iñaki Peña ejerció de portero grande del Barça.
Noche tranquila hasta que en el tiempo añadido llegó un remate a quemarropa de Vitor Roque, ya en el interior del área pequeña. Entonces, él, ya vencido en el desplazamiento de palo a palo, sacó una poderosa mano izquierda para evitar el gol andaluz. Monumental parada de un Iñaki que solo fue batido de penalti.
3.- Koundé, lateral y goleador
Fue Xavi quien lo colocó ahí. Lo puso, aunque Koundé no quería, de lateral derecho. Flick no ha tenido dudas en esa decisión de su antecesor, aunque es cierto que la proyección ofensiva es distinta. Vive más el exdefensa del Sevilla en campo contrario que en el propio.
Va y presiona a casi 80 metros de la portería de Iñaki Peña. No solo eso. Juega con alma de robar cada balón como si le fuera la vida y luego tiene la camaleónica adaptación de convertirse en extremo porque llega con más frecuencia que nunca a la línea de fondo. Y el Betis, que recibió el 2-0 tras una internada de Koundé, descubrió la versión más espectacular de un jugador reciclado en otra versión nunca vista antes.
4.- Araujo, el nuevo socio del ‘zurdo Cubarsí’
Completó un retorno prácticamente perfecto. La lesión muscular de Iñigo Martínez le abrió la puerta de la titularidad a Ronald Araujo, quien dejó un par de acciones que levantaron al público de Montjuïc (había 46.019) porque conectaron de nuevo. Y el grito de “uruguayo, uruguayo” atronó en la grada de la montaña olímpica cuando cabalgó, tal si fuera un pura sangre, durante 30 metros para robar una pelota. El público se entusiasmó de tal manera que festejó esa intercepción defensiva como si fuera un gol. Estuvo preciso en el pase en la poco más de una hora que jugó. Estuvo 64 minutos, con 56 pases buenos de 61 intentados (92%), ganando tres de los cuatro duelos que realizó a ras de césped.
Cuando Flick lo quitó para dar entrada a Eric García el uruguayo se tocó el escudo, dejó su brazalete de capitán a Frenkie de Jong y es como si hubiera sellado su continuidad. Se marchó feliz Araujo, quien se sintió feliz con Pau Cubarsí, el nuevo central zurdo. No mostró signo de incomodidad el adolescente de 17 años.
5.- La vida sin Robert: otra ‘manita’
Innovó Hansi Flick con un ataque inusual, nunca visto hasta ahora. Jugó sin delantero centro puro, incrustando en esa demarcación a Dani Olmo, tal si fuera aquel jugador que completó un memorable partido en ese rol en la semifinal de la Eurocopa de la pandemia en Wembley con la España de Luis Enrique.
Ese ataque tuvo, además, un efecto multiplicador porque a las funciones habituales -Lamine hipnotiza en la banda derecha; Raphinha percute desde la izquierda- se unía el dinamismo y la capacidad para desaparecer del área de Olmo. Mientras, Lewandowski tenía noche libre porque Flick lo necesita.
Y el Barça se montó un festival goleador sin necesitar a su máximo realizador: Gavi, Koundé, Raphinha, Ferran Torres y Lamine Yamal.